Revista EL COLECTIVO

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jueves, 29 de diciembre de 2011

SIN RETORNO


UNA REFLEXIÓN PERSONAL SOBRE LA LEY "(ANTI)TERRORISTA"
Por Eduardo Grüner

(Colaboración del autor para el Blog del IPS y asambleadeintelectualesfit.wordpress.com)
1.Cuando ocurrió el conflicto con “el campo”, en el 2008, una de las consecuencias “íntimas” o “cotidianas” que más lugar ocupó en los comentarios registraba la división (ideológica, política, y aún “actitudinal”) en el interior de las familias, los grupos de amigos, los compañeros de trabajo, los colegas de la facultad, los vecinos, incluso las parejas. Los que hasta entonces estaban afectivamente cercanos se alejaban, y aún se enemistaban. En las reuniones familiares o los cumpleaños se evitaba prudentemente el tema, hasta que alguien no aguantaba más; entonces bastaba el más tímido o alusivo de los enunciados, para que estallara la bronca contenida de uno u otro lado, y ahí “se pudría todo”. Se comparaba ese estallido de las redes que hasta allí parecían indiscutibles con lo que había sucedido durante el primer peronismo, o incluso durante la guerra civil española: una manifiesta exageración, sin duda. Pero exagerada o no, era una interesante micro-sociología a lo Erving Goffman, o algo así. ¿Pasará lo mismo ahora? ¿Soportarán nuestros amigos, colegas, vecinos, etcétera, que les digamos que lo que veníamos percibiendo como “giros a la derecha” aparecen condensados en este verdadero volantazo que ya deja cerca de cero resquicio a la duda? ¿Valdrá la pena, aún así, la discusión? Miguel Briante (alguien a quien siempre recuerdo con enorme cariño) solía decir –creo que citando a Chesterton- que “por un buen chiste, vale la pena perder un amigo”. Pero, claro, esto no es un chiste, ni bueno ni malo. Y, pensándolo bien, tampoco es en nada comparable a lo del 2008. Porque aquello –que algunos pensábamos que era una “interna” de la burguesía- de todas maneras parecía ser en contra de lo que se ha dado en llamar (no por primera vez en la historia) el gobierno nacional y popular. Esto no. Esto viene del gobierno nacional y popular.

2.El gobierno nacional y popular tiene ahora, para empezar, y entre muchos otros, un problema “semántico”: ¿puede ser “nacional” un gobierno que resigna su soberanía nada menos que para dictar leyes, sometiéndose a las presiones de un organismo económico internacional como el GAFI, comandado a control remoto por el Imperio? ¿puede ser “popular” un gobierno que propone leyes “antiterroristas” que, en manos de jueces conservadores o simplemente desaprensivos, podría castigar con severas penas de cárcel a unos obreros que ocupen una fábrica, unos campesinos que protesten por la contaminación de la minería a cielo abierto, unos maestros que instalen “carpas blancas” demandando aumento de salarios? ¿se puede seguir diciendo que un gobierno que hace eso no “criminaliza” o no “judicializa” la protesta social? La réplica de que la ley introduce una cláusula explícitamente aclaratoria de que ella no está hecha para eso no resiste el menor análisis, y además insulta nuestra inteligencia: si hay que aclarar eso ¿para qué se incluyó la duda en primer lugar? Si la ley está hecha únicamente para los delitos económicos de las grandes empresas concentradas, o lo que fuere, ¿por qué no se dijo eso clara, directa e inequívocamente desde el principio? La respuesta no puede ser más que una: unas cosas hacen pasar las otras. A los representantes “populares” que la han votado –y cuya obsecuencia ha sido realmente vergonzosa, precisamente porque son representantes “populares”- se les sirvió en bandeja una coartada , bajo el argumento de que la ley contiene también cláusulas presuntamente “progresistas”. Para colmo, se la hace pasar en voz baja, poco menos que “traspapelada” entre otras leyes dizque asimismo “progresistas” (el estatuto del peón rural, papel prensa). Mientras tanto, por supuesto, en las cláusulas “puramente” económicas se siguen evitando cuidadosamente medidas realmente progresivas –que no es lo mismo que “progresistas”-, como sería una serie de profundas reformas financieras, fiscales e impositivas (¡no digamos, Dios mío, una reforma agraria, ya que de “ruralidades” hablamos!) que podrían hacerse perfectamente sin “patear” ningún tablero ni flamear banderas rojas, o siquiera rosaditas desteñidas; ¿cómo se explica que –en una situación de infinita mayor debilidad que la actual- el gobierno, como no deja de refregársenos por la cara constantemente, pudo bajar el retrato de Videla, rechazar el ALCA o reestatizar las AFJP, y después del 54 % se produce este grandioso retroceso ? ¿O será que no es ningún “retroceso”, sino la tan mentada profundización del “modelo” (que profundiza, por ejemplo, la ya bastante siniestra ley antiterrorista del 2007)? Lo de los “representantes populares” no es ninguna broma: hay entre ellos –y ellas- antiguos luchadores por los que, más allá de diferencias políticas, podíamos guardar algún respeto. Ya no. Ver a esas personas (con alguna de las cuales varias veces hemos tomado café, o cenado, o conversado, o discutido) votando afirmativamente esta barbarie, eso es de por sí “terrorífico”. Este es, como se dice, un punto sin retorno. Qué lástima. Para mí, digo, no sé si para ellos.



3.Pero los problemas “semánticos” continúan. Usar una palabra como “terrorismo” en un país con la historia reciente de la Argentina, ¡hay que atreverse! Quizá haya sido finalmente eso (entre muchas otras cosas, se entiende) lo que ha decidido a personas con posición política tan inequívoca como Horacio Verbitsky, Mempo Giardinelli o el juez Zaffaroni , a manifestar su enérgica oposición a la ley. Ni qué hablar, como era dable esperarse, de todos los organismos de DDHH (con la excepción, hasta ahora, de Hebe). La enorme ironía –habría que decir, más bien, sarcasmo – es que este gobierno, que se precia con razón de haber impulsado tantos juicios por crímenes de lesa humanidad, sólo había empleado el término “terrorismo” para hablar del… terrorismo de Estado . Habría mucho que decir sobre esta verdadera perversión lingüística que viene a sumarse a la legal, invirtiendo el uso de palabras “sagradas”: hasta ahora, los “terroristas” eran ellos (Videla y Cía.), ahora podemos serlo también nosotros , casi cualquiera. Sobre todo cuando –como han insistido todos los que se oponen a la ley, incluidos los simpatizantes del gobierno- el contenido semántico de la palabra es por lo menos “difuso”. Y esa “difusión”, esa indeterminación, esa “incerteza”, es el fundamento verdadero del Terror. En alguna parte, Hanna Arendt habla de la diferencia entre los campos de concentración nazis y los franceses de Vichy. En los primeros, es sabido, se cosía una estrella amarilla en el uniforme a los judíos. Eso servía para fracturar la solidaridad: los otros prisioneros –gitanos, comunistas, opositores políticos, lo que fuera- sabían que los de la estrella estaban peor que ellos, si eso era posible (y lo era). Los franceses, en cambio –siempre tan cartesianos y atentos al valor de los signos- cosían en el uniforme de sus prisioneros muchas diferentes imágenes arbitrarias sin sentido preciso. Ya no se trataba entonces de la fractura, sino del estallido de la solidaridad: cualquiera podía estar peor que yo, o yo peor que cualquiera. Así funciona el Terror: cuando no se sabe exactamente cuándo nos va a tocar, y por qué. Así funcionó durante la dictadura de esos que, hasta antes de ayer, eran los terroristas (estatales). Pero ahora no estamos en dictadura. No es un gobierno nazi. Es el gobierno “nacional”, “popular”, “democrático” y “progresista” de los Derechos Humanos. Nos lo van a tener que explicar. Muy despacio y con mucha claridad.

4.Nos van a tener que explicar, muy despacio y con mucha claridad, pero ahora , e imperiosamente, cómo es que esto era necesario ahora . Cómo es que era necesario, con la fuerza del 54 % de los votos, someterse sin discusión al mandato de ese Imperio siniestro que –los que votaron a altas horas de la noche, casi en la clandestinidad, rapidito para no “hacer olas”, no ignoran esto; al contrario, lo han denunciado muchas veces, y eso hace más insoportable lo que hacen ahora-, ese Imperio siniestro, decíamos, usó y sigue usando la palabra “terrorismo” para justificar verdaderos genocidios como los cometidos en Afganistán o en Irak, y antes en Vietnam, en Nicaragua, en Chile, en la Argentina. Nos lo van a tener que explicar muy cuidadosamente a todos los ciudadanos argentinos, pero muy particularmente, en este caso, a los que en su momento, equivocados o no (y ahora, lamentablemente, sabemos que sí), salimos a defenderlos contra la soberbia “destituyente” del “campo”, y sin ahorrarnos nuestras críticas ni identificarnos irreflexivamente con un gobierno al que no habíamos votado, del cual sabíamos desde siempre cuáles eran sus límites y sus posibilidades, sin embargo privilegiamos la necesidad de posicionarnos contra lo que considerábamos “lo peor”. Pero, sobre todo, se lo van a tener que explicar muy claramente a los que desde el principio confiaron , y trabajaron arduamente para llevarlos al poder, para transformarlos en sus representantes. A todos esos jóvenes honestos de la “nueva militancia” con los que se llenan la boca. A los obreros, los piqueteros, los miembros de los movimientos barriales, los pobres, los “tercerizados”, que a veces pusieron el cuerpo por ellos , y que si ahora cortan una calle podrán ser considerados “terroristas”. Y no sabemos si no correrán algún riesgo los miles que fueron espontáneamente al velorio de Néstor o a los festejos del Bicentenario, cortando muchas calles. Y no es que el terrorismo no exista, no somos ingenuos: es algo de lo que siempre estuvimos enfáticamente en contra, porque considerábamos que ninguna vanguardia iluminada que ejerciera la violencia indiscriminada, con el riesgo tantas veces realizado de masacrar inocentes, iba a “liberar” a ningún “pueblo”. Que esa era una tarea del propio pueblo, de las masas trabajadoras organizadas y en conjunto. Que “sólo el pueblo salvará al pueblo” (una antigua consigna peronista ¿la recuerdan?). Todo esto lo sabíamos. Pero ya no lo sabemos más. Porque ya no sabemos qué quiere decir “terrorista”. Esos votos nos han quitado hasta el lenguaje . Y, como advertía Freud: se empieza por ceder en las palabras, y se termina entregando todo . Nos lo van a tener que explicar.




