Revista EL COLECTIVO

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lunes, 29 de agosto de 2011

“A MI ME DUELE EL DOLOR DE LOS DEMAS”



Charla con el músico uruguayo Anibal Sampayo:


- Quisiera preguntarle unas cuantas cosas.

- Sí, sí. Lo que guste.

- Ud. pertenece a una familia de músicos: de guitarreros, acordeonistas. ¿Cómo fue que se le dio por tocar el arpa?

- Bueno, eso ya vino en otra época. Yo salí de la escuela industrial con cuatro años de mecánico. Entonces me eligieron para ir a los ferrocarriles. Y en ese tiempo estaban los ingleses. Hasta el 48 manejaron casi todo ellos. Después, cuando la guerra, nos quedaron debiendo plata. Un ministro arregló así las cosas y nos dejaron los fierros viejos. El ferrocarril se fundió. Y ellos se juntaron con los norteamericanos y empezaron a hacer las rutas al lado de donde era el camino del tren. Y los camiones terminaron con el tren. Cuando empecé a trabajar tenía 16 años. Ahí conocí a los ingleses. Nos trataban como esclavos. Yo entraba a las 9 de la mañana con otros compañeros, éramos menores de edad. Después me corté un dedo que me hacía mucha falta para la guitarra. Yo desde los once ya tocaba la guitarra en las radios. Tenía un conjunto folklórico. Bueno, con este problema me despioné de los ingleses y me fui al campo con una tía hasta que cumplí los 18. Con la mayoría de edad formé con un conjunto paraguayo y nos fuimos: 3 años anduve por el Paraguay y allí aprendí, bueno, me dediqué al arpa, ¿no? Conocí el Paraguay y de vuelta conocí Bolivia. Conocí las minas y a la gente. Estaban los mensú. Todos eran muy explotados. Había lugares donde hacían un contrato y ponían el dedo, porque no sabían escribir. Y después, si querían irse tenían unos capangas que los baleaban. Todas esas injusticias me fueron quedando muy patentes. Conocí como era tan desigual el asunto. La explotación del hombre por el hombre, como decía el Ché. Después empecé a recorrer América. Volví, grabé. Estuve probando en Argentina.

- Ud. ya componía y grabó con un conjunto que lo acompañaba.
- Sí. Ahí estaba Oscar Valles. El primero que le grabó “La Compañera”, una zamba, fui yo. También me acompañaban dos guitarristas muy buenos.

- ¿Su primera composición fue la que interpretó ayer?
- ¿Cuál? ¿La del Rengo? Era la primera canción, sí. Trece años tenía. No era una cosa que pudiera considerarse una gran letra. Pero yo tenía otras obras. Ya en el 49 Samuel Aguayo me grabo una guaraña que se llamaba Noches de Amor que tuvo muchas grabaciones. También fui fundador del festival de Cosquín y el turquito Cafrune empieza a grabar cosas mías como “Río de los Pájaros”, “Kiyororo”.

- ¿Cuántos trabajos tiene grabados hasta ahora?
- ¿Usted dice discos y todo eso?. Y...canciones debe haber...Hace un tiempo yo grabé y había como 200 y algo. Y debo tener unas canciones más.
- ¿Y discos?

- ¡¡¡Faaa!!! Hay mucho. No sé. La discografía mía la tengo por ahí.
- Acá no se conoce mucho su obra. No se encuentra en las disquerías.
- Esto es por todo un silencio que se me hizo cuando la dictadura. Del 70 en adelante fue toda una persecución y se prohibieron mis canciones.

“HABIA QUE TENER UNA TACTICA PARA SOBREVIVIR”

- A usted se lo relacionó con los Tupamaros.
- Sí, yo caí por eso. También por las canciones con contenido social.

- Aníbal, usted tiene todo un repertorio que no conocemos mucho: canciones para el Ché, para el obispo Romero...
- Eso está todo grabado. Yo ya estaba en el exilio. Lo grabé en Suecia. He grabado incluso canciones para el General Torrijos a quien conocí en Panamá. Después tengo discos larga duración que tienen casi todo para héroes y mártires de América.
- Es lo que compuso estando exiliado.
- Sí. Al salir de la cárcel me hice un compromiso. Quedaban 2000 compañeros y era muy peligroso porque cada día se arriesgaban a que lo llevaran a la tortura.

