Revista EL COLECTIVO

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lunes, 28 de mayo de 2007

UNA NUEVA RECUPERADA EN ROSARIO


21/04/2007. Los empleados de la quebrada (y vaciada) Parrilla del Centro reabrieron las puertas del local gastronómico bajo la forma de una cooperativa, con la ayuda de clientes, vecinos, legisladores y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas

Unos doscientos comensales recalaban diariamente en la Parrilla del Centro, ubicada en Santa Fe al 1100, pero la muerte de su dueño, Jorge Scrignia, hace ya dos años, comenzó a cambiar la situación. Viviana Cabardo, viuda del ex propietario del negocio, en diciembre último tomó las riendas del local rosarino de Santa Fe 1167. Para evitar que los herederos se quedaran con el botín empezó a vaciarlo. Además, “la mujer se ausentó unos cuarenta días y bajaron las ventas, se quemó una parrilla y el aire acondicionado, no quedó nada de mercadería y tuvimos que poner dinero de nuestro bolsillo para poder seguir. Era una situación muy densa la que estábamos pasando”, cuenta pausadamente Jorge Zapata, uno de los mozos y ahora presidente de la cooperativa El Mejor del Centro, nombre con el que reabrió el emprendimiento gastronómico luego de la quiebra, esta vez en manos de los trabajadores.El 23 de enero ante la posibilidad de perder todo, los trabajadores del céntrico restaurante hicieron un paro y tomaron el negocio para exigir, públicamente, soluciones. La decisión de frenar las actividades, reunirse para gritar y explicar el porqué de esa manifestación fue un nuevo paso que mozos, cocineros y lavacopas tuvieron que dar con mucha paciencia, atravesando momentos de discusión, malestar, cansancio y bronca. Debieron enfrentar también el hambre y la desesperación por calmar el llanto de sus hijos. Uniendo las fuerzas y creando herramientas de lucha, los empleados y sus familias se organizaron por turnos para ocupar sus puestos laborales y hacer changas. “La mayoría, hace 14 años que trabaja, yo hace 4 años que estoy y soy el más nuevo”, dice Zapata, quien además de ser mozo es el presidente de la reciente Cooperativa de Trabajo “Lo Mejor del Centro Limitada”, formada para autogestionar la continuidad de la actividad. Pero, previamente se necesitó la declaración de quiebra del negocio, un trámite demorado y de difícil resolución, sin el cual no podrían reabrir el local gastronómico y volver a trabajar.Así se llegó al 15 de marzo, cuando los trabajadores con sus familiares y organizaciones sociales se movilizaron hasta los tribunales rosarinos en reclamo de una rápida autorización judicial para la reapertura del establecimiento. La solidaridad rodeó a los laburantes y contaron con el respaldo de los fieles vecinos, otras cooperativas rosarinas agrupadas en el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) y el apoyo de diversos sectores sindicales como el gremio Gastronómico y estudiantes que colaboran con firmas para petitorios, alimentos y recaudación de dinero. Además de recibir algún subsidio del gobierno municipal.El 20 de marzo, una tal Andrea Cerazo, quien apareció como testaferro del finado Scrignia y reemplazante de su viuda, recibió un pedido de quiebra de parte de un proveedor. “Ya está sorteado el sindico, pero tenemos que arreglar el tema contractual de la locación del establecimiento y para eso necesitamos la desvinculación de la otra parte”, explicó Zapata.Mientras Scrignia estuvo vivo, sus empleados habían cobrado un jornal que superaba casi el sueldo de un gastronómico. Eso les permitía –por ejemplo– acceder a empresas de salud prepagas. Todo parecía muy lindo, pero “trabajar en negro no sirve, quién te devuelve los años que no tuviste aportes. A la larga todo se termina, te pisotean los derechos y no te conduce a nada”, asegura Zapata con su voz triste pero enfurecida que se desenvuelve con gestos amables de mozo de oficio. También es negra la deuda de más de un millón de pesos que el empresario había cocinado con impuestos, proveeduría y sueldos sin pagar.“Tenemos la matrícula para funcionar como cooperativa y vamos a trabajar independientemente, pero no sin federarnos a la cooperativa de trabajo de empresas recuperadas”, explica el mozo. Además, resalta la importancia de compartir estas experiencias a otros trabajadores que se encuentran en condiciones similares, para demostrar que no hay que dejar de pelear y luchar por la dignidad y el cumplimiento de los derechos del laburante.La primera semana de abril, al mediodía en calle Santa Fe al 1100 y entre ruidos céntricos, colas en los bancos, edificios apilándose por todos lados, se podía visualizar la entrada al restaurante sin saber si estaba abierto, si los empleados limpiaban o si no tenían luz. La vidriera mostraba una parrilla desocupada, vacía y con algunas que otras cenizas. Pero, aún ardía alguna braza del fuego encendido para preservar la fuente laboral.Mesas amontonadas, sólo algunas hacían de escritorio, la barra estaba oscura y sin movimiento, ni ruido de caja registradora. Detrás de la trinchera de sillas, dos colchones tirados. A la par de todo eso un grupo de gente con rostros preocupados y concentrados, haciendo pedidos pero no para hacer marchar algún menú sino para reclamar sus derechos.Pero, el viernes 13 el menú fue radicalmente distinto: luces, manteles blancos y sandwichitos para agradecer a los que acompañaron la lucha. Los trabajadores celebraban la reapertura de la parrilla, ya que el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) otorgó el certificado para que funcione la cooperativa.Los mozos lucían en sus camisas el escudo de la nueva cooperativa, que en la segunda quincena de este mes vuelve a trabajar, a recibir a sus vecinos y a prender hornallas que mantendrán el trabajo comunitario.

fuente: EL ESLABON de la Cadena Informativa (www.eleslabon.org.ar)

Autor: Malena Montenegro

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