Revista EL COLECTIVO

Revista EL COLECTIVO

martes, 31 de enero de 2012

“NOSOTROS SOMOS LOS RESPONSABLES DE QUE VAYA POCA GENTE AL TEATRO”

Charla con MANACHA YAÑEZ, actriz y directora teatral:
Por GILDA GARCIA



Estudio, trabajo y constancia son atributos que definen a la actriz y directora teatral que hoy nos cuenta de los gozos y las sombras a la hora de montar una obra en la ciudad de Paraná. Convencida que “en la vida nada se da por casualidad”, Manacha Yañez le pone el cuerpo y la pasión a los tablones del escenario que, casi cuatro décadas atrás, eligió como ladero para caminar la vida.
¿Desde cuando hacés teatro?
Hace treinta y ocho años. Empecé cuando estaba en la escuela secundaria. Antiguamente en Paraná se hacían unas fiestas maravillosas con uniones de grupos donde el Cristo Redentor – mi colegio – trabajaba con el Don Bosco. Después los católicos nos íbamos con los adventistas, los metodistas, los judíos. Hacíamos cadenas en la parte cultural, en la deportiva, preguntas y respuestas. A comienzos de octubre se hacía la gran fiesta donde nos uníamos con la Normal y todas las otras escuelas de Paraná.
Empezaste como un juego.
Sí, como un juego. Yo tenía 13 14 años cuando un hermano del Colegio Lasalle preguntó si en mi grupo alguien hacía teatro. Levanté la mano y dije que yo. Lo cual era mentira. Así fue que hicimos una obra de Alejandro Casona para presentar en competencia. Salimos ganadores y nos llevaron a Gualeguaychú como representantes juveniles. Yo no pude viajar porque se enferma mi madre, entonces me dan el premio por teléfono. Me avisan que por correo iba a llegarme un libro de Stanislavsky.
¿Tu primer libro de teatro?
Mi primer libro de teatro. Preparación de un actor, de Stanislavsky.
¿Qué te decidió a seguir?
Me divertí tanto, jugué tanto, fue una experiencia tan hermosa que me enganché y me dije: “Bueno, capaz que es esto”. Y hasta el día de hoy nunca paré. La única excepción fue cuando estuve embarazada de Valentina – mi tercer bebé -, donde actué hasta los ocho meses. Cuando ya era imposible, dejé. Hacía de vieja. Me habían puesto unos pechos artificiales, entonces quedaba derecha. Era toda una mujer de la tierra.

AMOR AL ARTE
¿Qué porcentaje de Teatro paranaense es independiente?

Acá no hay teatro que no sea independiente. Lo que sí hubo en Entre Ríos fue la Comedia Entrerriana de Teatro. Era como la Sinfónica, pero de teatro. Es una cosa insólita. Se creó en el 78, pero los milicos derogaron la ley por un decreto. Se suspendió y nunca más tuvimos Comedia Entrerriana. Hay muchas provincias que la tienen. Es una institución donde tenés actores pagos, donde podés trabajar hasta políticamente. Podés usarla para ir informando cosas. Ir proyectándote a otras provincias.
O sea que estás por tu cuenta para todo.
Absolutamente. Y, lo que es más terrible, es que estamos involucionando. Esto lo digo con mucho pesar. Por ejemplo, en los concursos nacionales ya casi no participamos. No porque no queremos, sino porque no nos dejan entrar. Las obras que se presentan no son de buena calidad. Nosotros pertenecemos a la Región Centro - Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos -. De Córdoba participan aproximadamente 10 grupos, de Santa Fe, 15 y e Entre Ríos, 5 grupos. Y participan porque la provincia sí o sí tiene que estar representada. Después, cuando salen los promedios a nivel nacional, nosotros estamos allá abajo. Es terrible.
¿Se puede vivir del teatro?
No, en la provincia no. Tenés que ser muy trucho para eso. Si vas a hacer arte, no. Es muy difícil. No están dados los medios políticos ni sociales como para que una persona pueda mostrar su arte y encima redituarse de eso. Acá todo es a contramarcha. Para preparar una obra son siete u ocho meses y, mientras tanto ¿de qué vivís?
¿Y dando talleres tampoco alcanza?
No. Para mí es una falta de respeto cobrar lo que se cobra en los talleres porque acá no podés darlo bien, como en Buenos Aires, por ejemplo. Acá tenemos muy poco material bibliográfico. Salvo la biblioteca del Juan L. Ortiz que se está armando gracias a donaciones y que es muy bueno lo que tienen. Después no hay donde buscar. En las librerías locales hay poco y nada. No te podés actualizar. Entonces nada es fluido, nada es ameno y los talleres terminan siendo una improvisación de uno.
¿Dónde se dan los talleres?
Tenés talleres en todas las cuadras. Acá hay discípulos de todos. En la Alianza Francesa, en ATE, yo doy en AGMER. También se da en las comisiones vecinales, para universitarios, en algunas escuelas quedaron talleres después de hora, para chicos con diferencias. Además, están los talleres municipales, que son gratuitos. Hay mucha gente haciendo esto.

