Revista EL COLECTIVO

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jueves, 24 de junio de 2010

UN TROVADOR DE ESTE SIGLO


CHARLA CON ALEJANDRO DEL PRADO, CANTAUTOR
Por Osvaldo Quintana


“Yo no me alejé, ensayé mucho, anduve en varios intentos, me pasaron varias cosas”. La voz aguda que contesta del otro lado del teléfono, esa que hoy busca enganchar aquél siglo y este con canciones sin tiempo, suena intacta, como si los años no hubiesen pasado. Alejandro del Prado, pionero en tomar la melancolía del tango y revolcarla con la polenta del rock, autor de canciones entrañables como "Los locos de Buenos Aires" o el "Tanguito del Almendra" y poseedor de una trayectoria por la que desfilan nombres como Alfredo Zitarrosa y Silvio Rodríguez, está de regreso. Aunque insista en repetir como “Pichuco” Troilo, que el nunca se fue, que siempre está volviendo.

Sucedió en algún momento de otro siglo. Allá por Villa Real, en la casa de los Del Prado, entre calles de tierra y zanjones profundos, cuando, con una guitarra prestada por su hermano, el pibe Alejandro empezaba a rasguear los primeros compases. Villa Real era un barrio porteño habitado por inmigrantes españoles, portugueses y, sobre todo, italianos. Escuchar a muchos mayores hablar ese idioma lo llevó a concluir que, al envejecer, todos automáticamente comenzaban a hablar en tano.

- Durante una entrevista allá por los lejanos ochenta, en plena difusión de tus temas mas populares, repetías algo que cumplirías al pié de la letra: “Tengo la intención de ir muy despacio. De no entrar completamente en el embrollo”. Siempre te tomaste tus tiempos, no fuiste muy prolífico en cuanto a grabaciones.

- Claro, pero siempre estuve escribiendo. A veces me enojaba. Me decían “¿Y cuanto hace que no grabas? “ Yo contestaba:” Desde anoche”, porque estaba grabando todo el tiempo para mí.

- Hasta el año pasado, cuando volviste nuevamente al ruedo con un disco llamado “Yo vengo de otro siglo”. Pasaron 25 años. ¿Con que público te encontraste?

- Un público muy afectuoso, muy de la onda que somos: entre el folklore, el tango y el rock. Me sorprendió hallar mucha gente alrededor de los cuarenta años, yo tengo 55 es decir que cuando cumplí 30 ellos tenían 15. Varios decían: “yo estaba en el secundario y en casa se escuchaba”. Yo no imaginé eso. En las primeras tocadas había muchos bigotes nuevos, barbas nuevas. Una onda muy fuerte. ¿Viste cuando tenes un aplauso que no es compromiso, que avala y es de ellos? Se estaban aplaudiendo. Era como decir: “Esto es lo mío”.


Hijo de Calé, aquel famoso humorista gráfico y dibujante que retrató Buenos Aires como ninguno, Alejandro supo heredar su pasión por la música y el fútbol. Llegó a probarse en Vélez Sarfield y gracias a su temprana relación con Osvaldo Ardizzone, periodista deportivo como Horacio, su hermano, supo disputar picados históricos junto a estrellas como Perfumo, Bochini e inclusive Diego Maradona.

- ¡La cantidad de grupos de rock que hay! Suplantaron al equipo de fútbol de barrio. Antes, de chicos, teníamos un equipo y mojábamos la camiseta. Ahora el equipo es ese donde se mezclan chicos y chicas.
Acá enfrente hay una cancha de fútbol de esas que alquilan. Ayer había un partido de fútbol donde jugaban hombres y mujeres.¡ Impresionante! ¡¡Yo, si voy a un partido y juegan mujeres, no juego, loco!!! (Risas) ¡Sabes lo bien que jugaban! ¡Pegaban unas patadas! Yo era el prejuicioso, el que tenía problemas, el antiguo. Ahora también hay mujeres en la murga. Antes no. Había muchos que se disfrazaban, los maricones que le decían, ahora podes llamarlos travestis, la murga machista. La otra vez vi pasar una murga, en el corso de acá a la vuelta. Más de la mitad eran pibas, me encantó. Susana, mi mujer, fue la primera después de los ochenta que tocó el bombo. Acá las mujeres en la murga servían para hacer los trajes, para coser, ¿viste? Había muchas mujeres grandes que se criaron en el ambiente de murga, sabían bailarla, sabían tocarla, pero no se movían. Ahora hay pibas que cantan en la murga y eso siempre hace bien. Porque sino la murga es muy… viste todas esas rimas: “ehhhh con mucho disimulo…” (Risas), que ya sabes como terminan. O sino murgas donde hay un jovato mezclado con esos pelados a propósito que hay ahora, los skinheads, ¿viste?
(nota completa en revista EL COLECTIVO 29)

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