Revista EL COLECTIVO

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viernes, 29 de julio de 2011

“HEREDÉ SU BRONCA ANTE LO INJUSTO” Entrevista a Paula Santoro



Por OSVALDO QUINTANA

“Comé sin revolear los brazos”, le pedía dulcemente su padre en una carta, 35 años atrás. Ella tiene sus mismos ojos y la misma sensibilidad ante todo lo humano. Paula Santoro, 41 años, profesora de inglès, hace un alto en su “tour por la ciudad” para contestar las preguntas de EL COLECTIVO. “Sigo reconstruyendo mi propia historia – dice con orgullo – aunque siempre va a faltar una pieza del rompecabezas”.

¿Qué sentiste al leer los poemas de tu padre en público durante la presentación del libro “Escritos en la memoria”?Una gran emoción, mezcla de orgullo y esperanza por el hecho de saber que todo lo que escribió y pensó está en la memoria de quienes lo conocieron y, de yapa en un libro al alcance de quienes deseen saber quién fue – porque sus poemas hablan por él. Me gustaría que los jóvenes conocieran su poesía porque creo que podrían de alguna manera identificarse. Por otro lado sentí también una mezcla de tristeza y bronca porque muchas de las cosas que escribió siguen tan vigentes como entonces.

Cuando Roberto fue secuestrado eras muy chica. ¿Cómo pudiste reconstruir su
historia?

Cuando lo secuestraron yo tenía diez años. Gracias a mi vieja, la familia y los amigos que lo conocieron estoy reconstruyendo mi propia historia, sabiendo siempre cosas nuevas de él, de su forma de ser y, por supuesto, lo que más admiro es el hecho de haber tenido un sueño y jugarse entero por él, a sabiendas de las consecuencias, pero siempre pensando en un futuro mejor para todos. Cuando muchos amigos le preguntaban qué hacía aquí todavía, por qué no se iba, él decía: “yo no me voy, que se vayan ellos”.

¿Qué se sabe sobre su desaparición? ¿Existe algún juicio en marcha?
Sólo se conoce el relato del día en que lo secuestraron de su trabajo, la escuela técnica Nº 25 “Teniente 1º de artillería Fray Luís Beltrán” del barrio porteño de Once. Nunca supimos nada más, nunca ningún indicio o noticia, por lo tanto no hay ningún juicio en marcha.

¿Qué otras pasiones tenía aparte de la poesía?
“Escribir es necesario como respirar”, decía. Después, lo que le gustaba era infinito: el fùtbol – era un empedernido-sufriente hincha de Racing-, la música: el tango, la ópera, cantar y tocar la guitarra. Quiso estudiar piano cuando era chico pero como sus padres no podían adquirirlo por ser muy caro, le compraron un acordeón a piano. A los 18 años lo sortearon para el servicio militar. Después de la instrucción iba todas las tardes al Teatro Colón a escuchar óperas desde el “gallinero”.
En ese mismo tiempo se anotó en la carrera de Filosofía y Letras de la UBA pero dejó para hacer el servicio militar. Aprendió francés en la Alianza Francesa y linotipia en una escuela técnica. Todo le interesaba y tenía miles de ideas para concretarlas. Le apasionaba vivir. Además de su trabajo en la escuela como preceptor, tuvo un puesto de bazar en el mercado del barrio de Chacarita, fue pintor de brocha gorda, editaba y vendía sus carpetas y libros, trabajó en el sindicato de músicos. Tenía una libretita donde anotaba todo lo que veía en la calle y llamaba su atención: las leyendas de los camiones, las conversaciones de la gente. Además, el oficio de poeta significaba compartir una charla de café y, lo más importante, que la gente común, la que madruga para ir a trabajar, el verdulero, la vecina que baldea la vereda, el quinielero, todos conocieran su poesía: de ellos nacía el poema y a ellos debía volver.

¿Tu padre tenía alguna militancia político – partidaria?
El adhirió al socialismo en algún momento de su vida y más tarde, junto con otros compañeros, formaron un frente cultural de escritores dentro del PRT. Siempre decía: “mi cuore está apuntando hacia la zurda…”

¿Cómo era como padre? ¿Qué heredaste de él?
Tiempo no era lo que le sobraba – hablo del 75-76. En casa mucho no estaba. Como bien decía: “cuando llego a mi casa me presento”. Por un lado el trabajo que daba de comer y el otro tiempo se la pasaba escribiendo, enloqueciendo por todo lo que sucedía en el país, tratando de dar testimonio de todo lo que podía. Sin embargo, lo recuerdo en muchos momentos como padre: cuando venía a despertarme a la mañana muy dulcemente y yo enfurecía porque no quería levantarme, o cuando los domingos en la casa de su madre Emilia, después de almorzar, se preparaba para escuchar el partido por la radio mientras recortaba las notas que más le interesaban de los diarios. O cuando me daba hojas para que hiciera mis dibujos, o cuando me grababa leyendo algún libro o simplemente hablando. ¿Qué heredé de él? Sus ojos. Su bronca por lo que no es justo, su solidaridad, su sensibilidad ante todo lo humano y su resistencia al “candado en la boca”, “al despertador en el culo” y “al infarto en el cuore”. Pequeñas delicias a que nos tiene acostumbrado el sistema en que vivimos.

