Revista EL COLECTIVO

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lunes, 23 de febrero de 2009

RETENCIONES: ZAIAT Y EL RIFLE DEL OJO TUERTO


POR LUIS LAFFERRIERE
En una nota titulada ‘El rifle’ publicada el 22/2 en Página K, el periodista económico (devenido en pluma al servicio de quien abona sus ídem), retoma el camino que había iniciado el año pasado, durante el conflicto entre el gobierno y las cúpulas ruralistas. Vuelve con su explicación acerca de la necesidad de las retenciones agropecuarias, fundamentando que sin ellas es imposible superar el modelo agroexportador en la Argentina, pero olvidando cuál es el destino que se daba (y se continúa dando) a esos recursos, y cuál es el modelo que viene impulsando el kirchnerismo.
Como en esa oportunidad, hoy creo necesario reiterar mi preocupación por el falso debate del ‘ojo’ tuerto que se vuelve a desatar, aunque en diferentes circunstancias. El año pasado, la pelea de casi cuatro meses, era por quiénes se quedaban con la parte más grande de la torta que se venía agrandando (la renta diferencial extraordinaria que surgía ante precios astronómicos de nuestros bienes primarios en el mercado mundial). Ahora la pelea es por quién renuncia a perder menos del pedazo de la torta (reducida por la fuerte caída de los precios internacionales de tales productos).
De un lado, la cúpula ruralista reclama por la eliminación de las retenciones a las exportaciones para todos, sin hacer ninguna diferenciación entre los pequeños productores que tienen altos costos y son la abrumadora mayoría (alrededor del 80 % del total), pero que sólo generan un 20 % del volumen exportado, por una parte: y los grandes productores responsables del 80% de lo producido (que son apenas el 20 % del total) y que tienen altísimos beneficios, por la otra. Justifican su pedido en la difícil situación que se vive por la caída de los precios, y en que el Estado se apropia de recursos que luego los malgasta en beneficio del clientelismo político y de los negocios de los empresarios amigos.
Del otro lado, el actual gobierno defiende las retenciones a las exportaciones, pero mantiene un tratamiento igual para sectores que son muy diferentes (perjudicando siempre a los más chicos), argumentando que todo el campo se está enriqueciendo en perjuicio del resto de la sociedad, y que es necesario redistribuir la riqueza. Con esos argumentos justifican su política, pero nada dicen que con tanta pobreza y con una crisis como la que nos está afectando, deciden continuar con la enorme transferencia de recursos desde el Estado hacia los sectores económicos más concentrados y privilegiados de este modelo (acreedores externos, capital financiero, grandes grupos económicos, etc).

ZAIAT ¿ESCLARECE U OCULTA?

