Charla con Fernando Cabrera, cantautor uruguayo
Por Osvaldo Quintana
Hay algo de rito en la forma que Fernando Cabrera transmite su música a la gente. Hay algo único en la comunión que se da entre él y su público en el completo silencio que dura exactamente hasta el último acorde. Y luego estalla.
"Tengo la cartera corta Tengo la mirada absorta/
En mi interior/Tengo un corazón apenas/
Siempre me tragué las penas/Y lo peor” (“Criticas”)
Es montevideano, tiene cara de nene aunque haya cruzado los 50 años, termine de cumplir 30 de trayectoria y cuente con 14 discos grabados en “el paisito”. Dueño de una obra prolífica que no busca detenerse en la formula del hit radial con estribillo ganchero, Cabrera es por sobre todas las cosas, un referente indiscutido del Canto Popular Uruguayo, Y el 17 de Agosto pasado estuvo en Santa Fe por primera vez, compartiendo el escenario del Centro Cultural ATE – Casa España, con la uruguaya Ana Prada dentro del Ciclo Paraninfo y mas, organizado por la UNL.
¿Cuándo sentiste que querías ser músico?
De algún modo se puede decir que ya era músico desde los seis años porque me habían mandado mis padres a estudiar guitarra de chiquito. Durante todos esos primeros años era como un hobby, como una actividad. Recién por los 18/20 años empecé a sentir que de repente, si tenía suerte, podía ingresar más seriamente a la música.
Era común por aquellos años mandarte de chiquilín a estudiar un instrumento o a un club. Típico de las clases medias de los 60. Apareció una profesora en el barrio, mira que curioso, una muchacha argentina que se fue a radicar en Montevideo, recién casada que daba clases de guitarra y solfeo, de piano, todo eso. Y una cantidad de chiquilines del barrio fueron a estudiar con ella. Esta maestra me puso en contacto, ya de niño, con la canción. Porque aparte de aprender la técnica de la guitarra y la teoría también me enseñaba canciones, sobre todo argentinas y, en esa época, (te estoy hablando de 1963 en adelante) había un tremendo boom de la canción folklórica argentina con artistas como Los Chalchaleros, Ramona Galarza, Los Fronterizos, Eduardo Falú, tan exitosos como luego lo fueron Los Beatles. Eso estaba en el aire. Entonces yo comencé a los seis años cantando canciones argentinas y también uruguayas.
Fernando Cabrera esta feliz y se le nota en sus ojos brillantes. Lleva una copa de vino en la mano que solo dejara por un instante para arrimar dos sillas detrás del telón, en el mismo escenario donde minutos antes ofreciera sus canciones.
¿Tus comienzos fueron como solista?
Lo primero que hice, alrededor de los 20 años, fue armar un trío llamado Montresvideo. Eso duró 5 años y grabamos un disco. Después armé otra banda que se llamó Baldío y desde el 84, quede solista hasta el día de hoy.
¿Qué música hacía Montresvideo?
Canciones mías. Algunas de las que canté hoy ya las cantaba en esa época. Y la música era bastante entreverada, ¿viste? Tomaba elementos de todos lados.
¿“El loco” es de aquella época?
Sí. “María Elena” que canté hoy también. Son mis primeras canciones.
El nuevo Centro Cultural ATE-Casa España permanece silencioso. Alguien surge lentamente desde un rincón del escenario, una luz tenue lo ilumina acomodando su guitarra. El uruguayo se sienta, saluda brevemente y arranca con una de sus canciones mas bellas: “La casa de al lado”
“No hay tiempo, no hay hora, no hay reloj/ no hay antes ni luego ni tal vez/ no hay lejos, ni viejo, ni jamás/ en esta olvidada invalidez”
Tu carrera comenzó en plena dictadura militar ¿Qué recuerdos te quedan de aquellos tiempos?
Horribles. Nosotros nos hacíamos a la fuerza pero era muy difícil. Cualquier argentino sabe lo que es una dictadura así que no tengo que explicarte nada: persecuciones, muertes, cárceles, destrucción de todo el enramado cultural.
LOS GENEROS LIMITAN
Los temas que se suceden provienen de todas las épocas. Cabrera va tejiendo una comunicación particular sin demagogias ni palabras que sobren. Su voz nasal continúa desgranando canciones impregnadas de poesía que hablan de amores, encuentros, desencuentros, incluyendo también la crítica social y búsquedas más personales. Son ofrecidas con una expresión austera, una calidez que suena auténtica, una sensibilidad que elude la sensiblería y esa infaltable carga de melancolía tan común a todos los uruguayos.
