Revista EL COLECTIVO

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domingo, 7 de junio de 2009

LANATA, GLIFOSATO Y OTRAS YERBAS


por JORGE EDUARDO RULLI (*)
Estos son tiempos de cenizas, al menos para los que no participamos del circo electoral; tiempos de cenizas en medio de los desvaríos, de la desmesura y del imperio de lo insustancial y de lo pasajero. Tiempos de cenizas, son también, tiempos de reflexión y de humildad, de volverse hacia el propio interior y sustraerse a la banalización y a la sobreactuación que preceden a unas elecciones que son como el casting de una película sobre lo que todo estaría ya resuelto. Decidido el guión y la producción, faltaría tan solo, determinar el reparto de actores y de actrices. La consiguiente competencia por el espacio publicitario y por imponer la propia imagen resulta abrumadora, al menos para quienes no jugamos el juego, o sea para la inmensa mayoría. En el desafío de elevar el raiting televisivo se comprometen los mayores esfuerzos, no importa que se sepa que todo resultado tenga vida breve, ya que todo es efímero por naturaleza en la sociedad mediática, y la memoria de la opinión pública se encuentra abrumada por tantos impactos publicitarios y tiende a no discernir los matices y retener apenas el último mensaje o acaso el último de los escándalos Esto mismo genera el desenfreno de una competencia mediática que no conoce mayores reglas ni parámetros.



En esta semana que pasó, el periodista Lanata nos hizo saber que le interesaba debatir en su programa televisivo, sobre el tema del glifosato y de las fumigaciones. Nos llamó la atención su repentino interés, dado que en los últimos años jamás fuimos entrevistados sobre el tema en sus medios o en sus espacios, y aún cuando sus propios equipos alguna vez nos entrevistaran, debieron confesarnos luego, que Lanata había decidido cancelar la nota y que, frente a lo ecológico sentía un manifiesto desinterés. Como si estas experiencias negativas, a lo largo de muchos años fuesen poco, algunas semanas atrás un hecho casual ratificó esta opinión nuestra sobre su persona, ya que al anunciar el informe de Pueblos fumigados, uno de los primeros medios con que nos conectamos fue el diario Crítica, que Lanata conducía. Algunos periodistas se interesaron en anticipar el informe, pero conociendo el paño, nos pidieron un tiempo para consultarlo con la dirección del periódico. La respuesta fue rotundamente negativa, una vez más primó el desinterés de Lanata, tanto por el informe como por los impactos producidos por las fumigaciones. Qué estaba ocurriendo ahora, entonces, para que de la producción de Lanata, nos llamaran con tanta urgencia y reclamando nuestra participación? Simplemente, que las tapas de algún medio gráfico, la polémica entre el informe de los laboratorios del CONICET y el exabrupto del Ministro de Ciencia y Tecnología, en medio de la creciente tensión preelectoral, habían creado las condiciones para despertar su interés en nosotros.



Lo que se nos pedía, por parte de la producción, tanto al Dr. Kaczewer como a mí, era que nos sentáramos delante de cámara con el Dr. Víctor Trucco, nuestro viejo conocido de AAPRESID y actual directivo de BIOCERES SA, la empresa que preside Gustavo Grobocopatel. Lo que se pretendía era que polemizáramos con él, para que, presuntamente, esclareciéramos al público, en realidad, léase al susodicho presentador televisivo, sobre qué “pasaba” con la soja. Le respondimos que si creía poder repetir con nosotros, el circo que antes hiciera con Fernando Peña y con DElía, estaba muy equivocado. Que, considerábamos que para Lanata, dado su prolongado desinterés de años por el tema, se había agotado el tiempo de comprender qué pasaba con la soja, y que nosotros por principios no nos sentábamos a debatir con los sojeros responsables del diseño de este modelo de país, de la misma manera que los grupos de derechos humanos no se sentarían a polemizar con los genocidas sobre la desaparición forzada de personas. Se irritó por nuestra respuesta y más allá de lo que haya dicho de nosotros ante las cámaras, que poco nos importa viniendo de quien viene, sí nos produjo gracia su cólera sobreactuada y la afectación a su supuestamente invulnerable soberbia de periodista y de conductor televisivo estrella.



Lo que nos preocupa, sin embargo, es la cantidad de personas, de compañeros y de buena gente que no comprendió, y que nos interpeló acerca de cómo podíamos “perder” una semejante ocasión de exponer el propio discurso en televisión, oportunidad ante la que parece deben rendirse siempre las propias banderas... Se preguntaban estos amigos, si acaso nos habíamos amilanado o atemorizado ante el desafío de confrontar con los sojeros, e inclusive tuvimos que enfrentar el reproche de haber desaprovechado una oportunidad como la que se nos ofrecía, por parte de algunos que, siendo las víctimas del sistema y del modelo productivo, esperan y confían en aquello que se dice desde la cajita mágica. Lo lamentamos, y es por ello que nos obligamos a estas explicaciones que retoman prácticas de relaciones y de actuación pública que el GRR ha discutido y resuelto como doctrina, hace muchos, pero muchos años. Estamos acusando a este modelo productivo de agrogenocidio y de llevar a cabo crímenes de lesa humanidad, no podemos fraternizar en una mesa de debates con aquellos que quisiéramos llevar ante la Justicia por ser responsables de externalidades o daños colaterales, que se han cobrado miles de víctimas entre las poblaciones de las zonas sojeras. En esas mesas de debate que gustan organizar algunos periodistas bajo la justificación de escuchar las dos campanas, de hecho se equipara a las víctimas con los victimarios, se coloca en un mismo nivel a los que no han tenido nunca voz con aquellos otros que durante años han dispuesto de todos los recursos del poder, y lo que es mucho peor, en esas mesas o paneles se perpetra la siniestra alquimia de legitimar a los responsables de un modelo injusto, minero y devastador de la Naturaleza.