El rol de un periodista independiente (un verdadero periodista) es descubrir con información y análisis lo que permanece oculto para la mayor parte de la sociedad, de manera que no se vea solo ‘la superficie’ sino también fundamentalmente ‘lo que hay debajo’. Pero esa función es cada vez más escasa entre quienes trabajan en los grandes medios de comunicación (sean estatales o privados), ya que ante la disyuntiva de mantener la fuente de ingresos o de ser fieles a su profesión, muchos priorizan la primera opción (renunciando a la segunda), aún cuando con su actitud (y con su pluma) terminen sirviendo a los intereses de los más poderosos.
En el artículo de Zaiat que genera mis comentarios, el periodista realiza una clase magistral sobre el rol de las exportaciones en un país que tiene una estructura productiva desequilibrada, con un sector agropecuario con ventajas comparativas y un sector industrial de menor competitividad internacional. Sostiene que en tal caso, las retenciones a las exportaciones evitan caer en una economía meramente primaria, y promueven un esquema productivo integrado. Agrega que con las retenciones está en juego el tipo de desarrollo económico para los próximos años.
Casi como conclusión, sostiene que sin retenciones volveríamos a la situación vivida con la tablita de Martínez de Hoz o con la convertibilidad de los ’90; y con retenciones podríamos marchar hacia un desarrollo superador con una industria competitiva. Como ejemplo de procesos de desarrollo pone a países como Australia y Canadá, que no se quedaron sólo en las ventajas comparativas de su sector primario.
Pero el análisis de Zaiat no se puede hacer ‘en el vacío’ sino en una realidad concreta, ya que estamos en la Argentina del modelo neocolonial extractivo, de la monoproducción de soja transgénica y la concentración de los agronegocios en manos de un puñado de grandes operadores, que se han beneficiado ampliamente con las políticas de los últimos gobiernos, que han sido socios e impulsores de la sojización.
Si bien Zaiat no quiere una estructura desequilibrada, ni tampoco bajos salarios o pobreza generalizada (al menos es lo que manifiesta), y si es tan claro para defender las retenciones, no puede ignorar que esa estructura y las grandes desigualdades existentes hoy, se han dado con la vigencia de las retenciones. Lo que indicaría que hay un análisis incompleto de la realidad, y un ocultamiento de otras variables tan o más importantes que los derechos de exportación.
Hay otras cuestiones, no menos graves, que esconde el texto de Zaiat, que vuelca toda su capacidad crítica en la cúpula ruralista, pero se olvida de señalar la responsabilidad mucho mayor del gobierno kirchnerista (que indirectamente paga su sueldo) en la continuidad del proyecto de concentración, saqueo y genocidio que viene impulsando el poder más concentrado en la Argentina.
¿Quiénes se quedan con las retenciones a las exportaciones, y qué destino le dan a esos cuantiosos recursos?
Antes que nada, quienes sufren las retenciones (quienes las pagan) son todos los productores (cualquiera sea su tamaño). Pero los encargados de cobrarlas son las grandes empresas comercializadoras, que luego deberían pagarlas al fisco. Y sucede que las normas vigentes (y las políticas del gobierno nacional) les permiten a un puñado de pulpos exportadores (mayoritariamente extranjeros) que se queden con una parte sustancial de esos derechos que les cobran al productor, y se lo apropien para su patrimonio privado (hecho inédito e inexplicable).
Días atrás, Pino Solanas se preguntaba “¿Cómo puede darse una solución a este viejo conflicto si no le ponemos freno a la fiera que se come un tercio de la renta agraria? Hablamos de las agroexportadoras Cargill, Dreyfus, Bunge & Born, Aceitera Gral. Deheza, entre otras, que fueron las grandes ganadoras en 2008, al haber estafado a los productores, al fisco y al pueblo argentino, por U$S 1.750 millones, cuando cobraron a los productores retenciones según lo establecido por la R.125 y liquidaron al fisco en base a registros de exportación anteriores."
Nada de esto dice Zaiat, quien no puede ignorar de ningún modo, la modalidad de operar de los pulpos extranjeros en el comercio de granos, y la manera en que los beneficia la política ‘distribucionista’ del gobierno nacional. Recomiendo, para él y para quienes se interesen en el tema, el reciente libro de Ferrari Etcheberry y Rafael Martínez Raymonda, ‘Qué son las retenciones… Y quiénes las cobran’, donde explican cómo los exportadores privatizan los impuestos que paga el campo, con la obvia complicidad del gobierno.
Luego, con la parte que llega al fisco, el gobierno nacional utiliza esos recursos para afrontar sus gastos. Pero, ¿cuáles son las prioridades de los gastos del gobierno K? Cumplir a rajatabla con las obligaciones con los acreedores (surgidas de una deuda en gran parte ilegítima), mantener las transferencias a grandes grupos económicos vía subsidios, beneficiar a empresarios amigos, chantajear a gobernadores e intendentes para alinearlos políticamente, además de hacer clientelismo de una manera descarada y repudiable. ¿Cómo puede Zaiat ignorar esta información? Los datos del presupuesto nacional son públicos, lo mismo que las múltiples denuncias ante la justicia que involucran manejos cuestionables del patrimonio estatal, hechos de corrupción, etc.

Resumiendo, si los periodistas supuestamente ‘progresistas’ continúan mostrando una realidad ‘a medias’ (y dejando oculta la otra parte), es muy difícil que ayuden a esclarecer esta compleja puja distributiva entre ‘el campo’ y ‘el gobierno’, y lo más probable es que se vuelva a transitar por el falso enfrentamiento, sin echar luz sobre lo más importante: cuestionar por sus nefastas consecuencias económicas, sociales y ambientales, al modelo neocolonial extractivo que impulsa el imperio para América del Sur.

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