“La calle Llupes raya al medio / encuentra Belvedere / El tren saluda desde abajo / con silbos de tristeza / Aquellas filas infinitas / saliendo de central /el empedrado está tapado/ pero allí está” (“El tiempo está después”)
¿Cantautor sería una palabra adecuada para definirte?
Sí, claro. Es una palabra bastante completa. Abarca al compositor y al intérprete. El que canta sus propias composiciones. En ingles por ejemplo se dice “songwriter”
Pero solo define al compositor, el que escribe las canciones.
¿Qué modelo de músico tenías cuando te iniciaste?
Todo lo que escuchaba. Muchas cosas argentinas, música uruguaya, el rock, música clásica, la música de Brasil. Soy muy abierto. No me gusta estar metido en un género.
Entraría sin sobresaltos junto a los que su amigo Jorge Drexler llama los “des generados”, aquellos que, como el, se mueven por distintos géneros. Astor Piazzolla, Jobin, el rock, Troilo, Vivaldi, Los Beatles, Zappa, el folklore, la música de vanguardia, todos tienen cabida en el universo del uruguayo. Y como prueba irrefutable ahí están sus discos y los trabajos como productor discográfico con artistas tan disímiles como La Tabare o el recientemente desaparecido Eduardo Darnauchans y sus colaboraciones como arreglador o artista invitado. O sus incursiones en el cine como compositor de la música para la película El Dirigible.
“Cuanta tinta canto sádico/ nadie dijo bajate acá/ cuanto viaje y mostrador/ desconocí mi documento/ esa tarjeta de humo/ con solo uno de los dos” (“Puerta de los dos”)
Tenés grabados catorce discos y llevas 30 años de carrera.
Sí, hermano. Este año cumplo 30 años. Bueno, todavía no, el mes que viene, en Septiembre. Me acuerdo que debutamos con Montresvideo en el 77. Tengo recuerdos muy lindos. Era en una casona, compartida con muchos otros artistas. Una especie de festival con poetas y algo teatral también.
En estos últimos años has desembarcado en Argentina.
Estoy empezando (sonríe). También he estado de invitado de gente como la Bersuit, Liliana Herrero, Kevin Johansen. Me están haciendo pasar muy bien acá en Argentina: los colegas, la prensa. La verdad es que cada vez que vengo me vuelvo feliz, muy mimado.
Por ahí se te identifica como un músico de culto. ¿Cómo lo ves a eso?
No sé. Yo que sé.
¿Es bueno, es malo, te gusta, te molesta?
(Silencio) Yo no usaría esa calificación. Pero, si alguno quiere usarla es libre de hacerlo. Yo también la he leído muchas veces pero no la usaría. Soy un tipo que toca la guitarra y canta. No termino de entender bien que significa “algo de culto”.
Algo para un determinado sector…
Si es así no me gusta mucho. No quiero dirigirme solo a un sector.
Digamos que lo tuyo no es masivo ¿Te gustaría serlo?
Claro, sí. Pero sino tampoco me importa. Uno no puede manejar eso. Es lo que te sale.
También la masividad te quita algunas cosas.
Puede ser. Sí. Es costosa la masividad. Yo estoy muy cómodo así. Ya viste lo que pasó hoy. Una cosa hermosa, el silencio de la gente. Para mí es una maravilla esto.
CON LA CANCION ADELANTE
“Mismo les pegamos/ la teve les pega/ poniendo en sus ojos valores/ que nunca podrán comprar/ Reducir la mayoría/ la edad para ser grandes/ piden los mayores/ que estudiaron derecho/ ¡Derecho!” (“Menores”)
¿Cómo influye lo social en el momento de componer?
Influye siempre, quieras o no. Está siempre presente porque no soy ajeno ni insensible a lo que le pasa a mi sociedad.
¿Cómo es tu público?
Por suerte muy variado en edades. A veces miro la platea y me encuentro con niños, adolescentes, jóvenes, adultos y viejos. Eso me gusta mucho porque de algún modo confirma que la música que hago no está circunscripta a una generación, a una pequeña franja de la sociedad sino que puede ser disfrutada o escuchada por todos, cualquier ser humano en cualquier momento de su vida.
¿Qué papel tiene el público entonces al momento de componer? ¿Pensas en él o en vos?
No pienso en nada: ni en el público ni en mí. Bueno, un poco en mí, si. En el sentido de que yo soy el que juzga lo que estoy haciendo y lo corrijo o no, lo dejo, lo cambio. Pero pensar en el público sería imposible porque es muy diverso. La gente es toda diferente. Trato de que las cosas queden lo mejor posible dentro de mi escala de valores, quedar contento, quedar conforme. Y después lo muestro. Aparte ahí es una segunda etapa que es ver si al público le gusta o no.