5.Que se nos entienda bien. Esas “explicaciones” no se las estamos exigiendo al gobierno . Eso sí que sería una flor de ingenuidad. No. Se las estamos exigiendo a nuestros “representantes” (porque son nuestros aunque no los hayamos votado ni nos sintamos “representados” por ellos), muy sobre todo a aquellas ex militantes de la “patria socialista” y aquellos ex comunistas, que tienen compañeros desaparecidos, asesinados, torturados, secuestrados, arrojados de los aviones… por “terroristas”. Ellos ya no están en condiciones de pedir explicaciones. ¿O sí? ¿No se las deben, por lo menos, a su memoria , que tanto les gusta honrar en los actos oficiales, como en ese acto oficial en que honraron a las Madres de Plaza de Mayo media hora antes de entrar al recinto del Congreso de la Nación (aunque ahora nos preguntamos de cuál) a votar este mamarracho –así lo llamó Zaffaroni, pero se olvidó de agregar:- monstruoso ? A ellos se las estamos exigiendo, e incluso por su propio bien. ¿O necesitamos una vez más caer en el ya cansado sentido común de recordarles el viejo poema de Brecht (“Primero vinieron…”)? ¿No se dan cuenta del potencial instrumento que acaban de poner en manos de este o de cualquier gobierno futuro, y del que no pueden garantizar que se les vuelva en contra a ellos mismos? Porque podrán decirnos –aunque quién sabe con qué argumentos, a esta altura- que este gobierno no va a usar “mal” ese instrumento. Pero entonces, ¿para qué lo quieren? ¿Para el próximo, que podría ser, por ejemplo, Macri? Y si están confiados en que el próximo va a ser del mismo signo que este, que “no reprime”, entonces ¿para qué? ¿Nos toman por idiotas? A ellos se las estamos exigiendo, las explicaciones. Se las estamos pidiendo, también, a los intelectuales progresistas que saben recitar a Benjamin, por ejemplo aquello de que “si el enemigo sigue ganando, ni los muertos van a estar a salvo”. Y que ahora se están dando cuenta –suponemos- de que no, no están, los muertos, a salvo. No están a salvo, ya, aquellos desaparecidos, etcétera. No están a salvo los muertos del 19 / 20 de diciembre del 2001 que –porque el círculo de perversiones no parece tener fin- fueron conmemorados “oficialmente” el mismo día que se votaba esto. No están a salvo Kostecki y Santillán, ni Julio López, ni Luciano Arruga, ni “los Ferreyra” (Mariano y Cristian), ni los qom , ni los del Indoamericano, ni los campesinos jujeños del Ingenio Ledesma. Tampoco están a salvo esos queridos, llorados, amigos y maestros que podrían habernos ayudado a encontrar esas explicaciones: León Rozitchner, David Viñas, Nicolás Casullo, tantos otros. Todos, pero para este caso especial León, para quien el Terror era justamente uno de sus temas que más le desgarraban el pensamiento. Muertos, están, todos ellos; pero no a salvo de que –porque la ley no tiene efecto retroactivo, pero el lenguaje sí- ahora sean todos ellos “terroristas”. De que sean, pues, equiparados –porque el círculo de perversiones no parece tener fin- con los que asesinaron a las víctimas de la Embajada y de la Amia, dos actos terroristas incalificables que ahora están siendo usados -porque el círculo de perversiones no parece tener fin- para justificar esto . A ellos, a todos ellos, y ellas, se las estamos exigiendo, las explicaciones.
Y estamos esperando –“desesperadamente”, si se disculpa el mal juego de palabras- la próxima Carta Abierta. Que no dudamos llegará rápidamente. ¿Verdad que sí?

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A UN AÑO DE LA MUERTE DE EZEQUIEL FERREYRA


Por ANRed - L (redaccion@anred.org)

El 16 de noviembre se cumple un año de la muerte por cáncer de Ezequiel Ferreyra, víctima, desde los cuatro años, del trabajo infantil en la empresa avícola Nuestra Huella. Ezequiel, de 6 años, era explotado entre el guano y la sangre de las gallinas y frecuentemente manipulaba agrotóxicos peligrosos para la salud. ... A pesar de la trascendencia e indignación que generó la muerte de este niño, el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, dictó el sobreseimiento a las dueñas de la empresa.


A un año de la muerte de Ezequiel Ferreyra, pedimos justicia ante la Cámara Federal de San Martín
Por LA ALAMEDA.

El 12 de octubre pasado el Juez Federal de Zarate-Campana, Adrian Charbay, resolvió sobreseer a los dueños de la empresa avícola Nuestra Huella (Leticia Luace, Alejandra López Camelo y Lucia Peressa) por los delitos de trata de personas y contaminación del suelo de un modo peligroso para la salud.

Días antes, el Juez Charbay rechazó la causa 2199/08 que le remitiera el Juzgado de Garantías en lo penal de Campana en la que se acreditaba luego de tres años de investigación, la reducción a la servidumbre, el trabajo infantil y la trata de personas con fines de explotación laboral en Nuestra Huella. El Juzgado provincial se declara incompetente una vez que prueba la trata y remite las actuaciones como corresponde al Juzgado Federal que ya entendía en otra causa sobre trata de personas en la misma empresa. Sin embargo, Charbay rechaza el expediente, desestima lo que otros jueces ya juzgaron y se saca de encima las contundentes pruebas, para luego facilitar el sobreseimiento de los directivos de la empresa.

La Alameda como querellante de las victimas apela el sobreseimiento y también apela el rechazó de Charbay a la causa que le envía el Juzgado penal de Campana. Charbay rechaza la segunda apelación y la Alameda vuelve a presentar un recurso de queja ante la Cámara Federal de San Martín que ahora concentra en sus manos la resolución de las dos causas que investigan a la empresa.

El 16 de noviembre se cumple un año de la muerte del niño de seis años, Ezequiel Ferreyra, víctima del trabajo infantil desde los cuatro años en esa empresa, donde era explotado entre el guano y la sangre de las gallinas y donde frecuentemente manipulaba agrotóxicos peligrosos para la salud. El caso de Ezequiel recorrió el mundo porque, cuando apenas cumplía cuatro años, la Alameda y el MTE lo habían filmado trabajando junto a otros niños en agosto de 2008.

La empresa avícola Nuestra Huella que dirigen Leticia Luace y Alejandra López Camelo posee setenta granjas en la zona norte de Buenos Aires y Córdoba en la que explota a destajo a familias pobres que trae del exterior y del norte de nuestro país con mecanismos de trata y tráfico de personas. La Alameda-MTE han logrado acreditar con testigos y filmaciones desde el 2008 numerosos casos de trabajo esclavo e infantil, incluso en el 2011.

En marzo de 2008, un allanamiento del Juzgado Penal de Campana encontró en una de las granjas a los trabajadores y niños esclavizados, en viviendas precarias, entre el veneno, la sangre y el guano y rodeados de una alambrada electrificada para que no se escapen del lugar. Así comenzó la causa que acreditó la trata y que el Dr Charbay no quiere recibir. En Agosto de 2008, las imágenes de los niños trabajando en varias de esas granjas que hicieron la Alameda y el MTE recorrieron el mundo. Un mes después, el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires multó a la empresa en un millón de pesos por detectarle trabajo infantil en 30 granjas.

La evidencia recogida en el 2008, más una investigación propia realizada por la Fiscalía Antitrata Nacional que preside el Dr Colombo, derivó en una denuncia contra la empresa por trata de personas ante el Juzgado Federal de Charbay.

Tiempo después, otra investigación de octubre de 2010 del INADI que fue remitida al Juzgado de Charbay, también acreditó la trata de personas en la empresa.

El 24 de mayo de este año, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó el informe de la relatora especial sobre trata de personas, Joy Ezeillo, acerca de la Argentina en la que se destacan en varios párrafos la escandalosa impunidad de los directivos de Nuestra Huella ante el cúmulo de pruebas reunidas en su contra.

No es un dato menor que la presidenta de la empresa, Alejandra López Camelo, es la prima del actual Intendente de Pilar, Humberto Zuccaro, Tampoco que su cuñado, es el titular de UATRE local, Jorge Herrera. La complicidad de la intendencia y del sindicato local que tendría que defender a los trabajadores explotados con la empresa esclavista fue demasiado evidente todos estos años. Varias grabaciones donde un dirigente local de UATRE ofrece dinero a las víctimas a cambio de que levanten las denuncias fueron presentadas ante la justicia y los medios por la Alameda. La Intendencia local siempre minimizó las denuncias y el ex intendente de Pilar, Sergio Bivort, patrocinó durante años a los directivos de la firma.

En este marco de complicidad y encubrimiento se inscribe el accionar completamente arbitrario del Juez Federal Charbay que nunca quiso unificar las causas, que rechazó la del penal de Campana cuando este acreditó la trata y que sólo se limitó a hacer “como si” fuera a hacer justicia cuando la muerte de Ezequiel conmocionaba al país, esperando pacientemente que bajara la marea mediática, para dejar a todos los directivos impunes.

Los trabajadores denunciantes, junto a la Alameda y el MTE, no sólo han apelado los últimos fallos de Charbay, sino que nos movilizamos ante la Cámara Federal de San Martín para pedir la revocatoria a los sobreseimientos dispuestos por el Juez Federal y las garantías de que se investigará con imparcialidad y habrá juicio y castigo a los culpables.

Contactos:
Gustavo Vera 1561584835 (La Alameda)
Juan Grabois 1563843877 (MTE)
Mario Ganora abogado de la querella (1558830233)

domingo, 30 de octubre de 2011

"TENEMOS TODA UNA HISTORIA Y UN PRESENTE QUE NO SE ESTÁ DICIENDO"

CHARLA CON EL MÚSICO PABLO SUÁREZ
Por Osvaldo Quintana
Fotos: Santiago Fiorotto



La historia oficial como una acumulación de mentiras y omisiones. Genocidios silenciados en nombre de una identidad instalada desde afuera. Calles, plazas, libros de historia con nombres de próceres de manos ensangrentadas. Supo existir en nuestro país una población negra desaparecida en nombre de esta identidad. El Barrio del Tambor existió en Paraná hasta mediados del siglo 19 y su historia tiene que ver con la esclavitud y el intento de borrar una cultura que nunca se fue del todo. Una cultura que aflora en narraciones orales y en rostros negados, que reflota en la reivindicación de una identidad colectiva, en las luchas del presente, en el rescate de toda una parte de la historia. . En esa búsqueda anda el músico Pablo Suárez, uno de los fundadores del llamado Contrafestejo, esa celebración popular que se realiza desde hace siete años en el Pasaje Baucis de Paraná, donde el repicar de los tambores en cada 12 de Octubre parece decirnos que hay cosas que siempre vuelven desde el fondo de la historia. Porque continúan hablando de nuestro presente.

