El día pintaba para estar nublado. La madrugada se abría lentamente y la cincuentena de compañeros y compañeras de AGMER se disponían a viajar a Buenos Aires para la marcha por Fuentealba, el compañero docente fusilado en Neuquén en abril último.
Llegar a Buenos Aires para una movilización tiene siempre esa emoción, contenida, de provinciano medio: mucho color, mucha tribu, mucha bronca, decenas de agrupamientos, color humano.
Nos nucleamos con diversas agrupaciones docentes para repudiar a Sobisch en la Casa de Neuquén pero la cuadra fue franqueada por un fuerte dispositivo de “picudos” mandados por el ministro Fernández, tan solícito él.
Enfilamos, en una marea humana interminable, hacia el Congreso Nacional. En medio de cánticos, expresiones, batucadas, la movilización se matizaba intercambiando con compañeros de otras seccionales, de cómo anduvieron las elecciones en el sindicato, qué tal la situación en tu provincia, la hijoputez de Sobisch presentándose como candidato… No podía dejar de emocionarme al ver tanto pibe, tanta piba de centros estudiantiles con sus mochilas, sus besos fugaces, sus carteles, sus puteadas de bronca; los compañeros de las provincias que hicieron cientos de kilómetros para recordar al compañero fusilado; la dignidad que no se ahoga en esta eterna resignación propuesta por el kirchnerismo desde el poder.
Y se llegó al Congreso. El relator del acto saludaba a los sindicatos y organizaciones presentes. Había de todo: seccionales sueltas, agrupaciones estudiantiles, organizaciones políticas, las Madres, la CTA. Habló el compañero secretario general de ATEN y la compañera de Fuentealba. Fueron palabras valientes. “Hoy los docentes estamos dando la mejor clase pública, la de la fortaleza, la de la confianza, la de la dignidad”, dijo la compañera. Y el aplauso fue cerrado. Cuando le tocó el turno a Yasky, secretario general de la CTA, la silbatina fue generalizada. Es que los compañeros no olvidan las agachadas de la conducción de CTERA frente al gobierno nacional. Prácticamente no se dejó de abuchearlo en todo su discurso. Culminó el acto con la intervención de Stella Maldonado, secretaria electa de CTERA.
Muchas imágenes retuve y seguí pensando al volver para los pagos. En el cole, ponen el DVD “La dignidad de los nadies” de Solanas que el ruso Geist había comprado en la Casa de las Madres. Imagen, pensamiento, sentimiento se unían una vez más. Me dormí pensando en una pancarta que había visto en la movilización: con el dibujo de El Eternauta a un costado, decía, “No existe el héroe individual, el héroe es siempre colectivo.”
Estos viajes levantan la moral. Encontrarte con otro compañero, ser parte de una patriada, te posiciona de otra manera. Frente al individualismo que nos propone permanentemente el sistema, la lucha colectiva revivifica, nos endereza y nos hace mirar al horizonte de otra manera.
(Andrés Borgetto, Viernes 5 de octubre de 2007)
Llegar a Buenos Aires para una movilización tiene siempre esa emoción, contenida, de provinciano medio: mucho color, mucha tribu, mucha bronca, decenas de agrupamientos, color humano.
Nos nucleamos con diversas agrupaciones docentes para repudiar a Sobisch en la Casa de Neuquén pero la cuadra fue franqueada por un fuerte dispositivo de “picudos” mandados por el ministro Fernández, tan solícito él.
Enfilamos, en una marea humana interminable, hacia el Congreso Nacional. En medio de cánticos, expresiones, batucadas, la movilización se matizaba intercambiando con compañeros de otras seccionales, de cómo anduvieron las elecciones en el sindicato, qué tal la situación en tu provincia, la hijoputez de Sobisch presentándose como candidato… No podía dejar de emocionarme al ver tanto pibe, tanta piba de centros estudiantiles con sus mochilas, sus besos fugaces, sus carteles, sus puteadas de bronca; los compañeros de las provincias que hicieron cientos de kilómetros para recordar al compañero fusilado; la dignidad que no se ahoga en esta eterna resignación propuesta por el kirchnerismo desde el poder.
Y se llegó al Congreso. El relator del acto saludaba a los sindicatos y organizaciones presentes. Había de todo: seccionales sueltas, agrupaciones estudiantiles, organizaciones políticas, las Madres, la CTA. Habló el compañero secretario general de ATEN y la compañera de Fuentealba. Fueron palabras valientes. “Hoy los docentes estamos dando la mejor clase pública, la de la fortaleza, la de la confianza, la de la dignidad”, dijo la compañera. Y el aplauso fue cerrado. Cuando le tocó el turno a Yasky, secretario general de la CTA, la silbatina fue generalizada. Es que los compañeros no olvidan las agachadas de la conducción de CTERA frente al gobierno nacional. Prácticamente no se dejó de abuchearlo en todo su discurso. Culminó el acto con la intervención de Stella Maldonado, secretaria electa de CTERA.
Muchas imágenes retuve y seguí pensando al volver para los pagos. En el cole, ponen el DVD “La dignidad de los nadies” de Solanas que el ruso Geist había comprado en la Casa de las Madres. Imagen, pensamiento, sentimiento se unían una vez más. Me dormí pensando en una pancarta que había visto en la movilización: con el dibujo de El Eternauta a un costado, decía, “No existe el héroe individual, el héroe es siempre colectivo.”
Estos viajes levantan la moral. Encontrarte con otro compañero, ser parte de una patriada, te posiciona de otra manera. Frente al individualismo que nos propone permanentemente el sistema, la lucha colectiva revivifica, nos endereza y nos hace mirar al horizonte de otra manera.
(Andrés Borgetto, Viernes 5 de octubre de 2007)
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