Revista EL COLECTIVO

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lunes, 28 de junio de 2010

AGUAFIESTAS


“…no puedo estar en esta fiesta amable porque sé de qué está hecha…”
JUANELE ORTIZ

“Una revalorización de los símbolos patrios”, así define, con su mejor cara de convencimiento, el presentador de Todo Negativo al saldo más importante tras los fastuosos festejos oficiales del llamado “Bicentenario de la Patria”. La mayoría de los encuestadores consultados agrega que las celebraciones “fortianas”, contribuyeron indefectiblemente a cambiar el “humor social” de la población. En tanto, para otros, tan magnos eventos, enganchados con el Mundial de fútbol, lograron despertar oleadas de aquello que vagamente definieron como fervor patriótico. Como pruebas irrefutables, las imágenes mostraron frentes embanderados, coquetas escarapelas adornando solapas y un himno entonado con fervor y ritmo de tribuna.
En feliz coincidencia, tanto el “monopolio” como “la televisión pública” continuaron machacando las imágenes acríticas de un país de fantasía: los fuegos artificiales, el gran carnaval con guión y decorado oficial, la historia reciente que, en poco tiempo más, nos ofrecerá Felipe Pigna, el historiador del poder, en fascículos edulcorados y coleccionables.
Indudablemente, aquellas páginas remarcaran la gran algarabía, la emoción y las lágrimas, la fiesta de todos sin banderías partidarias, una cuantiosa muchedumbre ocupando calles y plazas, cuatro días en que los espectadores se habrán imaginado grandes protagonistas. La historia oficial reflejará a la familia unida en el festejo, a futuros padres filmando o fotografiando aquel momento irrepetible para enseñárselo a sus futuros hijos. La fotografía no mostrara las razones de tan fastuoso festejo, las imágenes no explicarán la vigencia de un modelo implantado sobre el porvenir de esas nuevas generaciones, jamás dirán “modelo soja – dependiente”, “fondos de la Anses” o “minería a cielo abierto”. ¿Podrán entender quienes nos sucedan, la celebración acrítica de 200 años de historia basados en un futuro hipotecado? ¿Lograran comprender el silencio cómplice de tantos intelectuales subsidiados por las grandes corporaciones que matan y hambrean en un saqueo sin precedentes?
“Están dejando sin suelo a los argentinos aun no nacidos”, alerta Jorge Rulli, desde el Grupo de Reflexión Rural, cuando nos habla de una Argentina sostenida en la retención a las exportaciones y un escandaloso asistencialismo.
Muy por el contrario, mientras estas líneas se escriben, la Presidenta de la Nación por la “Televisión Publica”, se mofa de los “caracúlicos” sugiriéndoles vacunarse contra la mala onda, algo que la corte oficialista del programa más oficialista, festeja y reproduce, remarcando que no debemos ser aguafiestas, que mejor no hablar de ciertas cosas. Luego se van al corte con fotitos sonrientes y fondo de Pimpinela.
Haciendo zapping, la publicidad continua sugiriéndonos discar el 2020 para conseguir un tardío pasaje a Sudáfrica y en el canal local, un vendedor de cara sonriente ofrece una tanga celeste y blanca acorde para la ocasión. En tanto, por la calle, mientras hasta los telepredicadores de trasnoche nos exigen que paremos de sufrir, la copiosa llovizna no parece detener los festejos de otro triunfo argentino, en el edificio de enfrente flamea con alegría nuestra enseña patria y un perro flaco, que, aprovechando la ocasión, ha conseguido hacerse de una bolsa de basura, atraviesa la lluvia con su oloroso botín, perdiéndose calle abajo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mucha ironia y muchas verdades. Pero deja un sabor agridulce.
Miriam