¿Hay alguna escuela de teatro?
Está la Escuela de Música, Danza y Teatro, que es lo más nefasto que hay. Ahora hay una teatrera al frente y pienso que algo puede llegar a pasar. Puede haber una reestructuración de todo eso.
¿Existe alguna política cultural provincial que los contenga?
No. No hay nada.
¿Y cómo es el tema para conseguir salas?
Salas no tenemos. Trabajamos en Metamorfosis o La Hendija. Pero para hacer una obra tenés que pagar el 30% por la sala. El 70% restante queda para nosotros, pero de ahí tenés que pagar a los técnicos de iluminación y sonido. Por ejemplo, en el 2007, cuando estrenamos Muerto sin Dueño, como directora y actriz gané 35 pesos.
Realmente es amor al arte. Ganás menos que yo con El Colectivo.
Es terrible. La única vez que me pagaron bien, que me costaba creerlo, fue con El Conventillo de la Paloma. Fue un batacazo. Se llenaba la sala. No sé qué pasó. Fue la primera vez que pude disponer de dinero para hacer una cosa en mi casa. Estoy hablando de 500-600 pesos. Pero fue medio año de trabajo. Hasta hicimos un asado para festejar. No lo podíamos creer.

SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS
¿Cuántos años tiene La Mandrágora?

