Revista EL COLECTIVO

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viernes, 23 de marzo de 2007

MARCAS Y CONTRAMARCAS II


Socióloga, coordinadora de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y sobreviviente de los campos de la ESMA, Graciela Daleo es, por sobre todas las cosas, un ejemplo de lucha y compromiso entre tanto intelectual claudicante que anda por ahí.
En esta nueva colaboración, exclusiva para EL COLECTIVO, analiza las dimensiones de la desaparición de Julio López y Luís Gerez donde afirma que es imprescindible impedir “la “naturalización” de la desaparición de Julio, interpelar al minuto al gobierno nacional y provincial (…) exigiendo “aparición con vida y castigo a los culpables”, inscribir en cada encuentro el reclamo y vivir el lugar vacío en la mesa de Julio López como intolerable…”


Ya desde sus inicios el año 2006 se configuró como el año de los 30 años. El 96 –con los procesos que potenció– quedó inscripto en nuestra memoria colectiva como “el año en que se cumplieron los 20 años”, el año en que la exigencia de juicio y castigo a los genocidas volvió a las calles en la marcha del 24 de marzo, que nos recordó las movilizaciones de fines de la dictadura y las de los primeros años del gobierno constitucional. La exhortación “Memoria, Resistencia y Lucha” llenó avenidas y plazas –entonces algo huérfanas de expresiones populares, apabulladas por el peso de la fiesta menemista–; empujó la construcción de estrategias jurídicas para ensanchar grietas en el muro de impunidad consolidada con puntos finales, obediencias debidas e indultos; se combinó con la vivencia de nuevas impunidades y las viejas-nuevas injusticias con que arrasaba el neoliberalismo.
El año de los 30 años tiene también sus múltiples marcas, impresas con actos, escritos, debates, poemas, pinturas, canciones; con marchas en todo el país, e incluso en el exterior, y una movilización multitudinaria en Buenos Aires en la que se escenificó un debate que aún nos recorre, entre quienes sostenemos que esa marcha es construcción popular que no tolera propietarios, y aquellos que procuran “privatizarla” en manos del gobierno o de algún núcleo de organizaciones en particular.
El año de los treinta años es, asimismo, el de las condenas a los represores Héctor Julio Simón –el Turco Julián– y el comisario Miguel Etchecolatz.
Es el año de la desaparición de Julio López.
Es el año de la desaparición de Luis Gerez. Y de su aparición.

Por GRACIELA DALEO

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