¿Cuál crees que es el poema que lo pinta entero?
¡Qué pregunta difícil! Creo que todos lo pintan un poco porque ellos hablan por él y de él. Elijo uno que me gusta mucho y que pertenece a su primer libro “Oficio Desesperado” de 1962:

“cuando me canse de buscarte
o el amor desigual de Buenos Aires olvide mi tristeza
cuando no te quiera rabiosamente
aunque no sé si estás ahora
cuando me funcione el cerebro como quieren muchos
o me olvide de Discépolo
remato el corazón
para qué andar con vueltas”.

O del libro “Las Cosas Claras” de 1973:
“que venga la vida y me golpée
de nada vale cerrar los ojos
un hombre dormido
es un dolor que descansa.


¿Ser hija de un escritor desaparecido significa un peso especial para vos?Significa un peso emocional muy grande por el hecho de saber que tuvo sus ideales, sus propias convicciones, que dio su vida para que todo cambiara. Que le dolía este país, tanto que no se quedó cruzado de brazos, es un ejemplo que sí tiene un peso positivo enorme. Por otra parte también siento que otras veces cuesta cargar con ese peso porque tal vez los demás esperan de mí cosas por ser “la hija de Santoro”. De todas maneras creo que me parezco mucho a mi viejo: también me duele lo injusto, pero considero que no tengo la claridad, la fuerza ni el aguante de él. Tal vez si estuviera, aunaríamos fuerzas y yo de su mano sería otra.
¿Qué estaría haciendo Roberto si estuviese hoy con nosotros?
¡Tendría material de sobra para escribir tantas cosas! Jugando con las palabras, siendo irónico. Porque muchas cosas no han cambiado: las injusticias, la corrupción, la prepotencia de los que más tienen. Estaría en alguna manifestación, haciendo algún reclamo social. Lo imagino viajando como tantos jubilados en el subte, en el colectivo, siempre con su lápiz y su libretita bajo el brazo, dispuesto a anotar frases dichas por la gente que habla por celular, por ejemplo. También seguiría buscando como sobrevivir, eso sí: con tiempo para mirar televisión y “enriquecer su espíritu con tantos seres de plástico siempre listos para dar el zarpazo”.

Leí un poema de Alberto Costa donde se pregunta por tus ojos. Dice “Que pasó con los ojos de tu hija, Pelado/ ¿Estará rehaciéndose por dentro?”. ¿Lograste rehacerte por dentro?
En estos casos uno no logra rehacerse del todo porque siempre va a faltar una pieza del rompecabezas. Queda siempre un espacio vacío. Sin embargo creo que “RESISTIR” es el mejor verbo. Sigo para adelante, junto con mi madre, mi familia, los que me quieren y con los pies en la tierra y tratando a veces de que me crezcan alas. Y me acordé ahora de un trozo de un poema del libro “Cercos de la Memoria” de Rafael Vásquez, dedicado a mi viejo:
“Tu madre me avergüenza porque espera/ tu regreso imposible. / Yo no sueño”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

fuerte abraso companiero para La Negra y para vos, Paula! seguimos muy atentos a la aparisión de cualquier signo o senial sobre el destino de los despojos de Roberto: otra infamia más de los genosidas programados esa crueldad de no dejar restos ubicables! no por ser proclives a sierto "culto por lo muertos", sino por que en esa "omnipotensia" se creyeron
"dioses", a los que estamos jaqueando a mate siempre! Pensémosló dichoso al Poeta, con esas prisiones perpetuas para algunos de aqueyos miserables
"ejecutores"! la seguimos y salud y poesía! poni

...jebumarï... dijo...

emocionante EMOCIONANTE siii encontrar esta entrevista!!! Conozco y leo la obra de Santoro desde hace un tiempo y no dejo de sentirme movilizada cada vez que me pongo con uno de sus libros. Sería una alegría inmensa si pudiera comunicarme con Paula por mail. Se ha comenzado un trabajo de investigación -y disfrute- literarrio acerca de su obra, por lo que me sería de suma alegría e importancia intercambiar unas palabras con ella.
Si tienen en mano su mail, voy a estar en contacto con este blog para poder obtenerlo.
Gracias a millones!!!
Jesu, desde Córdoba