Soy de los que piensan que los tremendos problemas que tenemos los argentinos y en general los latinoamericanos son culturales, que acarrean problemas económicos .La pobreza es uno de los más visibles. Hablo de cultura como otra forma de pensar la vida, de entenderla. En esta manera de vivir totalmente individualista se va perdiendo cada vez más la solidaridad, las posibilidades de ayudarnos. Lo vemos en nuestras propias vidas. El medio te lleva de una manera muy fuerte a eso. No tenemos referencias ni ejemplos de que otra forma de vivir porque es tan fuerte el modelo hegemónico. Todos están viendo una misma realidad que, por cierto, no tiene porque ser la única ya que es una realidad construida.
Pablo Suárez es músico, orilla los 33 años y se nota que el tema lo apasiona. Coloca sus manos detrás de la cabeza y se echa para atrás en la silla. Dice que su formación empezó desde temprana edad y que en su casa materna la música flotaba en el ambiente. Cuenta que a los nueve comenzó su aprendizaje de la flauta dulce y, años después, paso a la traversa. Los tambores todavía no entran en escena.
Nosotros tenemos toda una cultura impuesta, muy arraigada.La cultura occidental y cristiana apunta a lo individual, a la puja de sobresalir por encima de los demás. Y el arte tampoco está exento: “soy exitoso en la medida que sobresalgo yo”.
Suárez prepara el mate. La pila de casettes y CDS muestra sus gustos variados: folklore, rock nacional, música centroamericana y, claro, candombe.
¿Cuándo aparecen los tambores en tu vida?
Cuando finalizo la secundaria decido estudiar Arquitectura. Mi inclinación por la música era más fuerte pero pesaba mucho aquello de que había que buscar una profesión que te diera un título y cierto status social. En realidad, la música me dio muchas mas posibilidades de entrada. Y como quien no quiere la cosa, de a poco iban saliendo laburos, te tiraban unos mangos y tocabas. Entonces, medio como que me escapé. Estuve viajando tres meses y pico: me fui por la costa del Pacífico hasta Colombia, recorrí muchos lugares teniendo experiencias muy fuertes. Volví decidido a dejar la carrera y a ponerme de lleno a estudiar música: flauta, piano y, de a poco, empecé a participar en grupos de percusión. Ahí comencé a descubrir toda una parte social e histórica que desconocía. Cuestiones sociopolíticas relacionadas con lo cultural: la historia de la esclavitud y las consecuencias de esa historia tan olvidada, de la marginalidad y la relación de la cultura con eso. A través del tambor y de la música me fui encontrando con todo aquello”.
Pablo cita a un autor llamado Emilio Corbiere quien habla de una historia asentada sobre 4 genocidios. El primero de ellos, el de la población negra, un exterminio planificado para eliminar la población indeseada. Dice que todo aquello lo llevo a interesarse por el candombe uruguayo. Me metí mucho en el tema y viajé a Uruguay unas once veces en dos años. Estuvimos por mas de un mes viviendo en Montevideo, estudiando, tomando clases, tocando y conociendo mucho el ambiente, gente de muy de adentro de la cultura candombera: compositores, vedettes, bailarines, músicos. Fue como ir a meterse en el medio de la cultura del candombe. Volvimos con mucha energía y, en el año 2000 empezamos a enseñar y armar un primer grupo que fue el de tambores de candombe uruguayo. Los otros que estuvieron en ese viaje fueron Diego Sánchez, Judith de León y Juampi Francisconi. Judith después de ese viaje se fue a vivir a México y recién volvió ahora. Juanpi estuvo un tiempo y después se fue a vivir a Buenos Aires. Y con Diego seguimos trabajando un buen tiempo. Después cada uno por su lado. Ahí nació este primer grupo que empieza a participar en el Contrafestejo. Y comienza a armarse esta movida con una visión más comunitaria.
CONTRAFESTEJO
Según sus organizadores, el Contrafestejo es “una fiesta de carácter popular que celebra la multiplicidad de formas de vida existentes en nuestro continente a pesar de la colonización arrasadora a sangre y espada, de lenguas, costumbres, religiones, misticismos, para instaurar una forma única de ver el mundo”.
La idea del Contrafestejo surge casi simultáneamente entre Conrado Febles y yo. Conrado estaba aprendiendo en los talleres que dábamos y andaba con la misma idea. Yo volví del Uruguay con la inquietud porque allá se hacía una cosa importante con tambores para el 12 de Octubre, los candomberos salían a tocar como una oposición a la historia oficial. La cosa enseguida tomo fuerza. Empezamos a hablar con otra gente que se involucró mucho. Y ese primer año de la nada salió una cosa fuerte. Era algo que estaba latente y, cuando salió, tuvo mucha fuerza. Al principio fue una cosa del grupo de Tambores y hoy hay muchas mas personas involucradas. En este momento tenemos más gente del lado del ecologismo y la militancia política, de distintos grupos culturales, gente de teatro. Trascendió por lejos el grupo inicial.


¿En algún momento intentaron apropiarse del Contrafestejo determinados grupos o desde el gobierno?
Así, totalmente, no. Pero hemos tenido bastantes encontronazos o malas experiencias con grupos que, sin querer apropiarse del todo, muchas veces intentan sacar alguna tajada. En cuanto a partidos políticos, por ejemplo, nos pasó una vez, por eso estoy curado. Cada vez descreo más de todo lo que es político dentro de este sistema. Nosotros tuvimos apoyo de un partido que fue La Red cuando parecía otra cosa. Y a mi me empezó a dar vergüenza. ¿Cómo nosotros aceptábamos plata de esta gente que ahora esta haciendo lo que esta haciendo? Entonces, me cure de espanto. Partidos políticos no. Porque siempre llega u momento en que suben y suben hasta que se dan vuelta. ¡Y a veces no suben casi nada, viste, al ras del suelo y ya se dan vuelta! ¡Te da miedo!
¿Reciben algún apoyo desde el Gobierno provincial o municipal?
El de la Municipalidad lo hemos ido perdiendo. Ya durante 2007 el apoyo era mandar agentes para que corten el transito, poner un escenario, las lucecitas de colores y un sonidista. El año pasado nos dijeron que las luces no porque estaban quemadas, los agentes de transito que pusieron aparecieron uno o dos, se borraron enseguida y se complicó bastante el transito. De parte de la provincia te diría que nunca hubo apoyo. Este año sería la primera vez que habría buena disposición.

TOCAR EN LA CALLE
¿Como ves a los corsos de Paraná?

Tengo dos apreciaciones que hacer: por un lado me parece como un misterio a develar en cuanto a lo histórico. Que relación pueden haber tenido la batucada con esta historia del Barrio del Tambor y que otros factores lo fueron transformando en lo que es, hoy por hoy. Por otro, el tema del Carnaval. Esta bien, es solo un momento del año pero eso devela también toda una cultura fuertísima que no es solo del carnaval. En todos los barrios la cultura de la batucada es masiva a un nivel impresionante y muy fuerte, muy arraigada. ¡Que cultura marginal, no! ¿Quién tiene eso en cuenta? La cultura popular más fuerte por lo menos en esta ciudad pasa por la cumbia y la batucada. En cuanto a la música son los lenguajes más populares y masivos. Ambas están muy relacionadas con lo afro. No exclusivamente pero es la raíz mas fuerte. Son las dos cosas mas masivas y las mas despreciadas en el discurso hegemónico. No figuran en ninguna parte. A lo sumo se venden como un producto turístico. En ese caso enseguida se lo transforma en brasilero. Un funcionario de Cultura Municipal me decía: “porque este año queremos darle mucho esfuerzo al carnaval, que sea un producto turístico….” Todos los años lo mismo. Cambia el tipo pero al discurso lo tienen ahí guardado. ¡Quieren que seamos Gualeguaychu! Entonces, dice, “estamos pensando en traer gente para que capacite en el vestuario y la batucada” Y como seria, le digo. “Y, traer alguien de Brasil”. Y ahí ya está, vas muerto, perdiste lo único que había. Yo le decía al tipo: “Acá hay toda una historia que podes rescatar en vez de tener algo que siempre va a ser mejor en su lugar de origen. Tener algo propio”. Era perder el tiempo. El tipo estaba convencido de que el candombe era uruguayo y la batucada brasilera. Y acá no había nada. ¿Vos te crees que todos los que tocan el tambor y batucada, que yo estimo en miles que lo hacen con pasión y una vocación fuertísima, es porque alguna vez vieron a los brasileños y dijeron : que lindo como tocan, yo también quiero? Eso viene de generación en generación. Que haya ido recibiendo influencias, incluso de Brasil, no lo niego. No por eso van a transformarlo en brasilero. Por eso creo que el problema mas grave que tenemos es el cultural. Eso de mirar siempre hacia fuera y que viene desde Sarmiento.
¿Hay diferencia entre tocar en el centro y los barrios?
Si. En el centro también hay mucha diferencia entre un lugar y otro. En el Pasaje Baucis siempre fue bien recibido pero cuando tocamos en calle San Martín hacia el Parque, la zona del Barrio del Tambor, no hemos tenido buenas experiencias. Son gente que separan mucho más sus casas de la calle. Zonas residenciales donde en vez de timbre hay portero eléctrico. A esa gente mucho no le gustaba la historia. En los barrios estaba bueno. La gente sale más a la calle. Ya está e la calle, cuando hace calor, la gente esta toda afuera, en calle Sudamérica, por ejemplo, y gustaba mucho. En otros barrios, a traves de talleres como en Padre Kolbe, Gaucho Rivero también tocábamos, pero ya con los chicos del barrio, era distinto.
Actualmente estamos haciendo un taller pero cuesta mucho establecerlo y conseguir un lugar donde no moleste a los vecinos. En la Vieja Usina pusimos en condiciones un galponcito que estaba lleno de escombros. Pero, en un momento, hubo una historia con un funcionario de la provincia que es medio milico. Bah, re milico. No se que le caía mal pero vino y agitó. Hasta que un día nos sacaron. Un lugar que era de todos y donde no había vecinos.
Ahora estoy trabajando en el Museo de Ciencias Naturales. Estaba muy buena la relación, venia todo bien pero, a medida que aumenta el volumen ya todo se contrapone. Se supone que el museo es un lugar silencioso y el asunto no es fácil. A mucha gente le gusta pero siempre aparece el que no tolera este tipo de cosas que tiene que ver con la juntada de gente. Esta es una sociedad que, para mí, esta muy plantada en el tema de guardar las formas, de la distancia. No tiene mucha cabida el amontonamiento de gente. El revuelo no les gusta ni mierda. Un poco por la herencia del proceso militar que todavía esta presente. Y cuando es en la calle es más difícil. • “¿Cómo van a tocar en la calle?”. Yo no me olvido más: cuando vino Roberto Ayala después de un mundial pusieron un palco frente a la catedral y cortaron todas las calles. Los recibió el gobernador y creo que hasta helicópteros había. ¡Pero no se puede cortar la calle un ratito con los tambores!

TANGÓ DE SAN MIGUEL- CANDOMBES DEL LITORAL ARGENTINO
¿De que se trata el disco?

Estoy trabajando en la recreación de una comparsa de Paraná en base a crónicas de investigación histórica y antropológica. Nosotros tenemos toda una historia y un presente que no se está diciendo y que no puede decirse completamente con el candombe de Montevideo. Para sacar a luz y mostrar toda esa parte de nuestra historia, que no se conoce, que mejor que armar una expresión cultural en base a esa historia que la cuenta. Hay material de cómo era una comparsa acá en Paraná, en el siglo 19. Hay crónicas que cuentan que decían algunas canciones de la comunidad que vivía en el Barrio del Tambor. Entonces, en base a todo eso y a letras de canciones que recopilamos junto a crónicas que hablan de las características que tenían una comparsa; fuimos armando todo esto. Primero el trabajo del disco que fue una recreación de una música afro de Paraná del siglo 19 y, en segunda instancia, esta idea de formar ya una comparsa en base a ese trabajo. Pero estamos en una etapa muy inicial. El disco me llevo un año de trabajo. Comencé escribiendo el proyecto y luego vino la etapa de fabricar los instrumentos para grabar, basados en el mismo trabajo de investigación. Construimos instrumentos de tronco ahuecado con cuero clavado. Después conseguimos una quijada de caballo que se usaba mucho en la zona. Y el bombo legüero que es un instrumento que se mantiene en el país desde tiempos ancestrales.
Se trata de construir algo donde lo importante sea la relación de comunicación entre las personas que hacen algo juntas. Hay toda una trama y, si bien puede haber jerarquías y muchos códigos, siempre lo que prevalece es la comunicación. Si no esta el otro, no puede existir directamente esa forma de expresión, esa forma de comunicación. Vos tenes: tambores, voces, bailarines y todo esta relacionado de una manera que si no esta una cosa no puede estar la otra. La forma de tocar un tambor esta relacionada con la forma de tocar del otro. Al mismo tiempo, el que canta necesita del coro para poder seguir cantando. Es toda una trama intrincada de relaciones de comunicación muy rica, música comunitaria. Muy por el contrario, por ejemplo, de una sinfonía orquestal donde toda una orquesta esta en función de un solista y siempre aparece el tema del lucimiento personal. Sin desvalorizar, pero nosotros creemos que esto otro es importantísimo, que no es extraño a nosotros sino algo que esta muy dentro pero que cada vez se relega mas. Esta dentro de nuestra cultura. No solo de la parte afro. Toda la cultura de comunidades indígenas también apunta a lo comunitario”.

