Revista EL COLECTIVO

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miércoles, 7 de julio de 2010

EN EL PAIS DE LA LIBERTAD

CHARLA CON ANA PRADA, CANTAUTORA
POR OSVALDO QUINTANA (Enviado especial a Alta Gracia, Córdoba)




Canciones simples pero profundas, temáticas universales pero con aires rioplatenses. La música de Ana Prada transmite dulzura y autenticidad. Una coctelera de ritmos que incluye chacareras, valsecitos, zambas, milongas y aires litoraleños.
Su cuerpo pequeño, sus rulos, la calidez al hablar no parecen coincidir con la valentía que transmiten sus dos ediciones discográficas desde el título mismo: “Soy Sola” y “Soy Pecadora”. “Mis trabajos no patean tachos” – conviene esta cantautora uruguaya nacida hace 38 años en la ciudad de Paysandú. Aunque, en tren de definiciones, es contundente: “Si este mundo hipócrita, injusto y atroz es la norma, prefiero situarme en la vereda de enfrente”.


“Algún crítico dijo que mi música era fogonera, No se si eso es bueno o malo”, comenta Ana desde el escenario haciendo un guiño cómplice. Es la segunda vez que esta cantautora uruguaya se presenta en el ya tradicional Encuentro de Trovadores que viene desarrollándose durante el mes de Enero en la ciudad de Alta Gracia, Córdoba. Y parece jugar de local. Como alrededor de un fogón, sus flamantes canciones son coreadas por todo el público que colma las instalaciones del Colegio Anglo Americano durante la noche inaugural.
Prada tampoco resulta desconocida para los paranaenses. Años atrás supo visitar la ciudad junto a Daniel Drexler, en el marco de una mini gira por el litoral que amenaza repetir este año.
En tus discos y desde la tapa, vas al frente.
(Ríe) En realidad, el título tiene tal vez más autoreferencialidad que las canciones. Al principio le puse “Soy Sola” por la sonoridad, porque es un dicho muy popular nuestro. En as señoras mayores, por ejemplo. En el interior es muy común escuchar “Yo soy sola, por eso no puedo hacer tal cosa” Entonces, haciendo un guiño a eso, quedó Soy Sola. En mi segundo trabajo hay una canción llamada Soy Pecadora que terminó de definir el concepto del disco. No porque hable del pecado específicamente sino a través de un cambio mío, de una mayor libertad a la hora de crear, en el sentido del decir, de no estar pensando que opinaría fulano o sultano. Un poco más de soltura, de menos exigencia. De sentirla, hacerla y punto.
Es muy fuerte porque tiene el “Soy”. Es fuerte nombrarse en esta civilización judeocristiana occidental en que hemos crecido e introyectado un montón de prejuicios y cosas que resultan pecaminosas, que nos viene del más profundo inconciente aunque no seamos católicos o ateos, como es mi caso. Todos estamos atravesados por un montón de prejuicios y nos cuesta mucho salirnos de ahí. No se trata de: “¡uy que pecadora, que loca que soy!”. Es como que, si lo que está bien en este mundo tan hipócrita y tan injusto, con tantas atrocidades cometidas por la iglesia o diferentes fanatismos religiosos, si eso es no ser pecadora, entonces yo lo soy. Es como pararse en una vereda de enfrente, no hablando específicamente de una cosa sexual, del pecado, sino a través de una concepción más general. La canción habla de un vínculo que, pese a no estar bien visto, un vínculo prohibido de cualquier tipo: un amantasgo, uno homosexual, cualquier cosa que salga de la regla estricta e impuesta, ya es pecado. Te coloca en la vereda de enfrente. Sí es así yo quiero estar ahí. Y seguir estando. Un poco decir: “faaaa, esta gente que es buena, que ha hecho todo bien, igual está sufriendo, está pasándola mal”. Se me vino esa coctelera en la cabeza. Y a partir de la canción me nació una mayor libertad de decir “Voy a hacer canciones que digan lo que quiero decir”. No hablan de nada del otro mundo ni patean los tachos, ni ¡ahhhh! Son sencillas, pero a la hora de componerlas hubo menos trancadera en ese sentido.

ABRIR PUERTAS/PONER EL HOMBRO

Para comenzar necesitaste un empujoncito.
Si, un enorme empujón de, por un lado, Carlos Casacuberta, productor de mi primer disco quien, no solo me ayudó con la parte artística, sino que hicimos todo un proceso previo de composición en tiempo record. En tres o cuatro meses compuse todo el disco. El iba recibiendo las canciones, vistiéndolas y armando la maqueta para después realizar el disco. También de Elvira Rovira, coautora de muchos temas, quien además estuvo en la parte de producción ejecutiva del primer disco. Y muchos músicos, algunos ya consagrados, que me dieron su apoyo, su consejo y su voz: Jorge Drexler, Fernando Cabrera, Rubén Rada. Siempre he tenido suerte en poder estar al lado de gente con trayectoria que siempre me está enseñando algo con su manera de ser y hacer. Como Liliana Herrero, por ejemplo, gran precursora de mi música. Fue quien grabó una canción mía, inclusive antes que yo: “Tierra adentro” (en su disco “Litoral”) y ahora “Brillantina de agua” (en “Igual a mi corazón”). Teniendo esa gente que te amadrina en Argentina y Uruguay se hace más fácil el camino.