La Mandrágora es una cooperativa. Estamos desde el 2004. Al comienzo éramos 35. Ahora es un grupo de 15-17 personas.
¿Cómo se llama la obra que están ensayando?
Todavía no tiene nombre. Es para el año que viene. Surgió a partir de un cuento de uno de los integrantes. Empezamos a jugar con la letra de ese cuento y, cuando quisimos acordar, nos encontramos con que era una cosa impresionante. Con un poco el absurdo, un poco se humor negro. No es comedia ligerita como hemos hecho en años anteriores. Esto es un poco más denso.
¿Por qué va poca gente al teatro?
Creo que nosotros somos los responsables. No le hemos dado al público lo que el público necesitaba. Le hemos dado muchas obras de teatro que eran más para nosotros que para un público. Al público lo tenés que educar, tenés que inducirlo de a poco, ir seduciéndolo y, en ese juego e intercambio de sensaciones y pasiones, vos me vas a entender a mí y yo te voy a poder dar lo que vos quieras que te dé. Entonces, creo que acá en Paraná, hicimos agua por muchos años.A veces somos soberbios. Nos metemos en vericuetos donde no estamos en condiciones de meternos. Hay que tener un poco de humildad y ver. Con esto no quiero decirte que voy a hacer a un Franchella o un grotesco de los que vemos en televisión. No me voy a prostituir así.
También suele suceder que cuando viene una obra de ese estilo se pagan dinerales para verla.
Lo pagan. Y felices. Se bañan, se ponen el mejor perfume. Te digo más: muchas de esas obras que nos cobran horrores, cuando vienen acá no actúan. Con esas giras comen para poder después hacer teatro en Buenos Aires. Entonces, en muchas ocasiones, no actúan, hacen como que… Te indigna. Por eso te decía que me siento responsable en ese sentido, porque también en una época hice teatro de elitismo.
¿Es buena la formación de los actores de Paraná?
No. Yo creo que no. Parezco asquerosa, pero es lo que creo. A veces por no ser violenta y no faltarle el respeto a muchos compañeros no le he dicho “Dejá de hacer teatro, porque me estás faltando el respeto. Hay una persona que hace una hora que está sentada ahí y vos te le estás riendo en la cara.” No estoy diciendo que yo soy la mejor actriz ni que sólo lo mío tiene calidad. Pero hay que tener una coherencia mínima. No puedo agarrar un texto y destrozarlo porque a mí se me antoja. Conozco compañeros que se ríen cuando comentás que una escena te costó cinco ensayos. Se te quedan mirando. En la Argentina hay grandes grupos que te asombran. Pero ¿por qué? Porque han estudiado, se han dedicado.
A veces me emociona ver a un Tato Pavlovsky. Pero vive estudiando y formándose.
¡Por favor lo que es ese hombre! Es increíble verlo trabajar. Está todo pensado. Tiene vísceras. Pero eso es por algo. No hay nada casual en la vida.
¿Las obras de teatro locales cuentan con el apoyo de los medios locales?No. Pasan desapercibidas. Una cosa que me causa gracia es que vos tenés que ir a los diarios y decirles: “Mirá yo vengo para ver si me pueden hacer un reportaje…” Eso es horrible. Yo prefiero que no me lo hagan. Jamás he ido. Voy cuando ya pasó la obra y entonces te convocan. Pero ir a golpear la puerta como pidiendo limosna, no. No me vendo a esas cosas, como tampoco a los premios Escenario.

PONIENDO EL CUERPO
El teatro también puede usarse como herramienta.

No hay que olvidarse que el teatro es la conjunción de todas las artes. Más allá de eso, es una expresión de reclamo de algo o en apoyo de algo. Ahí tenés todas las expresiones: el ser vivo, el actor y todos los complementos como la música, la plástica, le lengua. Y a esto vos lo podés usar como quieras. Es un arma. ¿Por qué con las dictaduras el teatro es lo primero que se niega? Porque representa el primer reclamo.
Y hasta lo podés lograr con una sola persona.
Exacto. Es minimalista al máximo. En Brasil, Augusto Boal, junto con Paulo Freire, levantaron pueblos enteros con el teatro. En Mendoza, por ejemplo, que tiene mucha valoración cultural, en las villas miseria, teatro y expresión corporal bajaron entre el 40-50% la posibilidad de violencia. Los chicos lo fueron viendo, lo fueron trabajando. Y lo siguen haciendo. Sobre todo con expresión corporal, porque la violencia se pone en el cuerpo. Cuando vos hacés teatro en los grupos donde tenés chicos con conflictos sociales como drogas, violencia, etc., es impresionante lo que se puede lograr.
Es lo que hacía Norman Brisky hace muchos años con Teatro Asamblea. Iba a los barrios y trabajaba los temas o conflictos irresueltos en ese lugar.
Claro. Pero a Brisky primero lo tildaron de loco y después fue censurado por muchos años. Lo que hacía era impresionante. No te puedo decir el trabajo que se podría realizar. Acá, en Paraná, desde fines de los setenta hasta el 85 hacíamos lo que se llamó Teatro Sanitario. Íbamos a un barrio y contábamos – a nivel teatro – cómo era el nacimiento de un chico, hacíamos profilaxis. Y siempre había un a enfermera que estaba mirando, levantando los casos. Tenés que trabajar en equipo. Porque eso es lo grande del teatro: nunca estás solo. Siempre estás con otro. Tu visión nunca es subjetiva. Siempre es objetiva, porque vos estás trabajando en equipo.
En la década del 80 fuimos a trabajar a la cárcel con Charo Montiel. Trabajábamos con menores delincuentes. No te puedo decir lo que fue eso. Después nos sacaron porque hubo una movida ahí adentro. Pero era increíble y maravilloso el trabajo que estaban haciendo estos chicos. Y siempre con teatro de base, por supuesto.
¿Se está haciendo teatro Callejero en Paraná?
No. En una época Gerardo Dayub, Claudia Zaragoza y muchos más hicieron Teatro Callejero. Pero no tuvo continuidad. Son esas cosas que suceden acá. No hay estructuras económicas, no hay decisiones políticas, entonces las cabezas por ahí se cansan. O sea, yo me puedo mantener porque tengo este laburo en la escuela y lo mío fue más empírico por otros lados. Hice experiencias por dónde vos me digas. Estuve en la escuela, en la cárcel, en comunidades, en Teatro Sanitario. Eso me enriqueció muchísimo. A esta altura de mi vida me puedo apoyar desde una base, tengo un conocimiento. Lo mío no es light, tiene un sustento. Y todo eso me sirve para poder seguir trabajando, para poder abrir cabezas. Porque la mayor preocupación que tengo es que no hay cabezas pensantes. Estamos hablando de mi generación para abajo. Me preocupa que los chicos sepan muy bien la letra de una canción y no le den una proyección a eso. Podemos ir creando. No nos quedemos en la letra nada más. Puedo usar mi cuerpo. Yo sé que este cuerpo es útil. Pero si vos a esto no lo tenés en la escuela, no hay muchos otros lugares para hacerlo. Hoy en día la entrada a los barrios no es fácil. Los padres están descreídos de veinte mil cosas. No hay adultez responsable. Para mí estamos destrozando al ser humano.