NOTA APARECIDA EN EL COLECTIVO 21 DE OCT/NOV 2008
(El disco puede conseguirse comunicándose con nosotros a revistaelcolectivo@hotmail.com)

viernes, 28 de octubre de 2011

"SOMOS SERES ESENCIALMENTE FELICES"

CHARLA CON PABLO YULITA, PSICOLOGO



La vida se encoge o expande en proporción al propio coraje.”
(Anais Nin)


A pesar de la verbalización constante en que nos hallamos inmersos, poco o nada se habla de los grandes temas que nos afectan y convocan como seres pertenecientes a determinada cultura. Para Pablo Yulita, psicoanalista, docente de la UNER y alguien muy querido por esta redacción, vivimos en una sociedad que, negando las emociones, niega el cuerpo y donde se confunde éxito o metas alcanzadas con felicidad. Pero la felicidad no tendría que ver con posiciones económicas o de poder, sino con actitudes simples y cotidianas. En realidad, no sería “un estado de llegada: sino un estado de partida”.

POR GILDA GARCIA


DARSE CUENTA
¿Por qué se habla tan poco sobre la felicidad?

En general, se habla muy poco de los grandes temas que nosotros tendríamos que comprender. Por ejemplo, estudiamos los diálogos de Platón y de Sócrates. Los diálogos quedaron allá lejos, pero acá no los hay. En nuestras generaciones hubo mucho diálogo, mucha de la conversación que hoy nos falta. Además, se han dado una serie de fenómenos donde resultaría doloroso hablar de esos temas porque sabemos que caerían muchos ídolos, muchos íconos. O sea, muchas de las cosas que sostenemos hoy como representativas de la felicidad, el éxito, la fama, la alegría, etc., caerían. Y entonces habría que buscarlos, habría que intentar definirlos. Porque, ¿cómo podemos decir que queremos tal cosa si no sabemos definirla o distinguirla y, cuando esté presente, decir “Ah, esto era”? Hay una confusión inicial en la cual se han sumado muchas cosas y donde sería doloroso reconocer que gran parte de lo que nosotros distinguimos como característico de la felicidad, realmente no lo es. Por el contrario, muchas veces son parte de la infelicidad que tenemos.

¿Cuáles serían?
Fijate vos que la palabra felicidad viene de “femenino” y de “hijo”, de filial. O sea que tiene que ver con cuestiones creativas, con todo lo que es generador. La felicidad no es un estado de llegada: es un estado de partida. Nosotros somos seres esencialmente felices. Es decir, hacemos cantidad de cosas ambiguas y confusas por las cuales nos tornamos frustrados, doloridos, fracasados, etc... Pero nuestra esencia, nuestro estado de relación es básicamente la de ser seres felices. Naturalmente somos seres con fuerza, con alegría, con salud, con productividad. Decimos que somos factores culturales. Pero la cultura que no reconozca una base biológica, es una cultura muy represiva, limitativa, disociativa y te vende como felicidad, como éxito, como meta, cuestiones que son lo opuesto a lo que biológicamente necesitamos, que no es mucho y, de hecho, ya lo tenemos.

¿Sería un invento de la sociedad de consumo?

Y de la política también. Te plantean que la felicidad es cuando vos tenés poder. Entonces te envían imágenes y representaciones donde ser feliz es lograr cosas, alcanzar metas. Pero llegado ese momento, te encontrás que eso no es la felicidad. Así cada vez te ponés metas más lejanas e imposibles, cuando resulta que eso que buscabas estaba al lado tuyo. Es como el cuento sufí del tipo que buscaba la sabiduría y le pide a su maestro “Maestro, necesito que usted me transmita su sabiduría”. “Bueno – le dice el maestro -, busca el árbol de la felicidad”. Entonces el tipo empieza a buscar el árbol y se va a Tíbet, a China, etc. En todos lados le dicen que está a tres mil kilómetros al norte o al sur. Incluso lo mandan más lejos todavía. El recorre todo. Cuando vuelve, va a ver al maestro y le dice que no pudo encontrar el árbol de la felicidad. “Lo que pasa – le contesta el maestro – es que el árbol de la felicidad, al que se accede a través de la sabiduría, está en todos lados. Todo lo que ves es árbol de la felicidad”. Claro, el tipo lo había sustantivado: lo había buscado como un árbol específico. No. Todo lo que está acá – un libro que lees, una música que escuchás o un poema que escribís, etc. – es el árbol de la felicidad. Lo encontrás porque está al lado tuyo.

La felicidad es algo que ubicamos en el futuro o en el pasado. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocerla y ejercerla en el presente?
No la reconocemos. O, a veces, renunciamos a la búsqueda. Ahora, el pasado y el futuro no son biológicos, porque el organismo no reconoce entre pasado, presente y futuro. Estas son categorías de la sociedad industrial. Son producto de la cultura. Para el organismo todo es presente. Es decir, el organismo tiene memoria del Big Bang. A veces les digo a mis pacientes “Ese rubiecito que está en esa foto soy yo”. Y entonces me dicen “Ah, era usted”. No, no, soy yo. Soy yo ahora. Somos todos en este momento. Por eso, uno tiene memoria del Big Bang aunque no la usemos. Está todo aquí y ahora. Entonces, el cerebro no reconoce el “no” y no reconoce el ayer, hoy y mañana. El “no” es cultural. El “no puedo” no existe para el cerebro: existe el “puedo no” y el “puedo sí”. “Puedo sí” mucho, algo, poco o nada. Entonces cuando se le da la orden de que no debe hacer tal cosa, lo primero que piensa es en hacerlo. Por ejemplo “no debes pecar”. El cerebro piensa en pecar y luego dice “Ah, es lo que no tengo que hacer”. Después se pregunta “¿puedo pecar?” y se responde “Sí, puedo pecar. Puedo pecar y puedo no pecar. Entonces, por qué no hacerlo. Sí puedo”. Puede pecar mucho, algo, poco o nada. Para el cerebro es una decisión. Por eso la culpa también es producto del “no”. Cuando te dicen que no debés hacer tal cosa, en realidad, te están induciendo a hacerlo.



SER Y DEBER SER.
¿Qué tanto juegan categorías como “ser” y “deber ser” a la hora de ser felices?

Mucho. Y juega con la violencia. Porque el “deber ser” siempre niega al “ser”. Te dice que debés ser de tal manera, que debés ser pacífico. Pero eso está negando la violencia como posibilidad y como vida cotidiana. Hay mucha violencia. Entonces cuando plantean la mediación como estrategia de la paz, están planteando una violencia más. ¿Por qué? Porque te la muestran como un estado de ser que tendría que estar en un futuro. Por lo tanto, está negando este estado de ser ahora. Por eso es que el “deber ser” siempre niega el “ser”. Debo empezar por reconocer la violencia que hay en mí, este contexto de violencia en que estoy y que comienza por mi músculo. Vas caminando por la peatonal y te llevan por delante. Viene un tipo haciendo musculatura y se traba, como dicen ellos.

No creo que sea el músculo -físico- el que haga agresiva a una persona.
No, no. Eso está enganchado con el uso, con tomar al cuerpo como un dispositivo, como un medio. Y, en general, el cuerpo tomado en ese sentido tiene que ver con estar en la competición. Entonces, en la competición, yo tengo que llegar a ese estado de ser y niego “este” estado de ser. Y, en esa negación, nadie discute el “deber ser”. ¿Por qué debe ser así? Si, de hecho, no es. Todo esto obstaculiza la posibilidad que entremos en contacto con algo mucho más simple como es la felicidad. En la felicidad no hay competición. En realidad, cuando la gente se reconoce, no se daña. Por ejemplo, cuando hablamos de ética nos referimos a la ética jurídica: castigo, culpa, muerte, etc. Pero hay otra ética que es esencialmente amorosa. Es decir, yo no te voy a robar, no te voy a hacer daño porque tengo una exigencia biológica que va con vos. O sea, que si yo no reconozco esto, me voy a hacer daño a mí mismo. Entonces, tenemos una ética amorosa y una estética, que es biológica. Entre los seres vivos hay una danza de veinticinco horas: son los ritmos circadianos. Se ha determinado que cuando la comunicación humana es eficaz, la gente se acompaña en los ritmos biológicos. Si a esta altura de la conversación nos vinieran a medir, encontrarían que estamos con la misma presión arterial y los mismos ritmos cardíacos. Se mide acidez, alcalinidad, circulación, ritmo cardíaco, etc. Y se encuentra que las personas empiezan a avanzar en los mismos ritmos. Es el ritmo que se encuentra entre la madre y el hijo y que evita que el bebé tenga muerte súbita o autismo. Lo mismo sucede entre una tía y su sobrino, etc. Uno debe prepararse para el ritmo circadiano, para esta danza biológica entre las personas. Hace poco atendí a un paciente derivado por un médico con un cuadro de presión emocional. De un momento a otro se le bajaba la presión. Cuando le pregunto qué otra persona de la familia tiene problemas de presión, me contesta que el padre. Parece que cuando a su padre se le subía la presión, a él se le bajaba. Después se nivelaba. Su papá había muerto hacía poco de un ataque y el médico no había visto esto. También la esposa y el hijo manifestaban problemas de salud al mismo tiempo. Eso es un ritmo circadiano: en este caso una familia que tiene una danza en sus ritmos biológicos. Vos regulás todo en función de tus conexiones emocionales y biológicas de las personas con quienes convivís.

¿Qué sucede cuando no se convive armoniosamente?
Lo que no es armonioso, lo que no es coordinado, es terrible. Puede ser mortal. Por eso un biólogo habló de “la pasión de convivir”. Y esto tiene mucho que ver con lo amoroso. Amoroso con minúscula, no amoroso trascendental o genital: es la caricia diaria que se dan las personas que tienen pasión por convivir. En nuestra sociedad se niegan las emociones y se niega el cuerpo. Hay una negación violenta del cuerpo del otro. Pero si niego el cuerpo del otro, niego mi propio cuerpo. También las emociones. Para esta sociedad, un hombre que habla de las emociones, es puto. Y si se le ocurre hablar de amor, seguro que es puto.


LA FALTA

Muchas veces nos encontramos pensando en lo mucho que nos falta para ser felices y descuidamos la idea de que todo eso que podríamos “lograr” está ya en nosotros.
Claro. El “deber ser” es como un ojo que pongo al final y que me dice lo que no tengo.

Hay vidas enteras persiguiendo esa zanahoria, ese paraíso perdido.
Ojalá fuera zanahoria porque ya lo tendrías claro: perseguirías vitamina A, algunos minerales. Pero ahora no hay ni eso.