¿Cuales fueron tus influencias en el momento de componer?
Me crié escuchando folklore, la trova rosarina, música en ingles, rock and roll. Esa coctelera que tenemos, más ahora en la era de la comunicación donde haces un click, te metes en Internet y tenes todo.

El que también hace un clic es mi grabador. Pido un momento para dar vuelta el cassette. Comento algo sobre mi atraso tecnológico. Se ríe.
Soy sola lo compuse con un grabador igual a este. Es lo más. A Liliana Herrero le dí una cinta de cassette donde estaba Tierra Adentro. La sacó, la arreglaron y la grabaron. Asi que amo el cassette.

¿Tenés alguna influencia del rock?
Algunos me joroban diciendo que soy rockera aunque no haga rock, por como es mi vida (ríe), pero no soy muy escuchadora de rock. En mi adolescencia sí. En la época de Queen vs. Kiss, era más de Queen. Entre los Rolling y los Beatles, me quedaba con los últimos. Me gusta más la melodía. El rock and roll me encanta, esos temas con tensión, power, sonido fuerte. Desde el concepto, a mi me encanta esa fuerza, pero por otro lado tengo canciones súper suaves y delicadas.

Antes de largarte a solista ya tenías una trayectoria.
Yo vengo de la música desde los 20 años. Mis primos: Jorge, Daniel y Diego Drexler son todos músicos. Ellos son Drexler Prada. Yo soy Prada Montovano. También por el lado de los Prada hay músicos, diseñadores, dibujantes, artistas plásticos, una familia bastante creativa.
Yo empecé cantando con Daniel en un grupo llamado La Caldera. Luego integré el cuarteto vocal La Otra. Junto al Negro Rada, hice coros para niños, siete u ocho temporadas. Hice lo mismo con Jorge Drexler y Fernando Cabrera. León Gieco me invitó a cantar en Cosquin, hace un tiempo. Más recientemente he participado con Kevin Johansen y Lisandro Aristimuño.
Mi primer disco salió primero en Argentina (Los Años Luz) antes que en Uruguay. Lo mismo ahora. “Soy Sola” salió en España, “Soy Pecadora” seguramente también. Va a salir en Brasil. He estado yendo y viniendo. Abriendo puertas, primero en lo regional y un poco en España. Tres meses allá, tres acá. Estamos medio de nómades.
¿Seguís viviendo en Uruguay?
Sí. Adoro al Uruguay. Estoy contentísima de que haya ganado el Pepe, el Frente y todo. Tengo ganas de estar mucho allí, de meter el hombro, de ayudar en lo que sea.

LOS TEMAS UNIVERSALES
¿Cómo definirías tu música?

Eso es dificilísimo (ríe). Cuando uno compone, crea desde el espectro de cosas que lleva adentro. Yo me crié mucho en el campo, luego viví en
Montevideo. Allí conocí un montón de músicas que tienen que ver con el
candombe y la murga, aunque todavía no las he incorporado en mi repertorio. Algunos dicen que mi música tiene aires folklóricos, sin ser un folklore puro, arreglado, con un sonido más urbano o moderno. Si vas a la esencia de las canciones te das cuenta que eso puede ser una chacarera, otra un valsecito o una zamba. Hay bastantes señas de cosas folklóricas y el folklore latinoamericano. Tenemos una canción que es una especie de baión, llamado “Tu Vestido”. También podes encontrar un montón de ritmos en tres o 6/8, una característica muy folklórica latinoamericana.

El primer disco tenía muchas historias de tu infancia.
Sí. Bien primer disco. En las composiciones viajé mucho con la imaginación hacia mis lugares de infancia. Fue como fundante, si queres. Muy de buscar dentro de mi un camino, una puerta nueva que es la composición. Nunca me había animado a bucear por ahí. Capaz en ese camino nuevo uno va a sus lugares seguros, a sus referencias fuertes, como lo que a uno le pasa en la infancia. Si bien hablaba algo de mi adultez, porque lo compuse a mis treinta y pico, siempre había una ensoñación, una reminiscencia, una ambientación imaginaria del interior: los ríos, los montes, mis lugares. El último es más urbano, más nocturno. Más montevideano.
Las letras son mías pero siempre uno trata de universalizar, en el sentido de no tanto “Yo, yo” sino “el amor”, “la tristeza”, “la alegría”.Historias universales. Todo el mundo termina hablando de eso aunque no quiera. Del amor a un país, a un lugar, a un caballo, un perro, una mujer, un hombre. Básicamente de eso hablan las canciones. O alguna realidad social. Me gustaría poder componer canciones más narrativas, de momentos históricos, cosas así. Aun no logro salirme, no de la autorreferencia pero si de mis vivencias. A veces uno habla de cosas que le cuentan también.

