Revista EL COLECTIVO
miércoles, 6 de julio de 2011
SI LUCHAMOS POR EL CAMINO AL PARAISO, YA ESTAMOS EN EL
ENTREVISTA A OSVALDO BAYER
Por: Osvaldo Quintana
Como a muchos, le duele este país sin memoria. Como miles de anónimos luchadores, se niega a abandonar las utopías, a convalidar este vergonzoso presente. A cruzarse diariamente con corruptos y asesinos en calles y plazas que lleven el nombre de corruptos y asesinos. Se niega a callar, a ocultar lo que muchos intelectuales oportunistas ocultan, a esconder bajo la alfombra esos trozos de historia que no concuerdan con la historia oficial. Osvaldo Bayer es escritor, periodista, historiador, guionista cinematográfico, docente. Pero sobre todo es un gran referente para quienes están convencidos de que, mediante la lucha, la injusticia y el egoísmo no reinarán para siempre. “Tengo 77 años -confiesa- pero me voy a considerar un joven toda la vida porque no quiero darme por derrotado”.
“Me he propuesto no tener piedad con los despiadados. Mi falta de piedad con los asesinos, con los verdugos que actúan desde el poder se reduce a descubrirlos, dejarlos desnudos ante la historia y la sociedad y reivindicar de alguna manera a los de abajo, a los humillados y ofendidos, a los que en todas las épocas salieron a la calle a dar sus gritos de protesta y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados, tirados en alguna fosa común”, (de una entrevista realizada en la revista Humor, abril de 1983).
“Conocer a un hombre en las malas es la mejor manera de conocerlo”, supo escribir Osvaldo Soriano refiriéndose a Bayer. Y algunas veces, solía recordar aquel encuentro que tuvo con el escritor en Frankfurt, por el año 1976, cuando ambos en pleno exilio buscaban la forma de subsistir y ver qué podía hacerse para denunciar a la dictadura criminal que asolaba el país. “Bayer me preguntó si tenía plata como para ir tirando mientras conseguía algún trabajo. Le dije que no se preocupara, que ya saldría algo. Una semana después recibí una carta de Alemania. Había un giro con una suma extraña: 1527 marcos con cincuenta, o algo así. Con una esquela breve: ‘Osvaldo, cobré un trabajo que me debían, te mando la mitad. Un abrazo.´ No me mandaba un préstamo de amigo, sino el auxilio de de un anarquista fiel a su ideal”.
¿De dónde provienen esos ideales libertarios?
Las ideas socialistas las tengo de mi padre. Los ideales libertarios los aprendí cuando era estudiante en Alemania. Allá fui en 1952 en el movimiento de la Liga de Estudiantes Alemanes Socialistas. En ese tiempo de posguerra los estudiantes alemanes luchaban por el socialismo y más libertad para vencer para siempre al siniestro fantasma del nazismo. Yo considero que las ideas anarquistas siempre van a estar en la mesa de discusión. Es el ideal por excelencia. La utopía de la bondad y de la ética. Pese a todas las represiones de la historia, ahí está, intocable. Y creo que el futuro está en la discusión, la participación de todos y en la solidaridad.
¿Cómo transcurre su vida entre Argentina y Alemania?
Actualmente paso diez meses en la Argentina y dos en Alemania, donde está mi familia, mi mujer, mis cuatro hijos, mis cuatro hijos políticos y mis diez nietos. Todo resultado de la bestial dictadura de los militares argentinos. Yo regresé a la Argentina porque no puedo estar sin este querido país. Aquí está mi labor y mi lucha. Se los prometí en el recuerdo imborrable de los amigos asesinados por la banda uniformada de Videla y Massera.
Usted es una persona de naturaleza optimista. ¿Cuál fue el momento de su vida en el que flaquearon sus fuerzas y le ganó la desesperanza?
Cuando tuve que abandonar, en 1976, la Argentina protegido por la embajada alemana y en el momento de partir, el brigadier Schenone me dijo, al devolverme el pasaporte: “Usted jamás, ¿me entiende?, jamás va a volver a pisar el suelo de la patria”. No se por qué le creí y me llevé el dolor en el alma. Pero ocho años después volví, en octubre de 1983 y lo busqué a ese uniformado basura para decirle: “aquí estoy, señor brigadier, aquí estoy pisando el suelo de mi patria”.