¿Cómo influye la situación social y económica en la manera como se percibe el hombre con respecto a su felicidad?
Economía no hay. Hay finanzas. Y las finanzas siempre niegan a la persona. No hay ningún lugar en el mundo en que los intereses bancarios tengan el nivel de los que tenemos nosotros. No hay otro ningún lugar en el mundo donde la patria financiera siga tan viva y creciendo como acá, donde cada dos casa tenés una financiera. Entonces, en este contexto, hay que aclarar que no hay economía. La economía tiene que ver con la buena administración de los bienes, de tal manera que sostenga la existencia viva de las personas. Por eso en la antigua Roma, donde se creó este término, la economía era sostener al padre y al abuelo, que orientaba cómo hacer para que los nietos y bisnietos siguieran vivos. Debía alcanzar para comer, sustentarse, producir y seguir con vida. Pero acá no está planteado el sustento del hombre. Y ningún partido político –del signo que sea- está pensando seriamente en tener una propuesta económica.

En realidad no están pensando en el hombre.
No. Hoy el político está pensando en cambiar la esposa de cuarenta y cinco por tres de quince, cambiar el auto, salir de vivir en el Volcadero a tener una casita en Miami Beach. Entonces, toda esa idea que confunde entre felicidad y éxito, hace mucho mal. . El éxito quiere decir “terminé”, “me salvé”, “salí afuera”. Esa es la raíz de la palabra “éxito”. Pero eso no sirve para la vida cotidiana. En cambio, la felicidad y la alegría sí son para la vida diaria. La alegría significa “vivificar”, “embellecer”. Por ejemplo, vos tenés poco para comer, pero hacés un mantelito, lo ponés y todo cambia. Tenés sólo un café con leche, pero lo batía y lo hacés espumado… Yo atendí a un matrimonio al que el dinero le alcanzaba nada más que para que cenara el hijo. No alcanzaba para ellos. Sin embargo, un día me dice “Somos tan felices mi esposa y yo tomando el mate a la noche.” Por otro lado, hace poco le pregunté a una amiga que es económicamente poderosa, si era más feliz cuando su papá iba vendiendo de puerta en puerta para comprarle una casita a cada hijo o ahora que es increíblemente rica. Me miró y me dijo “Entonces”. Había sido más feliz entonces.

La felicidad no tendría que ver con las posesiones económicas.
No. La posesión y la pelea por el territorio es animal. Eso lo compartimos con los animales: pelear por la posesión de algún objeto y por el territorio. Pero eso no te lleva a la felicidad.

DARSE PERMISO.
¿Qué necesitamos para ser felices?

Muy poco. Siempre es algo generativo, algo creativo. Generalmente tiene que ver con la idea de crecimiento. Por ejemplo, se da con las plantas. Yo ahora planto cebolla. Saco sólo las hojitas para condimentar la comida que cocino. Veo cómo las plantitas mueven sus hojas en función del sol o cuando es de noche y me pongo contento porque esas hojas, que yo cuido, están creciendo. Entonces, se da una cosa de contagio, donde lo poquito tuyo está teniendo una dimensión increíble. No es por cantidad. Es porque, a pesar de ser algo chiquitito, es trascendente para vos. En realidad, la felicidad y la alegría no buscan la cantidad. Buscan la precisión, la conexión y lo cualitativo. Se alimentan de cosas muy pequeñas. Muchas veces estamos en un estado de felicidad, aunque pase desapercibido para nosotros.

¿Por qué unas personas son felices y otras no?
En realidad, es muy posible que las dos estén siendo felices. Pero nosotros tenemos ambiciones. Y la ambición quiere que algo sea permanente. Tampoco hay que explicarlo mucho: a la felicidad tenés que permitírtela. Fijate que por ahí te encontrás con alguien que te pregunta cómo estás y vos dudás en decirle que estás bien. Terminás diciendo “Aquí estamos”, porque si le decís “Estoy muy bien” parece raro. Pero estar muy bien es una cosa tan chiquitita, tan linda, que vos la cuidás, la protegés. Ahora, andá a explicarle al otro que no es que estás bien porque tenés determinada guita en el banco, que con el interés te compraste un auto nuevo y que vas a viajar a Europa. Inmediatamente, el otro entiende el “muy bien” como que tus ambiciones se están logrando.

A veces tenemos la idea equivocada de que hay tiempo para vivir bien. Y no es así. No hay más tiempo que el que estamos teniendo hoy.
No. No hay tiempo. Hay que hacerlo hoy. Además, nosotros somos más felices incluyendo a la muerte como parte de nuestra vida. Hay un teorema de Pascal donde dice que hay que vivir bien –no en el sentido de confort, sino de bienestar – por dos circunstancias: si hay otra vida y yo he vivido bien, entro habiendo vivido bien. Si no existe otra vida y ésta es la única, he vivido bien. La cosa es simple: Hay que vivir bien.

¿Cuánto crees que estamos dispuestos a arriesgar para ser felices?
Creo que cuando uno está en el amor – que no es trascendente -, en la felicidad y en la alegría, está en una permanente cosa novedosa. Y lo novedoso es incierto, es inseguro, es un riesgo. Volvemos al tema del “ser” y del “deber ser”. Nosotros hablamos de riesgo cuando creemos que es pronosticable algo que debe lograrse. Hay riesgo cuando vos hacés algo pensándolo como un estado final, equilibrado, sin conflictos.. Pero si vos pensás ese estado en proceso, ese “estando”, no hay ningún riesgo de nada. ¿Cuál es el riesgo? Lo que quiero decir es que el “deber ser” se te filtra por la idea errónea de que habría un “no riesgo”. Pero decime en qué no hay riesgo si todas las cosas tienen un grado de azar. Todo es incierto, es probabilística. Hay que hacer como el Ulises de James Joyce: salir a la calle sabiendo que todo un día es toda una vida.

(Esta entrevsta apareció originalmente en EL COLECTIVO 21 de Oct/Nov. del 2008. Vaya su publicación como un sincero homenaje a nuestro amigo y colaborador que nos dejó hoy pero que, como fue tan buen tipo, seguirá presente en todos los que lo conocimos)

martes, 25 de octubre de 2011

HOMBRE QUE MIRA AL RÍO

CHARLA CON TAÍ, CANTAUTOR

Por Gilda García



Con el andar pausado de quien sabe que ha encontrado su lugar y sólo debe reflejarlo, Fernando Ramírez, conocido entre nosotros como Taí, hace uso de la música y la palabra como pretexto para “sacar afuera lo que a veces parece estallar dentro de uno”. Caminador de la orilla y sabedor de las historias de su gente, a los 26 años, este cantautor y poeta paranaense no se cree dueño de su obra, sino mero vehículo de lo ya escrito, de lo ya dado.

Hace un año que vivo en Puerto Sánchez, en medio de la barranca. Me crié acá, en la zona que antiguamente se llamaba Villa Almendral. Pasé toda mi vida acá, siempre rondando la margen.
¿Cómo la pasaste con la subida del río?
Por suerte no hubo problemas en el rancho. Había que irle atrás a los movimientos de la barranca. Pero, por suerte, tranquilo.
¿Cómo te llevas con tus vecinos?
Son rebuenos. Estoy en un lugar en donde viven los pescadores más viejitos. Además, son todos parientes. Es un ambiente muy “familiero”. Estoy contento de vivir acá porque es un lugar que te da vista larga. Este es un lugar en donde han andado poetas y cantores. Marcelino Román vivió un tiempo acá a la vuelta en la calle Du Graty. Mis padres tenían amistad con una de sus hijas y el primer beso que se dieron fue en el patio del poeta. Así que parece que les salí medio poeta por toda la magia que ellos habían sacado de ahí.
¿Tu viejo es poeta?
Mi padre es escritor. En este momento es investigador de ovnis, todo lo que es metafísica. Pero la base de su escritura es romántica. Yo lo heredé bastante.
Mi madre de joven fue bailarina. Ahora es cocinera de panadería en general. Hace cursos. Somos cuatro hermanos. Yo soy el segundo.
Alguno de ellos suele escribirte letras.
Sí. Lo convoco para abarcar otras temáticas dentro de lo que estoy haciendo.

SACANDO AFUERA LO QUE ESTALLA ADENTRO

¿Cuándo empezaste a hacer música?

Van a ser nueve años que empecé haciendo folklore. Antes de cantar, escribía. Siempre tuve amor por escribir. Poesías como las de este librito llamado “El silencio” donde cuento un poco lo que he vivido en estos lares. No está editado, es una pieza única. Sería lindo que saliera algún poema en la nota. Los que sí tengo grabados son tres disquitos de edición limitada.
¿Editas en forma independiente?
Sí. Todo. Incluso le puse La Alba – el nombre de mi primer conjunto – a un sello para producciones artísticas. Lo hacemos con un grupo de amigos: un diseñador gráfico, Matías Francia, que ordena los afiches, los volantes e incluso los libritos. Con él nos gusta armar cosas, pero no queremos registrar las obras ni ganar dinero a través de ellas. Lo único que pretendemos es ir reproduciéndola para entregarlas. Es un sello que está al margen de los sellos. Ni siquiera está patentado. Tenemos ganas de hacer una muestra más adelante. Todas estas producciones las hacemos juntando las monedas. Varias de las cosas que he hecho han sido a fuerza de distintos trabajos como vendedor ambulante de sahumerios, caramelos, yuyitos.

¿Lo seguís haciendo?
No. Ahora tengo un trabajo convencional. Soy peón de la barranca. Trabajo en el rancho. Y siempre va saliendo alguna changa, lo que sea.
¿Para vos, la música es un medio de expresión y comunicación o un fín en sí misma?
Lo que importa es expresarme, la expresión en general: desde una pieza artesanal hecha con palitos y barro a un libro o una canción.
Las composiciones van saliendo por una cuestión natural, de instinto. Por un deseo de expresar algo que adentro estalla. No tengo una base. Recién ahora estoy empezando a leer algunas cositas. Al principio ni siquiera leía. Esperaba que la palabra misma apareciera en mí. No quería encasillarla en ningún lado. Lo mismo hago con la música. Nunca he ido a una escuela de música. Es más bien una cosa autodidacta. Y me gusta mantener eso. Creo que para todas las personas es posible sacar eso que a veces estalla dentro de uno. Y, de esa manera, entregar lo que florece. Pero siempre sin hacer propia la obra. Considero que todas las obras que pasan por nuestras manos son parte de una obra mayor que viene del más allá, algo que estuvo todo el tiempo.
Entonces vos serías un vehículo.
Claro. Ahora en “Pasionario” (disco) no pusimos quienes eran los autores. Incluso atrás del disco dice; “dedicado al dador eterno, creador de lo creado, artista infinito del universo apasionado”. Ese es el concepto del disco. Es decir, la obra no es nuestra, es algo que viene del dador de la vida.
¿Quién sería el dador de la vida? ¿Dios? ¿El Cosmos?
El Cosmos sería parte de él. También nosotros, el río y el viento. Respecto a la poesía, por ejemplo, yo siempre guardo en mí una frase que dice; “no hay mejor poema que el que pueda ser habitado por nosotros”. No hay poema más lindo que aquel que podamos habitar. Es algo que ni siquiera está escrito. Es el silencio, es la contemplación. Si bien puede expresarse un momento, un instante, en cuatro renglones, es sólo para testimoniar un estado.
¿Trabajas sólo o con algún grupo?
En este momento estoy como solista, pero a la vez cuento con el apoyo de un montón de jóvenes que se prenden a mi convocatoria. He estado con grandes artistas a quienes iba a ver cuando ni siquiera tocaba y deseaba ser como ellos. Pasaron siete años y en un momento todos juntos estábamos por subir a un escenario. Yo les decía que pensaran que están en los sueños de algún adolescente. Esto es un poco la magia de las cosas.
¿En que lugares estas tocando?
Hace un año que no toco. Desde que empecé a trabajar en el rancho, me concentré en restaurarlo. Y realmente es como una gigantografia. Es la obra más importante que he podido llegar a hacer. Si bien tengo medio chongas las manos, estoy contento porque es como una gran obra de arte.
¿Vivís solo?
Vivo con Irene, mi compañera. Ella es ceramista. Tiene un taller en el rancho, trabajamos juntos. Vivimos el día a día, juntando la moneda, sin proyectar demasiado. Con lo justo y necesario. Incluso practico eso: vivir con lo necesario y no más que eso.
¿Siempre pensaste de esta manera?
Ahora lo practico pero es algo que viene manifestándose desde que el arte me agarró. Es como una cosa que se fue desarrollando.
¿Qué pasaría si algún día te sobra?
En ese caso me gustaría producir. Si bien en este momento estoy como asesor, como consejero artístico de mis compañeros, en el futuro me gustaría producir sus obras. Por ejemplo, grabarle el disco al Pato Sosa, que es un excelente músico sin ninguna grabación. También a Julio “el islero”, “el montielero”, a Alfredo Arce. Irene misma, que canta hermosas canciones. José, un amigo del barrio, que canta coplas de los años treinta. Si me sobrara muchísimo, pondría un centro para los viejitos de la calle, un lugar donde puedan estar bien. Hay un montón de ancianos que no tienen a donde ir ni donde estar. Eso es lo que siempre pienso y esa es mi base. Creo que donde más luz hay, más oscuridad existe enfrente. También llevo esa realidad conmigo.
Vos has compuesto distintos tipos de música.
Sí. En este momento solo tengo seis temas grabados en estudio, divididos en tres partes: “Pasionario” es el tercero que contiene boleros canción, Antes de este había un disquito llamado “Interior”, de folklore “desfronterizado”. El primero fue uno de música “moderna”. A la vez, hay un trabajo de investigación sobre el candombe y la guarania: esto lo tengo encarpetado, pero no está grabado todavía. Es en lo que estoy trabajando. Tengo que ahorrar para llevarlo a grabación.