SOY PSICOLOGA
Tuviste otros oficios antes de largarte a cantar.

Yo soy psicóloga. Nunca llegué a ejercer directamente. Trabajé seis años con talleres de canto colectivo para adultos mayores, un trabajo social maravilloso. Gente que está muy sola y que, de pronto ese es su único lugar de desahogo a través del canto, de la música. Es ideal. Había gente viuda que conocía alguien en el coro y se casaba, por ejemplo. Se hacían novios o empezaban a vivir de nuevo. Tuve que dejar porque no le podía dar la continuidad que un trabajo grupal merece.
Hace un tiempito que puedo vivir de la música. Debí hacer la opción arriesgada, de largarme a vivir de esto. Uno se basa en que a la gente le guste lo que haces, que te quiera, que pague una entrada para verte. Es un camino difícil pero hermoso. No lo cambiaría por nada. También te da la libertad de ser dueña de tus decisiones. No está la estabilidad de un sueldo fijo, de un salario vacacional o cobertura médica pero tenes la libertad. Sos tu propio patrón. Aunque el verdadero patrón es el público. Nosotros somos porque el público existe y va a verte.

¿En que ha influenciado tu profesión al momento de componer?
La psicología bucea mucho en lo humano y no podes evitar trabajar con vos mismo. Además de haber hecho terapia y un montón de cosas, siempre la lectura de la vida, de los otros, de lo que te aporta la psicología como cualquier ciencia humana que habla y trata del hombre, es muy buena. Mis primos son médicos y tienen en su música por ahí una sistematización, una cosa más meticulosa. Mas de médicos, si queres. Es como uno se forma, a través de una carrera en los años jóvenes, en plena formación de tu cabeza todavía. Y es inevitable que eso te quede como impronta personal de lectura de las cosas. Es imposible desconectarse de eso. Agradezco a la psicología por lo que me ha dado a nivel de conocimiento personal y flexibilidad hacia determinadas cuestiones.

UN TRABAJO, UNA MISIÓN
¿Qué te ha dejado la música?

La música es mi vida. Me ha dejado todo: la alegría cuando compones, la felicidad que sentís cuando estas en esos procesos creativos, la adrenalina y los nervios, esa especie de locura momentánea que es estar arriba de un escenario.
Te cambió la vida.
Sí, en el sentido que estoy dedicada a tocar, componer y grabar. Es raro tener un montón de tiempo libre que no lo es. Vos llevas tu propia empresa. Siempre estas con las antenas prendidas, te transformas en un instrumento de algo que es la música. Pero llega un momento en que te trasciende. Ya es del que le gusta, del que compra el disco o te viene a ver. Sentís como el deber de estar siempre produciendo. Es como un estado permanente, y al mismo tiempo lleno de cosas fuertes: el público, un show, el aplauso, el no aplauso. En lugares rarísimos como Suecia o Dinamarca, donde he tocado, la gente es divina pero no entiende nada de lo que estoy diciendo. Son conciertos más duros, más difíciles.

Generalmente sucede entre músicos argentinos pero, ¿no tenes miedo, en algún momento, de alejarte del público?
¿De agrandarme? ¡!Noooo!! El que se agranda es un tarado. No hay nadie que haya hecho algo como para merecer agrandarse. Dentro del límite de lo humano uno trata de dar todo lo posible. No hay un trabajo más valedero que otro. Esto es un trabajo y una misión ya. Si a través de tu música le llevas alegría a la gente, poesía, palabras o pones en la boca de quien te escucha cosas que tal vez el quisiera decir, o lo hace llorar o reír, después ya es una especie de trabajo a tiempo completo. Y si te agrandas por eso, por los espejitos de colores de una supuesta fama, es una estupidez. Sobretodo esas famas que explotan y desaparecen…En Argentina se da mucho más esa especie de cholulismo. En Uruguay no es tan así: grandes artistas como Rada o Jaime (Roos) salen a caminar por la rambla y nadie los molesta. Por suerte. (Ríe)
¿Cómo imaginas tu futuro?
Imagino seguir cantando, aprendiendo a componer cada vez mejor, que cada disco supere al anterior, armar un circuito de trabajo regional y también en Europa.
Y a nivel más personal, seguir con mis amores, mis desamores, mis parejas, mis desparejas. Hijos, no. Perros no. Tuve que dar el perro porque no estoy nunca en casa, así que imaginate. No puedo permitirme nada que me ate, en este momento. Después sí, mi sueño es comprarme un pedazo de tierra, una chacrita en algún lado, llevar mi perro, un caballo y tá. Salir a los conciertos y volver.
(Publicada en Revista El Colectivo 28)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bien Anita, una grande!!!
Sandra