(AW). En un fallo histórico, por tratarse del primer sacerdote católico, el ex capellán policial Christian Von Wernich fue condenado hoy por el Tribunal Oral 1 de La Plata a reclusión perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura. Su sotana estaba manchada de sangre, como dijeron todos los sobrevivientes.
Buenos Aires, 9 de octubre de 2007 (Agencia Walsh). En una sentencia histórica, por ser la primera vez en que un miembro de la jerarquía católica es condenado por los crímenes de la dictadura militar, el Tribunal Oral 1 de La Plata condenó al sacerdote Christian Von Wernich a cadena perpetua por el asesinato de siete personas y la tortura de otras 30, además de 42 casos de secuestro.
Von Wernich, según quedó demostrado en el juicio, utilizaba su condición de cura para sacar información a sus víctimas en diferentes centros clandestinos de detención. Era, además, el confesor del siniestro Ramón Camps, dueño de la vida y la muerte en la provincia de Buenos Aires durante el régimen.
El fallo del Tribunal desató la euforia de cientos de personas que aguardaron la resolución del caso a las puertas del tribunal. El veredicto unánime de los tres jueces fue leído por el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, el mismo que hace más de un año también pronunció la sentencia de otro genocida, Miguel Etchecolatz.
Durante tres meses más de cien testigos relataron cómo Von Wernich los visitaba en los centros de detención donde se encontraban y trataba de convencerlos para que revelaran lo que sabían a sus torturadores, a quienes daba ánimo en la tarea.
"Tu vida depende de Dios y de que colabores", decía el cura, que también justificaba el secuestro de chicos con el argumento de que "los hijos tienen que pagar las culpas de sus padres".
En la sala de audiencias siempre lució el alzacuellos eclesiástico y un chaleco antibalas. "Von Wernich no tenía escrúpulos y usaba su investidura de sacerdote para colaborar con la dictadura. Era parte del grupo itinerante que recorría los centros clandestinos de de detención. Era parte de la tortura. Con su sotana manchada de sangre justificaba a los que torturaban y cometían delitos de lesa humanidad incitando sus prácticas y reiteración", dijo en su alegago el abogado Alejo Ramos Padilla, quien representó a la familia del periodista Jacobo Timmerman.
Antes de la sentencia, el sacerdote tomó la palabra, se defendió y pidió “reconciliación". Muchos de los familiares de las víctimas le gritaron "¡asesino, asesino!". Durante la tarde, la Justicia les dio la razón con una condena “ejemplar”, según consideró Adriana Calvo, de la Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos.
AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH
Buenos Aires, 9 de octubre de 2007 (Agencia Walsh). En una sentencia histórica, por ser la primera vez en que un miembro de la jerarquía católica es condenado por los crímenes de la dictadura militar, el Tribunal Oral 1 de La Plata condenó al sacerdote Christian Von Wernich a cadena perpetua por el asesinato de siete personas y la tortura de otras 30, además de 42 casos de secuestro.
Von Wernich, según quedó demostrado en el juicio, utilizaba su condición de cura para sacar información a sus víctimas en diferentes centros clandestinos de detención. Era, además, el confesor del siniestro Ramón Camps, dueño de la vida y la muerte en la provincia de Buenos Aires durante el régimen.
El fallo del Tribunal desató la euforia de cientos de personas que aguardaron la resolución del caso a las puertas del tribunal. El veredicto unánime de los tres jueces fue leído por el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, el mismo que hace más de un año también pronunció la sentencia de otro genocida, Miguel Etchecolatz.
Durante tres meses más de cien testigos relataron cómo Von Wernich los visitaba en los centros de detención donde se encontraban y trataba de convencerlos para que revelaran lo que sabían a sus torturadores, a quienes daba ánimo en la tarea.
"Tu vida depende de Dios y de que colabores", decía el cura, que también justificaba el secuestro de chicos con el argumento de que "los hijos tienen que pagar las culpas de sus padres".
En la sala de audiencias siempre lució el alzacuellos eclesiástico y un chaleco antibalas. "Von Wernich no tenía escrúpulos y usaba su investidura de sacerdote para colaborar con la dictadura. Era parte del grupo itinerante que recorría los centros clandestinos de de detención. Era parte de la tortura. Con su sotana manchada de sangre justificaba a los que torturaban y cometían delitos de lesa humanidad incitando sus prácticas y reiteración", dijo en su alegago el abogado Alejo Ramos Padilla, quien representó a la familia del periodista Jacobo Timmerman.
Antes de la sentencia, el sacerdote tomó la palabra, se defendió y pidió “reconciliación". Muchos de los familiares de las víctimas le gritaron "¡asesino, asesino!". Durante la tarde, la Justicia les dio la razón con una condena “ejemplar”, según consideró Adriana Calvo, de la Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos.
AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH
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