ANDARIEGO DEL RIO

¿Salís a pescar?

No soy andariego de este río. Soy un observador. Aprendo mucho de los pescadores, ellos también están tirando en el día a día. Este es mi lugar en el mundo. Puedo ir a otro lado, a la metrópolis, pero tengo que volver. Acá me compongo a mi mismo. Y no me quiero descomponer en el barullo de otro lugar. Quiero mantenerme así.
¿Fue fácil que te aceptaran no siendo de la costa?
De alguna manera yo trabajé para el encuentro durante muchos años: acercándome a los gurises, a los viejos. Siempre anduve rondando por acá, me veían con la guitarra. Y en la Navidad del 2005 nos invitaron a formar parte del pesebre viviente donde siempre se convoca a la pareja más nueva formada en el lugar y al último niño nacido. Ellos nos observaron y, de alguna manera, nos adoptaron. Nos dijeron que había un rancho abandonado y que podríamos vivir ahí. Lo compramos y me puse a renovarlo.
¿Tenés experiencia en este tipo de trabajo?
Siempre me gustó trabajar en renovación de jardines, patios o casas. Trabajé muchos años en la casa de un capitán de barcos. Después fui juntando alambres, chapas, fierros y los llevaba al galpón de la casa de mi abuelo. Me sentaba a mirar todo ese fierrerío y sabía que iba a servirme para algo. Tiempo después, con todo eso, restauré mi rancho. Estoy muy orgulloso de eso. Creo que todo lo que soñamos con el corazón podemos llevarlo adelante. Y hace unos días puse en el rancho el último fierro que tenía en el galpón del abuelo.



Alma de costero

Tal vez yo buscaba en lo alto de una letra
para alzarme a este cielo de estrellas
en los brazos.
Tal vez buscaba una música
que asuma el reflejo del río enamorado
y a la yunta de los pájaros con él.

Permanecí en la orilla
encontré mis lágrimas allí
bordándome un poema azucarado.
Invoqué a los sauces
sollozo en un suspiro
y caminé Puerto Sánchez
palpando sus latidos
con los pies embarrados
pero limpio.


Oración a la vida
Se quiebra la barranca
y mi alma
semeja la templanza
del paisaje
que se forma.

Se quiebra la barranca
se desploma
un gran cuerpo que es noble
dorado de poemas
y de acordes.

Cuan frágil es la tierra
Cuan frágil somos hermanos míos.

(De “El silencio”)

(DE REVISTA EL COLECTIVO 14. Mayo/junio 2007)

domingo, 16 de octubre de 2011

"LA GLOBALIZACION ENMUDECE LA CULTURA DE NUESTROS PAISES"

CHARLA CON LA CANTAUTORA LIUBA MARIA HEVIA
Por Osvaldo Quintana


El silencio en el Teatro 3 de Febrero es impresionante. En el escenario van pasando ballenatos, tangos, guajiras y milongas interpretados por una voz muy dulce y especial aunque prácticamente desconocida por estos lares. Es que, la cantautora cubana Liuba María Hevia, parte integrante de la Nueva Trova junto a músicos como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, ha logrado cautivar a una audiencia que se pregunta en donde ha estado todo este tiempo.

Da gracias al cielo cuando comprueba que no llevo conmigo ninguna cámara de televisión sino tan solo un mísero grabador y encima con pocas pilas. Hace sólo unos instantes que Liuba ha finalizado su recital donde estuvo acompañada por el guitarrista José Guerra. Es la primera gira que realiza por nuestro país y la cantautora cubana esta con cansancio atrasado. No hemos parado un segundo, confiesa resignada. Minutos después, ya más distendida, enciende su primer cigarrillo.


¿Por qué elegiste el canto?
Bueno, yo no sé si lo elegí...o él me eligió a mí. Porque yo me recuerdo desde niña jugando. En mis juegos siempre aparecía de una manera u otra, el canto. Hacíamos una especie de concursos de cantantes, jugábamos a los cantantes. Ese tipo de juego que suelen tener los niños. Y ese juego era muy reiterado, me gustaba mucho, siempre me llamó la atención la música y sobre todo la magia de cantar. Y desde los ocho años empecé cantando.
¿Y la composición?
La composición vino un poquito después. A los 13 años aproximadamente hice mis primeros intentos, pero a los ocho empecé a tocar un poquito la guitarra. Y, bueno, por supuesto que las canciones que después fui cantando son muy posteriores. Yo canté siempre: en la escuela cantaba mis canciones cuando las iba escribiendo. Cuando yo las cantaba lo hacía para probar como estaban, las cantaba temerosa y muchas veces no decía que eran mías. Hasta que de a poco me fui acostumbrando a decirlo y participé en festivales en la escuela cantando mis canciones, como mucha gente en Cuba. El cubano es netamente trovadoresco, ama mucho lo que es la canción y sobretodo la canción con la guitarra.
¿Cuáles fueron tus maestros?
Fueron muy disímiles. Yo pienso que los más importantes fueron la Nueva Trova, Silvio, Pablo...Serrat. Las corrientes latinoamericanas que llegaban a Cuba en los setenta influyeron mucho en mí. Yo era una niña ( nací en Diciembre de 1964) y escuchaba mucha música latinoamericana, muchos grupos que sonaban en ese tiempo: canciones de Violeta Parra, Victor Jara. Ellas fueron conformando un gusto estético a un determinado tipo de canción.
¿La canción política también está presente en tu repertorio?
Sí, pero no es un planteamiento directo el que yo me hago. Yo compongo lo que siento, lo que me sale, y creo que el tema social siempre está incluido dentro de esto. Es una de las características de la canción cantautora, ¿no?
¿Cómo viven los músicos en la isla?
Yo hace 21 años que me dedico a la música y vivo de ella. Más que vivir de la música, vivo para la música. Yo soy una mujer obsesiva. Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy generando cosas, siempre tratando de hacer lo mejor posible mi trabajo. Y así hay mucha gente que vive de la música, también en Cuba. Que se dedican a la música. No es como en otros sitios, donde he conocido grandes artistas que hacen su trabajo muy bien pero tienen que acudir a otros oficios además de la música. En el caso nuestro tengo que reconocer que los cubanos somos privilegiados en ese aspecto, porque hemos elegido una carrera que podemos hacer y tenemos el apoyo del Ministerio de Cultura y de las Escuelas de Artes
Hay varias Escuelas de Arte. De hecho, de la Escuela Nacional de Arte se gradúan todos los años un buen grupo de jóvenes músicos. Yo creo que hay más músicos de la cuenta. Porque el cubano es muy musical por naturaleza.

Nunca podré escapar de mi niñez, revela en uno de los temas pertenecientes a Ángel y Habanera, su último trabajo discográfico. Así es que el recital entrelazara amores, sueños y ausencias junto a aquellos recuerdos de la infancia, sus abuelos, sus maestros. Incluyendo, por si quedaran dudas, aquellas canciones para chicos que su voz recrea de una manera singular.

¿Cómo llegaste a interpretar canciones infantiles?
Bueno, a mí siempre me gustaron las canciones infantiles y tuve la dicha de tener unos padres que me hacían escuchar, me inducían a escuchar música infantil a través de los programas radiales y televisivos. Escuchaba canciones de Teresita Fernández, una señora que quiero mucho y que desgraciadamente no se conoce demasiado en algunos países de América. En España se conoce un poco y en Cuba es adorada por muchas generaciones de cubanos. Maria Elena Walsh también escuchaba, afortunadamente, una de las grandes compositoras para niños, el mejicano Gavilán Soler y, bueno, todo ese tipo de música que siempre me gustó. Yo trabajé a los 18 años como profesora de terapias musicales en una escuela especial. ¿Qué son las escuelas especiales? Son escuelas creadas por el Ministerio de Educación para niños que tienen problemas de conducta, que tienen lentitud en el aprendizaje por situaciones casi siempre familiares. Muy particulares. Y reciben varias asignaturas especiales. Una de ellas es la música. Pero más que el trabajo teórico, es un trabajo de estar con ellos, de montar canciones, de enseñarles temas, coloridos de canciones. Ese fue mi primer contacto con la canción infantil, a la hora de interpretarla. Luego conocí a Ada Elba Pérez, en el año 88. Y ella compuso un grupo de canciones para que yo las cantara que hoy son parte de mi repertorio. Canciones muy conocidas en Cuba, que se hay publicado también en España y ahora en México. Y que nos ha dado mucho placer hacerlas.

¿Cuántos discos tenés grabados?
Seis discos.

¿Y cuantos se editaron en nuestro país?
Ninguno. Mi primera visita a la Argentina es esta. Y uno de los planes que hay con el grupo de personas que quieren apoyarnos, que son muy solidarias con Cuba y sus artistas, es tratar de lograr que los discos estén por acá. Están en varios sitios: en España, México, Cuba. Acá no. Sólo hemos traído unos pocos que mandó la discográfica con la que estamos ahora que es una discográfica cubana. Y esa es la idea. Es una manera de estar un poquito presentes, porque hemos empezado prácticamente de cero aquí. No nos conoce absolutamente nadie, sólo algunos cubanos y personas como Eduardo (Rodríguez, productor del espectáculo), gente que ama la Trova, esos son los que han puesto un granito de arena. Con un resultado que sí se ve, porque en algunos conciertos me han pedido canciones que están incluidas en mi discografía, que son canciones mías y que no tienen por que pedirlas si no han oído los discos. La idea es tener un poquito más en serio la presencia del disco para poder darnos a conocer.