FILOSOFIA DE VIDA
¿Qué tipo de obras prefieren los paranaenses?

Hoy en día lo cómico. También le gusta mucho lo clásico. Le gusta pasarlo bien. No siempre les interesa mucho la obra, pero sí el hecho de pasarla bien.
¿Cómo se elige un libro o texto para adaptarlo a una obra teatral?
Hay muchas formas. A veces te embobas con un autor y haces muchas cosas de él. Otras veces te gusta una temática, entonces buscas autores afines a ella. Ahora se está usando mucho el teatralizar cuentos. Pero ahí se corren algunos riesgos. Por ejemplo, ahora la moda es Fontanarrosa, pero lo están destrozando al pobre negro. Y otra cosa que también se están dando son las creaciones colectivas.
¿Qué obra te gustaría hacer?
Hay una que siempre quise hacer y todavía no pude: “Orquesta de Señoritas”. Después me gusta mucho Samuel Beckett, alguna tragicomedia, algo de Chejov Shakespeare. Los clásicos me encantan.
¿Los unipersonales?
Sí, me gustan. Yo más bien hice monólogos. En este momento me gusta jugar más en conjunto. Pero si hay un buen texto (un monólogo) lo hago.
¿Alguna vez pensaste en cambiar de oficio?
No. Y lo que tampoco nunca pensé es en irme de Paraná. Dejar es como decir: tu coherencia no sirvió de nada. Alguna vez me ofrecieron hacer una experiencia en Buenos Aires y no acepté. Yo amo esa ciudad. Acá está mi raíz y listo. Quizás no soy entendida para el convencional de la gente, pero bueno, me gusta ser libre. Soy una persona que puede decir lo que piensa. Junto al teatro formé mi familia. Soy una persona que todavía tengo afectos, tengo cierta calidez para trabajar, para conversar con alguien. Por eso siempre vuelvo al teatro. Para mí el teatro es una filosofía de vida.
NOTA APARECIDA EN REVISTA EL COLECTIVO Nº 26. oct/nov 2006

2 comentarios:

Julia dijo...

falta más teatro popular en paraná. teatro callejero, intervenciones, hay mucha gente inteligente, qué pasa que no salen a ocupar los espacios públicos. no tengamos miedo al pueblo. falta esa cuota de magia para que todo marche mejor. saludillos

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.