“...no sé / si prostitución / es abrir las piernas / o cerrar los ojos”. (Reynaldo Uribe) La fotografía de Julio López navega como figurita gastada en medio de la red virtual, en el espacio vacío de algunos medios progre, en las consignas que, como banderas, se enrollan y desenrollan para esas fechas en que nos obligan a recordar. Una frase suena lejana, aséptica de tantas veces repetida entre aquellos que deberían ocuparse y gustan en llamarse “gobierno de los derechos humanos”.
El significado transformado en consigna, en remera, en sticker. La pasión aplastada por la pura simulación.
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Isabel dice que ya está, que se olvidaron. Que mucha agua pasó bajo el puente. Que la suerte de su hijo Martín Basualdo y su amigo Héctor Gómez ya no le interesa a nadie.
El 16 de Junio próximo, cuando se cumplan 15 años de sus desapariciones en democracia, seguramente encontrará una gran parte de la sociedad insensibilizada, indiferente, ocupada en sus pequeñas vidas a las que fueron empujadas. Por las calles seguirán caminando, impasibles, varios de los responsables: algunos sumados a una nueva farsa electoral; otros, ya jubilados, ejerciendo la abogacía, siempre al calor oficial. A muchos los veremos circulando, en vehículos “al servicio de la comunidad”.
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Este nuevo 16 de Junio, como tantas veces, la mayoría seguirá eligiendo no ver y no sentir, esperando que nunca golpeen a su puerta. Portadores de una memoria acomodaticia y muchas veces tilinga, seguiremos indignándonos cuando lo digan los grandes medios o arenguen desde los gobiernos que, partidarios de una historia agujereada, pretenden que los derechos humanos no excedan determinados nombres y determinadas fechas. Como esas que aprendimos en la escuela, de memoria y sin chistar, durante las continuas dictaduras y las dudosas democracias.
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