Caso muy particular el de la música popular uruguaya. Un país en donde los músicos brotan “hasta de debajo de las baldosas”, al decir de Cabrera. Lugar en donde abundan aun cantautores urbanos con una obra muy original pero dentro de un mercado tan pequeño que los lleva en muchos casos a arriesgarse y experimentar, sabiendo que no tienen nada que perder.
“Aquellas tardes con la radio en la rambla/ Aquellos días con Marindia en el sol/ tengo un puñado de recuerdos de arena/ entre los dedos con la arena vas vos”
(“Por ejemplo”)
Vos también tocas como trío ¿Con que formato te sentís mejor?
De las dos maneras, porque los muchachos que me acompañan son una maravilla: músicos increíbles. Tocar con ellos me hace muy feliz. Pero tocar solo me gusta mucho también. Solo o en trío se logra el mismo clima. Hay otras cosas, pero el vínculo con la platea es siempre el mismo. Es la canción. Siempre pienso que la gente, cuando va a ver lo mío, no va a ver mi cara, ni la ropa ni la marca de mi instrumento si estoy con un trío o con un quinteto. La gente va a escuchar la canción. El protagonista en ese momento es la canción, lo que dice la letra o la música.
¿Qué buscas transmitir con tus canciones?
Me gusta que en algún momento del recital las personas sientan algo a nivel de las emociones, un sacudón. Me gusta que nos emocionemos en algún momento. A veces se logra y a veces no. Eso es lo que yo busco. Me gusta que algo se te sacuda por dentro. Va más allá de lo intelectual, de la letra y de la música. Que, en algún momento, una palabra, una frase logre algo que el público sienta dentro, una emoción. Eso me gusta.
Todos tus recitales son distintos.
Siempre cambio el orden de las canciones. Con tantos años he escrito como 180 canciones y en un recital entran más o menos 20,22. Siempre estoy incorporando las que tengo más ganas de tocar en ese momento. También depende del instrumento que lleve, una guitarra determinada con cuerdas de nylon, por ejemplo. Cuando voy con el trío más eléctrico pongo otras canciones. Por épocas tengo ganas de cantar algunas y otras no. Las abandonas por unos meses, después te vuelve a gustar hacerlas o les modificas los arreglos.
¿Cual consideras que es tu disco más logrado, aquel que recordas con más cariño?
Varios. Más de uno. El primero por ejemplo: “El viento en la cara”, otro posterior llamado “El tiempo está después”, “Viveza”, el anterior y este último, Bardo.
¿Siempre pudiste vivir de la música?
Más o menos sí. Con altibajos. Uruguay es un país muy chico con un mercado muy pequeño y es muy difícil vivir de la música pero, bueno, no me quejo. Hasta ahora más o menos la voy llevando.
Elegiste la música ¿que te hubiera gustado ser si no fueras músico?
Me hubiera gustado ser dibujante, humorista gráfico. Tipo aquellos que en un diario todos los días hacen una caricatura.
¿Lo has hecho alguna vez?
No, no. Pero eso me hubiera encantado. Me gusta mucho la historia también. Me hubiera gustado mucho ser profesor de historia o investigador.
¿En estos 30 años de carrera que sentís que perdiste en el recorrido y que cosas ganaste?
Nada. No perdí nada. Gané, gané, gané y cada vez gano más.
¿Qué ganaste?
No sé. Felicidad.
La charla concluye. Cabrera se despide con un fuerte apretón de manos. “La seguimos en Paraná”, dice antes de desaparecer. En el camarín todavía se escuchan los gritos de los músicos celebrando mientras el público abandona lentamente el auditorio. Y si uno mira bien, todos tienen el mismo rostro.
DISCOGRAFIA:
1981 - MonTRESvideo
1983 - Baldío
1984 - El viento en la cara
1985 - Autoblues
1986 - Buzos Azules
1987 - Mateo & Cabrera (con Eduardo Mateo)
1989 - El tiempo está después
1989 - Década
1993 - Fines
1994 - El Dirigible (Banda sonora original de la película)
1995 - Río
1995 - El tiempo en la cara (Recopilación)
1998 - Ciudad de la Plata
1999 - Tránsito (Recopilación)
2002 - Viveza
2004 - El tiempo está después (Recopilación)
2006 – Bardo
(Gracias a Mili López - Prensa UNL- y a Lea Bensasson, manager y cantante por la foto y el hermoso tema que hizo a dúo con Cabrera aquella noche)
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