¿Cómo está la situación social en Cuba?
La situación económica no está bien, por el bloqueo que sigue aumentando. Pero siempre estamos tratando de buscar alternativas para mejorar. Sobretodo para cuidar los valores de las cosas que se han logrado en salud, en la educación.
¿Has hecho giras por distintos lugares del mundo?
Sí, como no. He estado en Colombia, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Perú. En España, en Francia, en Suiza. En países de África, también.
¿Qué recepción has tenido?
Generalmente la gente es muy amable con la música cubana aunque no conozca el trabajo directamente. La gente se identifica bien con la canción cubana por toda la historia que tiene, ¿no?
En estas giras que has hecho tuviste posibilidad de conocer otras realidades. ¿Cómo has visto al mundo?
De la cabeza, como dice Enrique Santos Discepolo. Un desastre. Pero hay que cantar y hay que hacer cosas. Cada uno en su oficio. A mí siempre me llama la atención y me genera curiosidad conocer la gente, la cultura de los países. Por ejemplo de aquí me gusta conocer gente como el Zurdo Martinez que me enamora cantándome unas chacareras, por ejemplo. Y defendiendo las cosas autóctonas. Creo que es importante tener personas como él. Y gente así hay en todos los sítios:a veces son los menos, porque la globalización daña también el tema de la cultura, va enmudeciendo a los países. Pero siempre que haya gente así, que defienda esos valores y que los muevan, vale la pena.
¿Compones durante las giras?
Me ha pasado en algunos momentos. Pero, por ejemplo, en este no me ha ocurrido. Aunque estoy muy conmovida soy una mujer muy dada a la inspiración. Y tampoco he tenido un minuto. Hemos estado moviéndonos todo el tiempo.
Recién recordaste al Zurdo Martínez a quien le dedicaste un tema que hablaba de los sueños. ¿Cuáles son los tuyos, hoy?
Quizás los que tiene todos: que las cosas mejoren en el mundo, que la gente pueda sentirse mejor. Yo digo: cada cual en su espacio, aportando su pequeño granito de arena. Yo, tratando de hacer mi parte, realizando mi trabajo lo mejor posible y sintiendo, sobretodo, que tiene alguna utilidad. Más que el adorno y la búsqueda de la belleza, lo que más me interesa es sentir que hay un poco de utilidad en lo que hago. Y, en definitiva, creo que por eso es que canto.

Entrevista aparecida en EL COLECTIVO Nº 4- abril-mayo de 2005

jueves, 13 de octubre de 2011

PACO URONDO: LA PALABRA EN ACCION

Por Osvaldo Quintana


“Ya es hora de perder
la inocencia, ese
estupor de las criaturas que todavía
no pudieron hacerse cargo
de la memoria”.

(De “Mi tierra querida”)
Hace 29 años, allá por Guaymallen, Mendoza, los asesinos de la última dictadura militar acababan con la vida de uno de los mayores poetas de su generación. A partir de allí, la obra de Francisco Urondo fue sumergida en la oscuridad más profunda. Por estos días en su ciudad natal, Santa Fé, personalidades como Osvaldo Bayer, Horacio Verbitsky, Cristina Banegas o Miguel Bonasso junto a su hermana Beatriz y sus hijos Angela y Javier, entre otros, fueron convocados alrededor de una figura emblemática de nuestra historia. Había sido escritor, poeta, guionista, periodista, militante. Todo eso indisolublemente junto. Hoy, pese a sus libros quemados e inhallables, su palabra se abre paso, silenciosamente, entre las nuevas y viejas generaciones ávidas de entender, de hallas pistas, de saber de aquella historia silenciada, extraviada en algún lugar de la memoria.


Charla con Javier Urondo:
“MI VIEJO ERA UN TIPO COMUN”



Desde el comienzo sé que no va a contarme más de lo que quiera contar. Amable pero reservado, establecerá cercos para el Urondo privado, escogera cuidadosamente sus palabras y dejará algunas respuestas flotando en el aire. Javier Urondo, campera en mano, anteojos sobre el pelo y algunas heridas que con el tiempo parecen ir cerrando, transmite paz. Tiene 47 años, uno más de los que alcanzó a cumplir Paco Urondo, su padre, a secas.

- El viejo siempre fue bastante dividido entre la militancia y su vida cultural. Dividido caprichosamente, como si fueran dos personas. Y bueno, la frase que resume esto, esa de que tomó las armas porque buscaba la palabra justa, es una buena visión. Es cierto todo lo que dice Desaloms (director del documental “Paco Urondo, la palabra justa”) de ese olvido forzado del viejo y esta bueno, como primer paso, reiniciar la discusión de todo lo que fue el proceso de los 70 a partir de algunos personajes que son más conocidos y paradigmáticos.

-¿Cómo ves a esta semana de homenaje a tu viejo? ¿Te parece un reconocimiento?
-Me parece que pueden pasar muchas cosas más allá de la movilización que genera e instala, de alguna manera, la discusión. Cualquier proceso que tenga a bien discutir, me parece que abre un espacio para pensar no para dogmatizar. Y está bueno que la gente empiece a pensar a partir de su propia historia, de su propia vida; y no a partir de no saber cual fue su pasado propio, que es lo que pasó en este país y porque hay algunas cosas que son consecuencia de otras. Poder pensar eso ayuda. El homenaje es como un esfuerzo contracultural al no homenaje constante.



-¿Le hubiese gustado a tu viejo?
-Yo soy un poco crítico de estas cosas. El tema somos los que quedamos, cómo llevamos las cosas, y creo que tenemos que llevarlas con honestidad y con nuestras creencias. Él ya no puede decidir nada, lamentablemente. Yo no me animaría a opinar que es lo que le gustaría. No me corresponde. Es de él y se quedó con él.

-¿Qué recuerdos te vienen a la memoria cuando pensás en él?
- No es el que todos conocen. Es el recuerdo de “mi viejo”, de la vida íntima de un hijo y un padre. No de la pública.

-¿Qué te parece que heredaste de él?
-Algunos problemas (se ríe). No, no sé. Me crié con él. Supongo que debo tener algunos gestos o cosas. Cuando a él lo matan yo tenía 19 años, así que lo disfruté bastante.

-¿Cómo era como padre?
-Muy buen padre y bastante vertiginoso. Era bastante dificil seguirlo en todo lo que estaba haciendo todo el tiempo. Tengo un muy buen recuerdo de él.

-Algunos hijos les han criticado no haberles dedicado más tiempo a ellos.
-Esa es una discusión que, creo, surge invitablemente. Sobre todo en los hijos que no han podido disfrutar a sus viejos porque han sido desaparecidos. Y queda como esta cosa de la disyuntiva entre la revolución y el amor, cual es más importante para un padre. Entonces, el riesgo que se corre es transformar a los viejos en una especie de superheroes. Y la verdad es que eran tipos comunes, como también lo era el enemigo. Tipos que van al supermercado, tienen una familia. Ni los enemigos son monstruos con escamas y colmillos, ni los amigos son paladines de la justicia. Son gente común que toma caminos a veces terribles y a veces un poco más dignos.

-¿Militás en alguna agrupación como HIJOS?
-Tuve un pasaje por HIJOS pero hay un problema generacional. Soy muy grande para HIJOS y, en general, tenía cierto nivel de conflictividad, porque los pibes lo que tienen es justamente que son como el testimonio vivo de algo que no se acuerdan. Yo tenía una gran diferencia: yo sí me acordaba. Así que yo tengo también la sensación de haber sido el testimonio o lo que queda de la derrota. Yo no estaba teniendo la misma vivencia que ellos. Y mi sensación era que las agrupaciones de Hijos en algún momento, como muchas de Derechos Humanos, terminan siendo endógenas y no abarcativas. No trataban de ser organizaciones. Más bien terminaban siendo retroalimentadas y me parecía que no cumplían la función que tenían que cumplir. Ya dejaba de ser una agrupación y pasaba a ser un grupo militante de convicciones. Pero excluía a todos los hijos que no sabían por que eran hijos, ni de historia política ni mucho menos.

-En la película vos hablás como parte integrante de Montoneros en aquel tiempo.
-Yo tuve una militancia familiar obligada. Toda la familia militaba. Era muy chico. Pero a mi casa iba Carlos Olmedo. Yo trabajé, tuve una militancia incipiente en las agrupaciones estudiantiles. A los 16 años yo trabajaba en la estructura del aparato del periódico El Descamisado. Después trabajé en otros proyectos de prensa y estaba inevitablemente involucrado. Corría los mismos riesgos que si no militaba. Tenía que funcionar orgánicamente aunque no militara, como si lo fuera.

-Esa clara postura reflejada en la película sobre la relación pendular entre Perón y los Montoneros, ¿es una visión que ya tenías en ese momento o la fuiste elaborando a travez de los años?
-Creo una cosa importante: yo no cargo con la derrota, no fue un proyecto mío. Por eso puedo tener una discusión desprejuiciada, nada más. Es mi lectura. Tampoco es algo que haya discutido ni contado. Es lo que trato de entender de ese proceso. Lo que no me gusta es convertirlos en héroes ni hacer lecturas forzadas. De los sectores intelectuales yo siempre esperé mayor nivel de pensamiento y esto no ha sucedido después de la derrota. No he visto grandes comentarios de la derrota como para tratar de entender qué cosas se hicieron mal, más allá de la bestialidad del otro lado.

-Una autocrítica.-
Exacto. Y me molesta mucho que el tipo que haya desarticulado más el discurso de la derecha haya sido alguien como Balza. Hasta el día anterior en que habló Alsogaray seguía negando en televisión la existencia de los desaparecidos. El día después en que Balza, con esa cosa tibia, todo lo que vos quieras, dice desde la institución:” Nosotros somos los responsables de las desapariciones de personas y esto se hizo”, desarticula el discurso de la negación. A mí me duele mucho que no haya habido una buena estrategia de discusión y autocrítica de los sectores intelectuales. Más bien hubo un alejamiento de la verdad. Ni se hablaba de la derrota. Hablaban como si hubiésemos ganado algo, cuando en realidad no fue así.
-¿ No tenés la impresión de que acá todo se tira bajo la alfombra, que nunca aprendemos mucho de nada?-
No sé si bajo la alfombra. Creo que la gente a veces no acepta las cosas como son y quiere forzar la historia. A veces es muy cruda la realidad pero es la mejor manera de entenderla, sabiendo que no es complaciente. Es algo que, seguramente, vas a tener que aprender de ella y ver como accionar sobre esa realidad de una manera razonable y posible. No épica ni mágica.
-¿Te pesa esto de ser hijo de desaparecidos?
-Me pesa ser hijo de Urondo. Ser el hijo de.. siempre es complicado. Pero se aprende a vivir con eso. Tiene sus ventajas y desventajas.
-¿Cómo ves a la distancia la militancia de tu padre?
-Yo no tengo una visión crítica porque es una decisión muy personal. Creo que la militancia era un estigma de toda esa generación. Lo llamativo era la no militancia. Hubo todo un movimiento desde los 60 con un discurso muy militante. Incluso de personajes como Noe Jítrik, personajes como Giussani, que después trataron de lavar sus culpas haciendo una lectura forzada de lo que había pasado. El participó en el proyecto del diario Noticias y sabía perfectamente lo que era. Acá nadie es inocente. Participó porque, en algún lugar, creyó que era un espacio de poder posible. Y después vuelve del exilio y se transforma en columnista de Campolongo, en el ATC del alfonsinismo. Yo creo que eso es más dificil para la vida. Esa cosa de haber creido y después decir que no creiste.

