Charla con Carlos Núñez, Presidente de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti
Por Osvaldo Quintana
Es cierto: “Pocho vive”. La frase esta impregnada en las paredes de Rosario. Como en muchos casos sus asesinos consiguieron que ese nombre no solo se multiplicase por los muros, las banderas y los discursos sino en la práctica misma: la Casa del Pocho en el Barrio Ludueña, el Centro de Salud, La Biblioteca, un Centro Comunitario en Capitán Bermúdez, una Huerta Comunitaria en Venado Tuerto son sólo algunos de los espacios que vienen trabajando sobre las ideas de Claudio Lepratti, aquel militante social asesinado en Rosario durante los sucesos ocurridos por Diciembre del 200l.
Presente también en el Primer Encuentro Latinoamericano de Educadores Populares por la Alfabetización, el psicólogo Carlos Núñez, presidente de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, con su hablar pausado y reflexivo nos explica de que se trata eso que el llama “la multiplicación de los Pochos”.
¿Cómo comenzaste con este laburo?
En el año 97 yo venía coordinando talleres de desocupados en una forma bastante nómade. Íbamos a centros comunitarios, estuvimos en la CTA. Allí nos encontramos con Pocho. Yo estaba con un taller para desocupados y él con otro de los chicos que trabajan en la calle. A partir de eso armamos uno en conjunto sobre HIV y desempleo. Así fuimos trabajando hasta que lo matan. A partir de ese momento decidimos territorializar el trabajo y surge la idea de inaugurar la biblioteca junto a los que veníamos realizando los talleres de desocupados. Cada uno eligió un área donde le gustaría volcarse a hacer trabajo social, ya que empleo no se conseguía, y así recuperar la dignidad de estar haciendo algo para transformar la sociedad. Todos fueron eligiendo: algunos talleres de arte, otros el tema de la copa de leche, la merienda compartida. También había costureros, después se cambió por otras cosas que se fueron abriendo. Es así como nace el tema del trabajo. Obviamente también hay un trabajo psicológico con los chicos del barrio. También otros dos talleres: el de cuentos que consiste en recrear las historias de vida de los pibes y de que manera pueden ir recuperando su identidad y la del barrio. Por otro lado existe un taller audiovisual donde se hacen fotonovelas de sus historias y termina en un video que venimos haciendo. Ahora tenemos un taller de periodismo popular que estamos trabajando con los más jóvenes.
¿Cuándo nace la Biblioteca?
El 18 de Octubre del 2002. Celeste, hermana de Pocho, es integrante de la Comisión Directiva. También estaba Orlando, el padre, hasta que murió el año pasado. Nosotros trabajamos en talleres de apoyo escolar, de arte, teatro, guitarra. Hay un taller de serigrafía donde enseñamos a los pibes a hacer banderas, remeras. También se hacen las fajas esas con las que se está cambiando el nombre a la calle Presidente Roca por Pocho Lepratti. Eso lo hacemos en conjunto con los chicos de La Vagancia (Ver El Colectivo N°1) Hay un espacio de educación popular donde coordinamos todas las practicas que se hacen. Hay una revista de jóvenes llamada Ratax. Junto con eso existe un trabajo fuerte del barrio con los más chicos y una biblioteca que tiene más de 13.000 ejemplares, lo cual es mucho por tres años de trabajo y por ser un proyecto autónomo que cuesta muchísimo sostener.
¿Dónde funciona la Biblioteca Popular?
Funciona en Tablada que es un barrio de Rosario. En realidad, desde que lo asesinaron a Pocho hay una serie de espacios que vienen trabajando: en Ludueña, donde estaba Pocho, se encuentra “La casa de Pocho”. Con ellos trabajamos en conjunto en distintas actividades. Hay un Centro de Salud que se llama igual. Existe un Centro Comunitario en Capitán Bermúdez, una Huerta Comunitaria en Venado Tuerto y nosotros. Todos llevando como nombre al Pocho Lepratti. Yo digo que esto es la “multiplicación de los Pochos”. Y al matarlo lo que consiguieron fue que el ejemplo cundiera por distintos lados y se retomara desde distintos aspectos. Que se siguiera trabajando sobre sus ideas.