Si aceptáramos sentarnos a debatir, en una misma mesa con los responsables del modelo o de la instalación biotecnológica en la Argentina, no solo los estaríamos legitimando, sino que asimismo los estaríamos transformando de enemigos en adversarios. Hemos criticado duramente a sectores sociales y de izquierda que no han tenido mayores escrúpulos en aceptar estos convites mediáticos o académicos, el último de ellos fue a un panel con Gustavo Grobocopatel en una Cátedra de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires al que fuera invitado nuestro compañero Adolfo Boy y que también él, rechazara por los mismos motivos que, lo hiciéramos ahora el Doctor Jorge Kaczewer y yo mismo. No podríamos hacer cosa similar a lo que aquellos compañeros a los que les hemos señalado el error. No nos interesan los que incapaces de armar su propio juicio ante una realidad abrumadora, necesitan del torneo de las dos campanas, para ilustrarse sobre un tema que lleva tantos años y que no han querido ver. Los responsables del modelo sojero no son nuestros adversarios, ni tenemos diferencias con ellos que valga la pena exponer en un torneo de oratoria o de cámaras televisivas. Los acusamos de haber impuesto un modelo neocolonial que nos ha convertido en furgón de cola de las Corporaciones como Monsanto, un modelo de agricultura industrial que ha despoblado el territorio, contaminado y agotado los suelos, que ha cobrado miles y miles de víctimas y que ha gozado de absoluta impunidad en contrariar la Constitución Nacional y las leyes provinciales, aprovechando las ventajas de un Estado ausente o de un Estado cómplice. Ahora, justamente ahora, cuando se multiplican las voces autorizadas que dan pruebas, tanto en la Argentina como en el mundo, de que teníamos razón en todo lo que decíamos, mal haríamos en aceptar ser sentados a la mesa redonda de Lanata o de quién fuera, para legitimar a los sojeros y transformarlos de enemigos a los que pretendemos enjuiciar, en adversarios con los que pretendemos tan solo marcar algunas diferencias de opiniones o de apreciaciones de la realidad...



Nunca fuimos un grupo que tuviese estrategias de poder, y menos aún nos interesa pretender acopiar los prestigios, efímeros por otra parte, que confieren los medios televisivos. Hemos crecido como colectivo de afinidad, muy al margen de ellos, más preocupados por mantener referencias éticas y de radicalidad del pensamiento, que, por ser tenidos en cuenta por los grupos del poder. No vamos a cambiar ahora, cuando hemos envejecido en la lucha contra la soja, la biotecnología, los modelos del Agronegocio y tratando además, de recuperar un Proyecto Nacional. Nos hemos esforzado a lo largo del tiempo, de la memoria y de la geografía crucificada de la Argentina , en generar otras miradas, y hemos experimentado esas miradas, tanto como hemos cultivado huertos diversos y la producción intensiva y ecológica de alimentos. Nos hemos esforzado asimismo por anticipar las amenazas próximas, así como ser capaces de prever los escenarios que sobrevendrán, y ello no significa en absoluto que pretendamos un rol de vanguardia. Por lo contrario, nos hemos apartado de esos paradigmas del pasado a los que hemos cuestionado apasionadamente, y los hemos cuestionado tanto como a los criterios del crecimiento y de la gran escala, criterios y adhesiones que implican estructuras rígidas del pensamiento, así como visiones lineales y de acumulación del poder. Es posible que mucho progresismo hay extraviado en estos años sus antiguas preocupaciones sociales y en el fondo de la mochila lo que les resta es eso: apenas su adhesión a lo urbano, a la acumulación y al crecimiento… Nosotros, hemos tratado por lo contrario, de ser leales a la máxima que nos enseñaba que a realidades complejas corresponde enfrentarlas con pensamientos complejos, y ello nos ha llevado a incorporar el paradigma de la ecología y a explorar los caminos de un Decrecimiento posible, que asegure la felicidad y el bienestar de la población por encima de otros objetivos. A esas prácticas y a esos compromisos del pensamiento y del activismo grupal, tratamos de ser leales y consecuentes cada día, sabemos que terminado este momento de opciones y de coyunturas, más de uno, junto con los ñoquis del 29, volverá a leer nuestros documentos. Vayamos pensando entonces, qué vamos a proponer colocar ese día debajo del plato, como ritual a San Pantaleón patrono de Venecia. Que tal vez nos convenga ir seleccionando algunas semillas para el Santo.
(*) http://horizontesurblog.blogspot.com/
Título de la nota: Revista El Colectivo.

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