LAS PALABRAS DE LOS INTELECTUALES
“Para mí es mucho más valioso un obrero de la zafra que no ha podido ir a la escuela, pero que tiene un alto concepto de la solidaridad de clase y lucha desde abajo por la dignidad de sus semejantes, que un Borges degradado haciendo reír a las señoras gordas con sus salidas ingeniosas pero infinitamente cínicas”, (revista Jotapé -sí, Jotapé- número 9, año 1988).
Entre tanto intelectual claudicante y acomodaticio, “muy bien dispuesto para responder a las demandas institucionales, ávido de prestigio y legitimidad inter pares”, Bayer elige el bajo perfil. Prefiere darle la palabra a aquellos otros, esos luchadores olvidados que logra rescatar escarbando en las sombras de la historia.
¿La labor del intelectual va cambiando con el tiempo?
No, siempre será la misma. El verdadero intelectual puede escribir sobre lo que se le da la gana, pero tiene un deber ante la sociedad: salir en defensa de los más débiles y de los perseguidos. Ahí tiene que estar en primera fila. Y también en la lucha contra las dictaduras y no ir a visitar a los dictadores como lo hicieron nuestros famosos intelectuales consagrados.
¿Qué importancia le adjudica a la palabra?
La palabra es el arma de la ética, cuando el lenguaje es el de la libertad. Si no es el cinismo, el egoísmo, el latigazo de la injusticia, como estamos acostumbrados los argentinos, que llamamos democracia a esta podredumbre que estamos viviendo. Con jubilaciones de privilegio y políticos inmorales hasta los tuétanos. Un país de las pampas inmensas que podría dar de comer a todo el mundo. No es democracia cuando hay gente que sufre hambre, niños desnutridos, con la inmoralidad como regla de convivencia. Lo acabamos de sufrir con la muerte de decenas de jóvenes llenos de vida.
Usted viaja en forma constante por el mundo, ¿cómo ve a la juventud?
La juventud es el espejo de la sociedad. Lo que veo es la droga y explotación en vez de ciencia y libertad. Globalización de la violencia en vez de paz y ayuda al que sufre. Bombardeos a ciudades abiertas en vez de la prohibición mundial de las armas. La juventud en uniformes educada para matar. No por la libertad sino por el petróleo. Bala y tortura en vez de la Paz eterna de Kant.
SUENOS Y PESADILLAS
“El pueblo argentino se divide entre ricos y pobres, entre solidarios y egoístas, entre peronistas y radicales, no, la única división que recorre el país está entre los que acompañaron a las Madres y los que miraron para otro lado cuando las vieron marchar” (“20 años de las Madres. Cita con el paraíso”,
contratapa del diario Página 12, 30-04-97).
¿Cómo vivió el triunfo del Frente Amplio en Uruguay?
Con alegría. Con esperanzas. Tal vez un pueblo chico nos puede enseñar cómo se fundamente una sociedad verdaderamente democrática. El sueño libertario de Artigas. La gran fe que esta vez no habrá divisiones sobre los que tienen que cargar la gran responsabilidad de dar fundamentos a un pueblo libre. Y la partida definitiva hacia los Estados Unidos de América Latina, el sueño del Libertador Bolívar.
Por un lado, la alegría y por otro la reelección de Bush en Estados Unidos.
Bush es la antípoda de un demócrata. Un cínico payasesco. Un enemigo de la verdadera libertad y dignidad de los pueblos. ¿Cuántos cadáveres ya tiene en su cuenta? O más todavía, ¿cuántos niños quedaron ciegos y sordos con sus criminales bombas? El pueblo norteamericano es egoísta, pequeño, que si sigue eligiendo así a sus hombres terminará para siempre con la paz, que debe ser el ideal principal de la historia de la humanidad.
La última Osvaldo. Con este panorama, ¿considera que es posible la utopía de un mundo más justo y solidario o, como dice Eduardo Galeano, “sólo sirve para caminar”?
El luchar por la utopía es ya un deber para todos, sin excepción. Sabemos que es muy difícil llegar a ella. Pero por lo menos sintamos el orgullo y la satisfacción de estar luchando por ella. Por el socialismo en libertad. Por la Paz eterna de Kant. Por la alegría eterna de los niños y de las madres. Porque no haya crucificados en los altares sino humanos rompiendo cadenas. Si estamos en la lucha por el camino al paraíso, ya estamos en él.
Entrevista realizada para EL COLECTIVO Numero 3 en el 2005
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