- Usted estuvo casi 9 años preso en el penal de Libertad.
- Sí. Ahí hubo mucha tortura y muchas matanzas. En algún momento nosotros determinamos que se iba a hacer algo como en Trelew, acá en Argentina. Se iba a hacer parecer un motín para asesinar a una cantidad de compañeros. Eso no se pudo llevar a cabo porque nosotros alertamos a familiares y a las embajadas. Nosotros dentro estábamos muy unidos y cuando salimos tratamos de seguir así. Luchar por los presos que quedaban. Yo, en todos los países en que estuve denunciaba lo que pasaba allí. Lo que le habían hecho a las manos del argentino Miguel Ángel Estrella. La reina Juliana le había mandado un piano y los militares lo destruyeron por completo. Sólo le dieron el teclado mudo. Entonces él tocaba dentro de la celda. Una anécdota: había otro muchacho que tocaba bien la guitarra. Yo le decía: “lo que podes hacer es sacarle las cuerdas y ponerles unas de lana. Así cuando venga el milico va a creer que ustedes están locos”. Porque los dos estaban tocando “en mudo”. Estrella seguía con su piano, ensayando, pero no sonaba. (Se ríe)
Venían muchos organismos internacionales. Allí los militares nos llevaban a una celda con micrófonos. Cada cien metros había torretas cuidando todo el penal de afuera, con ametralladoras y todo lo demás. También alambres dobles cada siete metros como para que nadie se escapara.

- ¿Hubo mucha tortura psicológica, no?
- Cuando recién llegamos estaban muy duros. No me dejaban dormir, me golpeaban a cada paso. Una forma de tenerlo en jaque a uno. Hasta que un día aparece un cabo y me dice: “¿Usted es a Aníbal Sampayo?” Me pide que me acerque. “Yo tengo una letra- continúa- Un tango. A ver si usted le puede poner música”. Yo le dije: “Mire cabo, yo estoy pasando una situación bastante mala. Los soldados no me dejan dormir. Yo tengo que estar tranquilo para escribir. A ver, cántemela un poquito”. Y el tipo cantó: “Loquiiita míía” (entona) Un tango de esos...”Ah, pero está muy lindo - le digo -. Voy a ver si lo puedo hacer. Pero usted sabe: papel que hay yo tengo que tirarlo cuando viene a hacer requisa. Yo lo tiro al water “. Ahí se paró la cosa. Al tiempo volvió y le digo: “La llevo muy bien pero no tengo lápiz ni nada”. Entonces dio la orden y me trajeron. Eran maneras de poder zafar. Siempre había que tener una táctica para sobrevivir. En ese tiempo fue que saqué El Sitio Heroico, compuesto por setenta obras, que ahora las grabó un muchacho en Buenos Aires.

- Ud. Conservó como 16 canciones.
- Sí. Algunas se las debo a los muchachos que salían libres. Porque en un tiempo no se podía tener nada escrito.

- ¿Cómo hacía para no olvidarse? ¿Las tarareaba?
- Y me la iba aprendiendo toda. Incluso iba haciendo una coplita, una cuarteta. Cuando me quedaba bien redondita empezaba la otra sin olvidarme de esa.


“TIENE QUE HABER UNA CANCION DE AMOR AL PROJIMO”

- ¿De qué se trata El Sitio Heroico?


- De los 31 días de la resistencia de Paysandú. La música se la puso Hugo Merlo que también es de Paysandú.

- Sus composiciones fueron evolucionando: primero le cantaba al paisaje, después al hombre dentro del paisaje, su sufrimiento. Después hubo como una etapa de combate. Composiciones que tuvieron que ver con el momento que estaba pasando.



- Sí. Casi todo eso es lo que luego se prohibió. Siempre tuvieron contenido social mis canciones, porque me dolía mucho lo que le pasaba al pueblo: los pescadores, los hacheros. Toda esa gente que vive allí y está olvidada. Ahora le contaminaron el río que era lo único que tenían para el sustento de sus hijos. A otros como a Don Arguello, les robaron la tierra. Tuvo que venir al río a pescar. Yo me nutro de todo lo que le pasa a la gente. Así como hay canciones de amor, tiene que haber una canción de amor al prójimo. No solamente el amor individual. Porque la mayoría de las cosas que vienen en la música de afuera ponen eso. Cuando no es pornografía. Yo a veces digo: “Eso es un porno de 6 x 8 o en 3x4”. Les digo:”no hay que confundir gordura con hinchazón ni, como decía un paisano, pene de negro con morcilla” (risas).

