Revista EL COLECTIVO

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lunes, 24 de agosto de 2009

HISTORIA DE CÓFRADES


“Beba, no sabes, me han llenado la casa de melenudos y barbudos”. El Flaco y Alejo lanzan la carcajada cuando recuerdan el principio del fin de aquella primera experiencia de comunidad en Paraná. Era el comienzo de los años setenta, aunque la sociedad paranaense lucía a igual que hoy, su ortodoxia acostumbrada. Pero todavía se intentaba toleraba a aquellos primeros pelilargos que invadían las calles y ciudades. “Nosotros vendíamos las artesanías en la casa– rememora Alejo Herrera, músico y artesano, en su taller de Paraná XIV- Abríamos el garage y colgábamos los cueros. Y claro, atentábamos contra la moral y las buenas costumbres. Entonces tuvimos que irnos”. La Paz al 150, pleno centro, donde actualmente se encuentra un instituto. Esa era la casa que alquilaban, por entonces, a una escandalizada tía de Ricardo Legna.
“Yo, por entonces, andaba con un mameluco, en bolas abajo, con unos collares y el pelo por acá”, prosigue Alejo, bautizado, por ese entonces, como Adán Quieto, nombre artístico con el que llegó a grabar junto a la Cofradía de la Flor Solar. Dice haber sido el primer artesano que salió a vender sus cosas frente al recordado bar Flamingo, cuando las ferias artesanales aún no existían. Al rato muestra una foto que lo corrobora.”Luego apareció Carlitos Asiain, Rubén Ballesteros, este que fue secretario de Cultura: Viscarreta, la banda que venia de Brasil y de La Plata. Los primeros pelos largos, los primeros locos. La gente alucinaba”. (DE"Una experiencia de vida en comunidad a principios de los 70: HISTORIAS DE COFRADES" en revista EL COLECTIVO Nº 25)

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