¿Cómo sostienen el proyecto?
Con lo que entre todos vamos haciendo. Con actividades como peñas, bailes, presentación de revistas. Sucede que, en la medida en que son muchos los chicos y adolescentes, la preparación de los talleres va haciéndose cada vez más difícil. Pero siempre estamos generando proyectos, para que sean auto sustentables. Y hay mucho corazón. Mucho poner el pecho.
Los 90 fueron años de individualismo exacerbado. ¿No notas como que luego de los sucesos de Diciembre del 2001 ha variado esto en algunos sectores sociales?
Creo que ha variado. De hecho, el surgimiento de muchas de estar organizaciones es producto de eso. Nosotros mismos decimos que la biblioteca es hija directa del movimiento de Diciembre en las calles de Rosario. Lo que también notamos es que, junto con eso, es complejo si uno se queda pensando sólo en la cuestión de los Planes Jefas y Jefes. Creo que hay que pensar la cuestión de salir de lo instituido para ser un movimiento más instituyente, más creador de distintas cosas. Dar algunas vueltas más sobre lo que es generación de un proyecto socio- cultural que enfrente el proyecto neo liberal en todas sus condiciones. Nosotros, desde nuestro laburo, lo pensamos en tres ejes: primero, nosotros siempre decimos: hoy hay escenarios urbanos. Nosotros estamos en un escenario urbano que esta en disputa contra el modelo subjetivo que el sistema quiere hacer. El sistema quiere sujetos cada vez más dóciles, más dominados, individualistas, agresivos y sostenidos en la idea del éxito y de la eficacia. Nosotros creemos que, a través de todos los movimientos sociales, lo que se está haciendo es demostrar que aparte de esa subjetividad hay otra, más solidaria, más participativa, capaz de tener sueños colectivos, de jugarse las bolas por un proyecto. Y eso es disputarle la subjetividad. Otro de los puntos que sostenemos es la disputa en el campo del conocimiento. Creemos que el conocimiento no es ni siquiera solo algo que queda solo para los maestros. Creemos que el conocimiento se hace con el conocimiento de la gente en los barrios. Conocimiento que puede encontrarse entre distintas historias de vida y recuperando la memoria de un proyecto colectivo que en algunos momentos estuvo y que el genocidio lo fue masacrando de alguna manera. Otro sostén sobre el cual la biblioteca trabaja es el campo de la política. Nosotros decimos que hacemos política. Lo que no hacemos es política partidaria. Pensamos que la política es otra cosa. La política es eso que se pone en juego para tratar de ver como transformar su vida, la sociedad, como pensar un proyecto educativo, un proyecto cultural y cualquier tipo de proyecto. Creemos que eso está en cada espacio de Educación Popular, en cada espacio de los Movimientos Sociales que están surgiendo. Algo completamente distinto a la politiquería. Siempre la primera imagen que te viene es la del puntero, la del corrupto. Uno de los laburos a que apostamos desde la Biblioteca, un laburo chiquito, es refundar la política desde la práctica misma.
¿Cuáles son las principales dificultades con que se topan a diario?