- Hay que tener cuidado.
- A veces la gente confunde. Pero lo mío no es panfleto. Ahí están los personajes. Viven.

- También la canción panfletaria sirvió en algún momento.
- Ah, bueno. Seguro. Pero no convienen esos extremos porque eso no le sirve a la gente. Al pueblo hay que educarlo por medio de la canción. Siempre digo que las coplas son las boleadoras. Hay que pulirlas bien, redondearlas para largarlas después con certeza. La canción puede llegar mucho más que un discurso político. La canción sigue martillando el problema. Pero para combatirlas ellos siempre tienen que ponerles un sello: “Y, el es comunista”. Fijate vos, Artigas hoy sería comunista.

- Ud. Compuso el Himno para la Central Nacional de Trabajadores(CNT).
- Sí. Tengo un himno que se cantó y lo grabé en Suecia. Ahora vamos a sacar un disco con la China Zorrilla y toda la Cantata de Artigas. También tengo un himno a Puerto Rico y para el General Torrijos. Yo soy muy sincero para decir las cosas. Mis canciones van a quedar, ya pasaron a ser del pueblo. Una vez en Capital Federal, por la calle Florida, entre una multitud un tipo delante de mí iba chiflando Río de los Pájaros. Ahí digo: “la puta, yo no he trabajado al cuete”. No le dije nada pero me enorgulleció el haber hecho una canción que le sirva al hombre , a su corazón.

“NOS COMPROMETIMOS A LUCHAR POR LOS PRESOS QUE QUEDARON”

- ¿Cómo pasó el exilio? Me imagino que en Suecia tuvo que empezar todo de nuevo.

- De nuevo, no porque con otros compañeros habíamos quedado en encontrarnos allí. Ahí conocí a Olof Palmer, el primer ministro que luego fue asesinado.
- ¿Cómo se las arreglaba con el idioma?
- Siempre tenía un compañero que sabía de esos idiomas y era guitarrista además. Yo me dediqué a llevar mi música a muchos países. En los recitales yo salía a decirles que en Uruguay había una dictadura, que yo había salido de allí y que no quería que mis compañeros siguieran sufriendo allí. Tocaba las canciones y conversaba como estoy conversando contigo. Y salían preguntas. La gente no podía creer que los milicos fueran tan brutos. Un día me ataron a los tobillos e iba todo encapuchado. Más allá me bajaron y luego fui atado con piedras y alambres. Me dijeron: “Ahora le vas a cantar a tu río”. Pero yo conozco toda mi tierra y ví que era el arroyo La Curtiembre. Yo les dije: “Y bueno, metanlé, que vacer”. Cómo que me iban a ahorgar. Pero yo sabía que ese no era el Río Uruguay. Pensé que me querían llevar a “La Fusilera”, más arriba, que me iban a matar ahí. La tortura psicológica era constante. Te sacaban del penal y no sabías a donde te llevaban. Hacían lo que querían y nadie controlaba. Venía la orden de sacarte y te sacaban para cualquier lado. Ahí te jugabas el todo por el todo. De repente no te sacaban ese día sino a los dos. Y siempre estás pensando en eso. Yo no quería tomar ninguna píldora ni nada para dormir. Lo que uno espera es que empiece el baile de una vez. Que empiecen a pegar. A veces los puteaba: “¡Y bueno, empiecen carajo. Qué mierda!”. Ahí te daban un palo. Yo sufrí como dos años de un garrotazo en el tórax. A veces pensaba:”Y bueno, por qué no me matan de una vez y se acabó el partido”. Era mejor que te mataran y no sufrir tanto.

- ¿Alguna vez le dijeron la razón por qué lo habían encarcelado?
- Me dijeron que yo tenía simpatía por los Tupamaros. En realidad yo nunca tuve militancia en ningún partido. Yo era un tipo que escribía. El lider principal mío fue Artigas. Era artiguista desde gurí. Yo les decía: “A mí no me pongan otros istas. Por qué me meten en esa cuestión”. Y no los convencía mucho, que vacer (se ríe).


“NO PUEDE HABER UNA DEMOCRACIA CON PRESOS POLITICOS”

- La democracia volvió a Uruguay pero usted no regresó enseguida.

