Revista EL COLECTIVO

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lunes, 24 de agosto de 2009

¡¡GANAMOS!!


“Mientras tanto que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros”
(“Mano a Mano”, Tango, Celedonio Flores)

Sucedió cualquiera de esos benditos años donde el bipartidismo reinaba impávido e indolente. Una noche de domingo de cualquier elección cuando, cruzando calle San Martín, un grupo numeroso de personas se abría paso, con bombos improvisados, vivando al candidato triunfante. En su mayoría provenían de barrios populares, en su mayoría mujeres y niños de precaria vestimenta. “¡Ganamos!” repetían felices, aplaudiendo a aquellos que nunca se cruzarían a su vereda.
Recuerdo simple, foto vieja aunque transmisible a estos años que corren, a estos meses, a estos días, cuando son otros los que festejan aunque los ganadores continúan siendo los mismos. Ahí está la sonrisa de los Biolcatti, de los Macri, de los De Narváez, esos monstruos que unos despertaron, otros alojaron en sus caballos de Troya y muchos convalidaron en las urnas. Ahí están, relamiéndose, o, como diría un viejo tema de Las Pelotas: “riéndose de todas las cosas que nos van a hacer”.
¿Seguimos ganando? El INDEC (de los Kirschner no de Moreno) reconoce 7,2 millones de pobres en la Argentina. Para Artemio López, encuestador estrella del gobierno, habría 11,2 millones. Mientras que, según un trabajo del economista Claudio Lozano realizado con información de técnicos desplazados del INDEC, la pobreza abarcaría alrededor de 12,5 millones de personas. Las matemáticas oficiales, que siempre fallan cuando se trata de nosotros, no parecen ir tan mal cuando se refieren a la pareja presidencial que, en los últimos años, vio incrementado su patrimonio en forma escandalosa. De eso debió tratarse la declamada distribución de la riqueza.
¿Ganamos? “Si al gobierno le va bien, a todos nos irá bien”, dicen desde la sombra del poder. “Hay que aguantar”, recomiendan los saciados, “Nosotros, los trabajadores” proclaman los dueños de la CGT. Allá vamos otra vez, en caravana, en pos de “nuevos triunfos”, moviendo la colita como perros bobos, siempre listos para alinearnos con el campeón. Contemplando como hablan por nosotros, deciden por nosotros y se enriquecen a costa nuestra. Mientras tanto, para nosotros solo quedan esos festejos cada vez más efímeros, las migajas de las migajas y la resaca del día siguiente. (Editorial revista EL COLECTIVO Nº 25)

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