¿Qué opinás respecto a a la anulación que se conoció hoy respecto a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida?
-Más allá de lo mediático, de lo explosivo y lo bien que vienen para hacer política todas estas cosas, lo que es beneficioso es beneficioso y no lo discutamos. Es una cosa más corriente. Que la DGI vaya a clausurar un almacen cuando en el Mercado Central entran 20.000 camiones sin que nadie los revise y sin que tiren una sola factura, tiene que ver con la falta de simetría de la ley en este país. Que haya tipos que se afanaron un par de gallinas y que esté Massera yendo al Super... son esas cosas de las asimetrías o de la duda que genera en todo el mundo de que la justicia sea una herramienta posible. Me parece que está bueno que las asimetrías empiecen de una manera a tener más sentido. Y si el tipo que robó una gallina va preso, Massera debería estar en bastantes prisiones. Yo no estoy diciendo que este bueno robar gallinas (se ríe), lo que digo es que está bueno que esté preso Massera.
-¿Nunca sentiste la necesidad o el impulso de hacer justicia por mano propia?
-No, no.
-¿Por qué?
-Bueno, primero que no sería justicia. Ya la mano propia le saca el valor de justicia.
-Pero al no existir justicia...
-Sí, bueno, pero yo no construyo mi vida así. La destruyo. No sé construir así. No se me ocurriría. Para mí Videla no es el enemigo principal. Para mí los enemigos principales son los tipos que se enriquecieron el el 76. Los que pudieron sostener esto. Videla es un instrumento.
-¿Cómo pensás que tendría que ser recordado tu viejo? ¿Cómo te gustaría?
-Familiarmente nosotros lo recordamos en la intimidad. En lo público yo ya no lo manejo. Forma parte de los que le gustan lo que escribe...
-Insisto, ¿Cómo te gustaría que sea recordado?
-Así me gusta. Pero no pretendo algún recuerdo en especial, digamos, al que le gusta recordarlo leyendo en su casa, en privado, o como personaje o lo que sea, es válido. Me parece que la parte pública no me pertenece, no le pertenece a la familia. Es lo que él hizo para que lo lean, para que lo vean o para que lo sienta alguien anónimo que va a recibir lo que hizo. Nada más.


QUISIERA ESCRIBIRTE ALGO
Quisiera escribirte algo
quisiera decirte tantas cosas
recién ahora tengo lugar para acordarme
estuve ahogado en el silencio del horror
alguien detuvo nuestra relación para siempre
alguien apagó la luz
y no me dijeron para donde tenía que correr
pero corrí
quería contarte tantas cosas, qusiera preguntarte otras
corrí tanto que me olvidé de llorar por vos
“y por tu hijita querida” (como vos llamabas a Claudia)
corrí tanto que me olvidé de mi nueva hermanita.
Mis culpas de no haber llorado, hecho algo por ustedes,
se me hace más incomprensible que la realidad misma
quisiera abrazarte como nunca me animé a hacerlo antes
quisiera contarte tantas cosas Papá,
quisiera que me expliques todo esto
como han destrozado todo, de la misma manera
que han destrozado a nuestra familia.
Tu padre se murió de tristeza, tu madre
que se quejó toda la vida de nada, al fin tuvo motivos
y su cuerpo no se quejó más para siempre.
Tu hija Claudia se perdió junto a su esposo,
en esta ciudad mágica, donde desaparece tanta gente,
tu vieja casa de San Telmo ya no está más;
de tus amores sé muy poco
pero se algo de mamá quien fue tu Mujer;
ella supo apretar los párpados para no llorar
ella supo morderse con fuerza para no gritar,
y todos estos años nos soportamos en silencio
nuestras tristezas y nuestra soledad,
tu última mujer se perdió junto con vos,
en Mendoza, fue tan lejos...
Hoy de golpe tu nombre empezó a resonar
todo el mundo se acuerda de vos, Rodolfo y Haroldo
casi es como que está de moda y me molesta un poco
Mucho no entiendo, sé muy poco de tu vida
quisiera que me expliques todo esto
quisiera conocerte un poco más.
Tus conocidos y amigos se acuerdan siempre de vos
fuiste un ser muy querido
trato de hablar con ellos
para que me cuenten un poco más
quisiera que me cuenten de papá
quisiera que me cuenten lo que no me podés contar.
me quedé con muy pocas cosas tuyas
algún libro dedicado
tu saco y tu bufanda
quisiera tener más
quisiera haberte visto canoso
quisiera haberte dado nietos
alguien nos interrumpió
no nos dejaron disfrutarnos
no te dejaron hacer suficiente
les molestaba tu forma de ver las cosas.
Quisiera que me ayudes a crecer
quisiera no tener que escribir estas cosas
Te quiero PAPÁ.

JAVIER URONDO
(Publicado en revista CARAS Y CARETAS, Julio de 1984)


NOTA APARECIDA EN EL COLECTIVO Nº 6- JULIO/AGOSTO 2005

LOS EXPATRIADOS DE LA CELEBRACIÓN

Por Silvana Melo



Ya el censo 2010 había abierto las puertas a cierto horror espasmódico en grandes medios y medianos actores políticos. Que las villas crecieron un 52% en todo el país no es una noticia que pueda provocar perplejidad en nadie con algún centímetro cuadrado de conciencia. Pero aun así, la piel social vuelve a erizarse cuando, cíclicamente, vuelven a asomar números fastidiantes que revelan una realidad fastidiante barrida convenientemente debajo de la alfombra de la primavera argentina. Ahora es una ONG la que ofrece en bandeja títulos de hecatombe para ser utilizados –paradójicamente. O no- por quienes son y serán activos cuidadosos del statu quo. Dicen que en los últimos cinco años se conformaron 90 nuevas villas en el conurbano, que el crecimiento poblacional desde 2001 llegó al 55% y que los asentamientos que inflaman los ya obesos anillos circundantes a la capital van por el número 864.

Más de medio millón de familias -¿dos millones de personas? ¿tres?- se hacinan en los mundos subsidiarios de El Mundo, en los arrabales de la fiesta umbilical de la capital de la vida, donde está la salud, la escuela, la comida, la luz y la celebración de los privilegiados. Para que quede claro: cualquier política hacia las villas elevada desde lo discursivo por cualquier oficialismo, es y será falaz. Un déficit habitacional de tres millones de casas en todo el país, sin horizonte de alivio, sin planes serios, sin créditos hipotecarios alcanzables, con construcciones en serie valuadas como exclusivas de Puerto Madero, con partidas millonarias que se pierden en los recodos y nunca llegan a las paredes, con parcelas en las puertas del infierno que cuestan como praderas en las ventanas del cielo. El diez por ciento de la población del país se apila, se amontona, se asfixia y resiste su cárcel social sólo en los asentamientos y villas del conurbano y la ciudad autónoma. Ese es el espacio concedido. No hay otro. No lo habrá.

Lejos de existir una voluntad política sincera y profunda de amnistiar a tres o cuatro millones de presos de las orillas urbanas, es una decisión sistémica la de sacar del medio –literalmente- para confinar a los extremos y al afuera bien afuera a todos aquellos que no serán utilizados ni formarán parte del proyecto metódicamente minoritario que encarna el capitalismo del tercer milenio, sin rivales ni competencias serias. No hay techo para ellos ni necesidad de levantarlo. No hay trabajo para ellos ni lo habrá. Sobran en una sociedad con mano de obra tecnológica y formalidad para una elite. Una pirámide sostenida en su base por changarines, golondrinas, ocasionales en negro, oficiales –del oficio y no del uniforme- semicapacitados y sobrevivientes de la agonía y muerte del trabajo en los últimos 25 años. En un límite delgadísimo suelen caer al infierno del destierro y a veces vuelven y otras veces no. La cárcel a cielo abierto –como Alberto Morlachetti llamó al sistema villero de exclusión hermética- se ubica en el área soterrada de la pirámide. Es el abajo del abajo. No el patio, sino la calle. No el sótano, sino el inframundo. De donde no se sale, por alta decisión tomada. Cuya frontera no se supera porque el preso social fuera de su presidio pasa a ser semilibre en una tierra ajena, con bienes ajenos, con suelo ajeno. Donde no tendrá lugar ni plato ni destino. Y cualquier bala perdida acertará finamente en su cabeza. Sin que nadie –como el homo sacer de Agamben- deba hacerse cargo de su homicidio.

Como una copia fotográfica del sistema penitenciario, la cárcel a cielo abierto suma y engorda día tras día, con el descarte que queda después de la selección. Adentro, se construyen vigorosamente casillas una tras otra, una sobre otra, chapa, cartón, bloque, plástico, chapa, cartón, bloque. Caen diariamente de a diez o quince que tienen que pagar el pedacito de tierra del que nunca serán dueños. Se colgarán de la luz, pagarán fortunas por una garrafa, comprarán en la feria de rescate del basural, venderán paco, comprarán paco, consumirán, morirán de cuchillos lacerantes de humo en el cerebro y en los pulmones, de balas vecinas, de transas vengativos, de policías cómplices, de pulmonías en piso de barro, de infartos sin ambulancia que entre.

Nada cambia en el corazón villero con el gobierno que pase, con el contexto económico floreciente o con las tijeras del ajuste, con planes Jefes o con cooperativas. Nada les cambia a los que fueron descartados. Porque fueron descartados. No se los mira, no se los ve, se los encierra en sus cárceles a cielo abierto para no verlos y para que no entren a fastidiar a los turistas ni a dejar la basura desparramada en la calle. Para que no se les ocurra reclamar la parte que les corresponde. Porque ya fue prorrateada entre los elegidos, los prebendarios, los libres. Para que levanten muros y enrejados y contraten alarmas y vigilantes y aten rottweilers hambrientos a las fortalezas. Y puedan entonces defenderse libremente de los expatriados que de vez en cuando irrumpen en las calles feraces de la libertad y la vida digna reclamando su mosaico en esa plaza.

Vienen del norte, vienen del Chaco y de Corrientes, vienen del Paraguay y de Bolivia, la piel oscura, la frente surcada, son del otro país que vienen al país. Del interior hacia el exterior, que sería Buenos Aires. Nunca son gratuitos los nombres. Desde la cárcel de la pobreza hacia la utopía libertaria que se muere de un síncope no bien cruza la General Paz.

Desde los 30, cuando los inmigrantes polacos armaron la primera Villa de los Desocupados, jamás dejó de engrosarse la cintura obesa de la Ciudad, con sus espejos brutales y la violencia infinita de la desigualdad. Del corte feroz entre un mundo y el otro. La 31 frente al Sheraton. La Rodrigo Bueno detrás de Puerto Madero.

Ahí viven los pibes. Crecen. Sufren. Respiran. Aspiran. Mueren. De los tres millones, dos son niños y muchachos. Nacidos, criados, llegados, sobrevenidos. Al borde de todos los abismos.

Puestos a sobrevivir con la muerte y a morir con sombría naturalidad porque la vida no vale más que el yogur vencido en el Ceamse.

Y el futuro es una balsa que se hunde siempre un segundo antes de tocar estas costas.


AGENCIA PELOTA DE TRAPO -Edición: 2101
12 de Octubre de 2011
http://www.pelotadetrapo.org.ar

(LAS NEGRITAS SON NUESTRAS)