- Yo me quedé cerca, principalmente en Entre Ríos donde tengo amigos y no crucé. Dije: “No puede haber una democracia con presos políticos. Cuando suelten al último preso, yo voy a cruzar el puente”. Y así lo hice. Muchos artistas ya habian retornado y llenaron algunos estadios. Yo fui el último y llené un estadio chiquito porque ya habían pasado todos los artistas (se ríe).

- ¿Cuándo vuelve a Uruguay?
- Yo volví a Argentina a fines del 84 en el estadio Obras con Los Trovadores y Marian Farías Gómez. Y al Uruguay retorné cuando soltaron a los presos. Me parece que fue en Abril del 85. Crucé de Colón. Ahí estaba con mi amigo Martí y sus hijos, Polito, toda esa gente. Recuerdo con emoción cuando en Rosario del Tala, durante un festival donde yo salgo cantando “Río de los Pájaros” y una cantidad de niños en coro se subieron al escenario y cantamos todos juntos. Todavía yo estaba medio prohibido. Y encontré por ahí algunos discos rayados con clavos. Rayaban los que no se podían pasar. A los que quedaban los pasaban. En “El Espectador”, ¿Sabés que hicieron los muchachos? . Cuando los militares llegaron para llevarse mis discos, los locutores los salvaron metiéndolos en un sobre de los Beatles.(Ríe)

- También se decía que circulaba una edición de “Las venas abiertas de América Latina” de Galeano con las tapas de un libro de Doña Petrona.
- Seguro, puede haber pasado. (¿Qué es esto que me puso el Zurdo? ¿Será agua?)

- “ TENGO QUE VIVIR ENTRE DOS MUNDOS”

- Ud. vive un poco en Uruguay y un poco en Suecia. ¿Es algo inevitable?
- Pero yo escribo allá como si estuviera al lado del río. Lo conozco tanto que no preciso estar. Yo cuando me fui lleve el país conmigo. Acá dentro estaba. Estoy lejos pero estoy cerca. Pero también extraño a los amigos que tengo como el Zurdo o el amigo Martí. Para ellos yo estuve siempre adentro y ellos también para mí. Y cuando estoy acá extraño mucho a mis nietos y a los hijos. Pero yo estoy contento porque a mi hijo lo llevé a fines de los 80, clandestino, con 12 años . Hoy es ingeniero. Arregla computadoras. Anduvo por Inglaterra, Noruega. Es muy calificado. Yo le decía: “Mire mijo, a estos gringos hay que sacarles todos lo mejor que tengan”. El se casó allá con una sueca muy buena y ahora tengo 3 nietos. Porque si lo trajeran acá, ¿qué le damos hoy, como está el Uruguay? Yo no los voy a desarraigar tampoco. Yo tengo que vivir entre dos mundos, entre dos culturas, si se quiere. Siempre digo: en Suecia está mejor repartida la cosa: nadie pasa hambre, todos tienen techo. Allá no hay linyeras, no se podría con 30 grados bajo cero. La medicina es gratis. En cambio, esta es una sociedad regida por un capitalismo feroz y el que no tiene nada se muere. Que se joda. Y mi hija se casó con un gurí de Paisandú y ya tienen dos hijos y están arraigados allá.

- ¿Uruguay está más o menos como nosotros?
- Está más jodido porque aquí es más grande y hay más posibilidades. Desocupación hay en todos los lugares.

- Pero en Europa hay seguro de desempleo, por ejemplo.
- Ah, sí. Si alguna fábrica cierra el tipo va al servicio social y ahí le dan todo. Hasta los mamados la pasan bien. Los tienen como enfermos. Se compran una botella, se maman en un banco y, si se caen, viene la policía y los llevan a dormir. Si hace frío lo meten en celdas con calefacción (risas). En Uruguay muchos gobernantes pasean por Punta del Este o estan en Carrasco para hacer creer que este es un mundo bárbaro. Pero no van a los rancheríos. No ven el hambre de la gente, niños que no pueden ir a la escuela revisando basurales. Esas son cosas que me duelen mucho. Me duele el dolor de los demás y también lo escribo. Por eso no hay que ponerle panfleto. Las cosas que yo reflejo son verdades. Y sino que salgan a ver afuera.
(Entrevista aparecida en la revista EL COLECTIVO del 2005)

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