Muchas (suspira), muchas. La dificultad de intentar ir dejando los individualismos de cada uno de nosotros. Eso es difícil. Cuando tratas de hacer un proyecto colectivo tenes que tratar de escuchar, decidir en grupo. Saber cual es el momento de la discusión, con quienes, por que también se acerca gente que viene mas a destruir que a otra cosa. Sigue siendo una práctica que, desde los 70 a nuestros días, al sistema le ha dado mucho rédito. Y encontrar como sostener los proyectos colectivos es la primera tarea. Por eso, a través del taller de reflexión lo primero que decimos es: compartamos todo con todos, veamos de que manera repensar lo que hacemos. Otra dificultad es la cuestión de cómo generas autonomía, económicamente. Otra es luchar contra eso que está muy instituido, desde las más pequeñas cosas: en el taller de apoyo escolar nos cansamos de decirles a las madres y maestras que nosotros no hacemos enseñanza particular. Nosotros queremos que sea un espacio más donde puedan aprender a aprender, a igual que nosotros. Esto no es solo hacer la tarea y sostener nada más que esa función más vertical de la escuela. Creemos que la escuela tiene otras cosas muy importantes que no son solo reproductivistas. Siempre decimos: fijémonos muy bien que cosas dentro de todo lo que hace la escuela estamos apoyando y tratemos de alejarnos de aquello que aparezca como lo más complejo. Sí sostenemos espacios donde se pueda aprender jugando, cuestionando, que vayan siendo portadores de un pensamiento crítico desde su lugar cotidiano.
¿Cómo ves a los pibes del barrio?
Con las complicaciones propias de estar siendo parte de algo que está muy golpeado, muy destruido. Pero cuando el pibe siente que puede confiar en vos ahí diste un paso enorme. Ellos tienen que luchar contra muchas cosas que no vienen desde afuera. Por ejemplo, hay padres que llegan a la biblioteca y dicen “no queremos que nuestros chicos vengan más porque sabemos que vienen los que son de la villa, que esto, que lo otro”. Nosotros le decimos “Mire, haga lo que quiera pero nosotros no vamos a trabajar para excluir a nadie sino todo lo contrario”. Pero eso, a su vez, se le machaca al pibe. Vamos viendo como encontrar la forma de aportar a la integración, no a la exclusión. No fomentar la lucha de pobres contra pobres que es lo que intenta hacer el sistema.
¿Cómo te ha cambiado toda esta práctica?
Me ha cambiado mucho, mucho. Yo además de esto soy docente universitario. Y me ha traído muchos conflictos incluso entre algunos otros docentes que sienten que uno no es tan académico. Y creo que tienen razón: ya no quiero ser académico, no me interesa ese discurso. Por otro lado, en el barrio no dejan de ver (por cosas que uno dice, esto y aquello) como que uno no es tampoco de ese espacio. Todas esas cosas te replantean la necesidad de refundar los conocimientos, la manera de pensar, de enunciar, de decir, de sentir, e participar. Porque ninguna de estas cosas no tienen espinas. Lo que creo es que hoy no podría ser sin todo esto que uno viene haciendo, porque son los espacios donde mayor satisfacción, además de preocupación, angustia, esto y aquello, uno siente. Te encontras con cosas pequeñitas y todo pero altamente justificadores del camino emprendido.
¿ Cuál es el aspecto que más rescatas de Pocho vos que lo conociste?
Creo que el Pocho en un sentido era inalcanzable. Yo hace un rato que estoy hablando, vos me preguntas de mí. Pocho de él no hablaba. Él estaba pensando siempre en el otro. A esta misma pregunta que me haces, y yo caigo y te la contesto, Pocho no la hubiera respondido. Era el tipo más humilde y más entregado a los otros que he conocido. Y mira que he conocido mucha gente de militancia, de entrega. Recién cuando Pocho muere, la familia se entera, en Rosario, de todo lo que él significaba para los pibes. De boca de el no lo sabían. Y tenes que ser muy especial. Pocho era profundamente cristiano, yo lo respeto pero no lo soy. Ahora, de alguna manera, si tengo que pensar como es un cristiano revolucionario, pienso en Pocho, no me queda otra. Él trabajó con pibes que tenían hermanos presos, con pibes metidos en la cosa más complicada de la droga, que habían abandonado la escuela y vos escuchas hoy lo que son esos pibes y decís: “Bueno, si algo implica la idea de Educación Popular es esto, pibes, hombres, muchachos comprometidos con su país y su liberación. Chicos comprometidos con la práctica social que estaban poco más que destinados a caer bajo la bala de algún milico”.
(NOTA APARECIDA EN EL COLECTIVO DEL AÑO 2005)
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Bacano
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